Cómo Fernando ganó en Malasia: ¡épica y no magia!
"Dentro de tres semanas yo estaré recogiendo mis cosechas.
Imaginad dónde querréis estar y se hará realidad. ¡Manteneos firmes! ¡No
os separéis de mí! ¡Si os veis cabalgando solos por verdes prados, el
rostro bañado por el sol, que no os cause temor! ¡Estaréis en el Elisio y
ya habréis muerto! ¡Hermanos! ¡Lo que hacemos en la vida tiene su eco
en la eternidad!", Russell Crowe en la película 'Gladiator' de Ridley Scott.
Que se dejen de magias y tonterías similares, por favor, creo que hablar de magia es insultar el talento de Fernando. Sólo la épica puede explicar su victoria. Sólo las palabras de un luchador tenaz, de un gladiador.
Fernando Alonso Díaz,
comandante de los ejércitos rojos, general en jefe de la legión
española, y que ilumina con su fuerza a los que siempre fueron, y serán,
su tropa. Puede que Fernando Alonso no gane el Mundial 2012, o ninguno
más, pero estoy seguro de que esta victoria pervivirá en nuestros
corazones hasta el fin de los días y siempre podremos decir aquello de: "yo estaba allí..."
Enterrado, muerto y sepultado
Después
de ser derrotado y dado por muerto por la mayoría de la prensa mundial,
el General Máximo Décimo Meridio Alonso, pasó a ser un simple esclavo,
un simple gladiador. Sus galones de Campeón del mundo sólo quedaban en
la lejanía del recuerdo.
Esta temporada la cosa no pintaba nada
bien, y los principales 'popes' ingleses enterraron a Fernando. Uno
podía leer las predicciones de esa biblia inglesa llamada Autosport, el 'Autosport gamble 2012', y leer cosas como: "no hay nadie capaz de ganar a Vettel"; "Vettel ha madurado y ganará de calle", etc, etc, etc. Vettel por aquí, Vettel por allí; Vettel era como Dios, estaba en todos lados. El resto de pilotos asomaban ligeramente en las apuestas... ¡y gracias!
Fernando
aparecía en una tímida quinta posición y ni uno de los expertos se
había atrevido a darle como Campeón. Algo realmente sorprendente, a
pesar de que Ferrari no esté en su mejor momento en este arranque de
temporada. Pero debían de jugarse un par de jamones o algo así, y por
consiguiente todos estaban desesperados por ganar los preciados trofeos.
Ninguno quiso salirse del carril oficial que dicta que Newey es Dios y
Vettel su mesías en forma de Jesucristo 'formulero'. Aunque esto es algo
que dejaremos mejor para final de temporada, claro.
En realidad,
quitando la prensa española, que siempre le profesa lealtad eterna,
pocos apostaban por Alonso, y menos en Malasia, ¿verdad?
Viernes de Pasión
Fernando Alonso y Ferrari
nunca iban a este GP. En realidad, ni siquiera esperaban entrar
holgadamente entre los cinco primeros como en Australia. Lo de Australia
había sido algo excepcional y bla, bla, bla. Pat Fry utilizó ese tipo
de palabrería para confirmar sus nulas esperanzas de sacar algo positivo.
El enfoque que iban a adoptar era el del enroque corto. Exponer a tu
rey muy poco, es decir, buscar una posición fuerte: nulo ataque y todo
defensa.
Por ello, no prepararon el fin de semana para ganar el
domingo, sino que siguieron con su programa de recuperación pensando más
en su plan alternativo, es decir, conseguir que en Barcelona el F2012B,
o como quiera que se llame el "nuevo" coche de Ferrari, sea un
monoplaza "ganador". ¡Observa como entrecomillo lo de ganador, por
favor!
Habían traído algunas pequeñas piezas para probar y
necesitan comprobar alguna configuración en pista. Así pues, el viernes,
en la primera sesión, uno veía la tabla de tiempos y podía coger
directamente una depresión proporcional a ese orgullo de Malasia que se llaman las Torres Petronas.
La
cuestión siguió por ahí en la sesión del viernes por la tarde y al
menos el nuevo alerón, probado los últimos días en Barcelona, daba un
poco de equilibrio delantero, tanto en curva como en frenada, mejorando
el equilibrio general del coche. Pero seguían estando muy lejos de los
McLaren. Los Red Bull seguían padeciendo la ausencia de difusores soplados,
que los había convertido en una especie de coches de Scalextric sin
imán alguno que temen las curvas más que nadie. Adiós a aquella
superioridad de 2010/2011.
¿La lluvia? Ni rastro de la lluvia
anticipada para el viernes, así que Fernando y Ferrari siguieron con su
programa en su viernes de pasión.
¿Sábado Santo? ¡De eso nada, monada!
El
sábado fue un poco más de lo mismo, y si acaso un poco más de
histerismo entre los medios nacionales. Los primeros libres de la
mañana, con las pista manga por hombro, cortesía de las lluvias, fueron
un verdadero infierno para Fernando. El coche bajo condiciones húmedas
no se sujetaba en la pista, así que quedó muy relegado respecto ese
Campeón de las 'poles' del sábado por la mañana que se llama Nico Rosberg.
