Los primeros en detectar que había algo inusual bajo el hielo fueron los miembros de la tercera expedición soviética a la Antártida en 1958. Mientras caminaban por la planicie más oriental del continente helado, sus mediciones les indicaron que había algún tipo de formación rocosa bajo la superficie y que su tamaño era gigantesco.
Aquella formación fue bautizada como cordillera Gamburtsev, pero siguió siendo un completo misterio durante mucho tiempo, hasta el punto de pasar a ser conocidas como "montañas fantasma". Cincuenta años después, un equipo internacional de investigadores, liderado por Fausto Ferraccioli, ha estudiado en profundidad su naturaleza y tiene una explicación para su origen.
Para desentrañar el misterio, los científicos sobrevolaron la Antártida entre 2008 y 2009 con equipos de rádar y magnetómetros que revelaron la presencia de enormes valles y montañas de más de mil metros bajo la capa de hielo. El problema que se les planteaba es que las montañas se parecían poco a otras cordilleras de la Tierra y su origen resultaba incierto, pues no existían plataformas continentales empujando la corteza, como sucede con el Himalaya.
Una sucesión de eventos
La historia de las montañas se remonta a hace 1.000 millones de años, cuando ni siquiera había plantas ni animales sobre la Tierra y y los primeros continentes se agrupaban y chocaban entre sí. En aquel primer momento, el choque provocó el nacimiento de la cadena montañosa. "El modelo sugiere que la colisión de los continentes produjo un abultamiento de la corteza y levantó la región hasta producir una topografía montañosa", asegura en Nature el geólogo John Veevers.
Después, hace entre 250 y 100 millones de años, en el tiempo de los dinosaurios, el supercontinente Gondwana, que incluía la Antártida, la cadena se siguió desplazando y creciendo y la erosión causó la formación de valles y grandes picos, creando un paisaje montañoso parecido al del los Alpes. Hace alrededor de 34 millones de años, se formó la gran capa de hielo que cubre la Antártida y que ocupa una superficie similar a Canadá, bajo la cual la cadena quedó protegida de la erosión y "congelada" en el tiempo.
La novedad del estudio es que apunta a que la formación montañosa se produjo por un proceso geológico de resquebrajamiento, que se produce cuando dos grandes masas de tierra se separan por la existencia de una falla. Las montañas "fantasma" parecen tener una falla a cada lado, según Ferraccioli, y el empuje de ambas parece haber creado la cordillera. En su opinión, es fascinante cómo la formación de esta cadena subglaciar recuerda a la formación de las montañas del Rift, en el África oriental, y cómo les ayudó a explicar lo que había pasado hace millones de años bajo la Antártida.
Además, el estudio resuelve una aparente contradicción. "Estamos acostumbrados a que el surgimiento de las montañas se produzca por un solo evento tectónico, más que por una secuencia de eventos", asegura la co-autora del estudio Carol Finn, de la U.S. Geological Survey. "La lección que hemos aprendido de la formación de Gamburtsevs a través de múltiples eventos podría ayudar a entender la historia de la formación de otras cadenas montañosas".
Una historia del clima
El siguiente paso de la investigación será realizar prospecciones en el hielo para recoger muestras de roca de la cordillera y ya hay un equipo chino que planea hacerlo en los próximos años "Sorprendentemente, tenemos muestras de la luna pero no las montañas Gamburtsev", asegura Robin Bell, otro de los autores del estudio. "Con estas muestras", insiste, "podremos determinar cuando este viejo fragmento de corteza nació y creció hasta convertirse en un magnífico complejo montañoso".
El conocimiento de cómo se formó esta cordillera va más allá de la mera curiosidad por una rareza geológica. Como explica Ferraccioli, esta cordillera es el origen de la formación de la capa de hielo antártica, lo que significa que el hielo que cubre estas montañas podría ser el más antiguo del continente y podría ayudarnos a comprender la historia del clima en nuestro planeta.
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