Si
esto marcó un antes y un después, no lo sé. Si después de aquí se
apostó por buscar unos reglajes más de lluvia porque en carrera iba a
llover sí o sí, tampoco lo sé. Quiero pensar que se busco un coche menos
firme, que se adaptará a las condiciones cambiantes, no pensando tanto
en su aerodinámica. Lo que sí sé, es que el sábado en condiciones de húmedo el F2012 era un renqueante carrito de polos de segunda mano, lo cual me hace preguntarme qué demonios pasó el domingo.
Unas
horas después, en la clasificación oficial, el Campeón de las 'poles'
matutinas, Nico, se hundió en la miseria, claro, mientras que su
compañero fue tercero de forma espectacular. Ahí estaba de nuevo
Michael, el viejo, sonriente, natural y relajado Schumi, con su mono
anudado a la cintura. Mientras, los chicos de McLaren estaban a su lado,
en la rueda de prensa, sudando la gota gorda, con sus chaquetas
impolutas y maravillosas. Parecían el típico par de cromos que regalan
con los bollicaos.
Hay que reconocer que desde que cambiaron la mesa de
las ruedas de prensa, por una más bajita, la estampa de los chicos de McLaren resulta patética.
Ahí están, con sus monos sudados y anudados a la cintura, y por encima
mal colocada, luciendo bolsas y arrugas, una chaquetilla que imita el
mono del piloto pero sin el honroso sudor de la victoria.
¿Alonso? Pues, esto... era 8º cortesía de Kimi, ya que la caja de cambios del Lotus tuvo ser cambiada. La vuelta de Fernando no fue nada del otro mundo,
pues como dijo él mismo, no esperaban llegar a la cabeza y con pasar a
la Q3 se daban por satisfechos. No iba a arriesgar, como en Australia,
para irse al país de Nunca Jamás. No fue una vuelta a muerte, buscando
el límite, sólo pensando en los puntos que tenía que conseguir, y en su
modo de minimización de daños. 9º por tanto. Que el KERS no le
funcionara es su vuelta lanzada no supuso una gran pérdida.
Domingo de resurrección
Lluvia.
Líquido elemento que sólo los dioses controlan. Algo que en el pasado
igualaba mucho las prestaciones de los monoplazas y, desde que Newey se
inventó el difusor soplado, las agrandaba. Fíjate tú que curiosa resulta
la historia si piensas en Silverstone 2011, con unas condiciones
cambiantes y sin difusores: ¿quién ganó esa carrera? El mismo que en
Malasia, Fernando Alonso Díaz. ¿Casualidad o tendencia?
Los
nervios en la parrilla de salida se ponen al rojo vivo y salen casi
todos con los intermedios de Pirelli. Nada nuevo, unas pocas gotas más y
hubiesen salido detrás del SC. Al menos nos salvamos del bochorno. Y aquí empieza la épica.
En
la época actual, con las reglas actuales, no hay nadie que se adapte
mejor a las condiciones cambiantes que Fernando, a no ser que te
encontraras con el Fernando de 2006, claro. Aquella amalgama entre Renault, Michelín y el propio Alonso es (casi) insuperable. El plan A era coger uno puntos y marcharse a Manarello a buscar ese nuevo norte. En cuanto al plan B, no existía como tal.
Su
clasificación no había ayudado mucho, pero la recta de Malasia es larga
y al final espera una 'S' de esas que le gusta a Fernando. Ya tenía
plan B. La sonrisa seguía instalada en el rostro del asturiano,
por ningún lado veías un resquicio de duda, y su nuevo plan se iba a
poner en marcha. Nada fuera de lo normal que no hubiésemos visto antes.
Había que pensar en el contexto de la carrera y, para ello, su próximo
objetivo debía ser colocarse lo mejor posible en el exterior de la curva
1. Ese iba a ser su plan B.
Si tienes el exterior de la curva 1
de este 'tilkódromo', por la 2 tienes muchas posibilidades de llevarte
el gato al agua. En realidad, su 8º no era tan nefasto como se podía
pensar. No obstante, la goma depositada en pista no ayudó demasiado a su
salida y a duras penas ganó una posición. Después de toques varios y de
adelantar a Rosberg, estaba en el máximo donde esperaba estar: 5º. Así
pues, su plan B había funcionado, por lo que iba a quedarse ahí,
quietecito, y aguantar hasta el final.
Pero la cuestión empezó a complicarse de verdad, y después de poner los neumáticos extremos, el "brillante" Whiting nos priva del espectáculo de la lluvia.
Carrera suspendida. Aquí Fernando empezó a pensar de esa forma
transversal que piensan los Campeones del Mundo. Era 5º, con un poco de
suerte a lo mejor el podio era posible.
Whiting había hecho lo peor que
uno puede hacer para los rivales de Fernando cuando tienes una mente
brillante y preclara: darle tiempo para que pensara hasta dónde había
llegado. Estaba a tiro de piedra del podio y su Ferrari iba realmente
bien en mojado. Así que Fernando iba a pasar del plan A, y del B, el
nuevo plan, era el podio.
Se lanza de nuevo la carrera y... ¡zas!, por el exterior de la curva vuelve a darle un hachazo, esta vez a Webber. Sólo tenía a Sergio Pérez delante para llegar al podio, pero el Sauber
no preocupaba a Fernando. La pista se estaba secando, así que Button,
Fernando y Hamilton entraron por los intermedios... y pasó lo que pasó.
Como decía Giuseppe Verdi: "la fortuna viene a visitarte", y Hamilton fue víctima de una parada en boxes lenta, unida a que Felipe Massa
que pasaba por allí. Total, perdió la posición con Fernando. Luego está
Button, que en un movimiento nervioso e innecesario se dejó lo bigotes
con el HRT de Narain. 'Game over' para el novio de Michibata. Así, Fernando pasó limpiamente, ¡ciao, Lewis!, ¡ciao, Button!, ahora sólo corría contra 'Checo'.
Con esta maniobra Fernando ponía de nuevo las cosas en su sitio,
así que no iba a arriesgar más de la cuenta. Ahora sólo iba a pensar en
puntos, puntos y más puntos. Puntos y campeonatos, esa es la piedra
angular, el pensamiento transversal de este nuevo Fernando. Sólo tenía
que esperar. Cuidar sus neumáticos, y cuando entrara el mexicano dar la
vuelta de su vida.
Ahora o nunca
Exacto.
En carrera se cumplieron a la perfección los cálculos de Ferrari: para
cuando 'Checo' Pérez entró a cambiar ruedas, su diferencia con Fernando
era marginal. A la salida del carril de boxes Alonso se pegó al alerón
trasero de Sergio. Esta era su oportunidad, con sus intermedios en
temperatura óptima era ahora o nunca. Ahora sí, era el momento de pasar
al ataque.
Era su momento. Le enseño el morro a Sergio, que peleaba por
calentar sus Pirelli Cinturato, y le pasó limpiamente, como el gran
campeón que es. Era 1º, y Fernando no quería ni pensarlo. "Sólo" 40 vueltas para el final.
Se concentró en sentir su coche, sentir como la dirección era la
continuación de sus manos, y notar como el F2012 se expandía bajo su
columna vertebral haciéndolo suyo.
Parciales morados por doquier. Estaba
volando. Sólo un ligero velo de preocupación apareció en el 'box' rojo
cuando vieron que secándose la pista el Sauber era estratosférico, y
recortaba medio segundo por vuelta. Alonso les dijo a sus chicos que no
se preocuparan, estamos en la vuelta 41. Esperando que llegara la
lluvia, Andrea y Fernando apuraron todo lo que pudieron y entonces
entraron por ruedas de seco. Medias usadas había sido la elección.
Así
se aseguraban la posición en pista. No querían poner duras, que hubiese sido la elección natural, tener una primera vuelta complicada y que Sergio le robara la cartera.
Poco
después entró Perez y, cortesía de un 'pit-stop' malo y tardío, estaba
de nuevo a 6 segundos. Sabía que el Sauber era más rápido, así que se
dedicó a cuidar sus gomas y esperar a Sergio para taparle todos los
huecos. Si alguien pensaba que Sergio le iba a pasar, estaba arreglado.
Para un piloto que es capaz de hacer una obra de arte como la de San
Marino 2005, el Sauber de Sergio Pérez, con todos los respetos, era pan comido.
En San Marino fue capaz de aguantar a todo un Michael Schumacher con un
motor tocado y 100 CV menos. ¿Se iba a preocupar él por el Sauber? Ni
lo sueñes.
Dicho y hecho. Vuelta 50. Checo llegó a Fernando e
intentó enseñarle el morro. Fue una maniobra demasiado optimista para un
magnífico y joven piloto. Sobre la pintura del piano se fue largo en la
curva 14 y ahí se acabó la historia. Tuvo la suerte que le faltó a
Pastor Maldonado, pues la puzolana quedaba lejos.
La palabra
victoria de formó en los labios de Fernando, sólo tenía que llegar a
meta, y el sueño se convertiría en realidad. En ese momento era todo manos, corazón y cabeza.
Se acordó de la pretemporada, cuando todo el mundo les daba por
muertos, y se sintió como en su primera victoria en Hungría 2003. Y
también de Hungría 2006, una magnífica carrera, a imagen de esta, que se
fue al garete por un maldita rueda. Se preocupó en cada uno de los
ruidos extraños de su F2012, y lo cuidó como cuidas a tu bebé recién
nacido.
Algo para recordar
Seis
vueltas más y ahí estaba de nuevo. Salió de la última curva y empezó a
lanzar su coche con fuerza, con grandes volantazos a izquierda y a
derecha. Después de Abu Dabi 2010, después de toda la ceniza que le
lanzan en la prensa inglesa, después de todo el peloteo de la prensa
española, ahí estaba de nuevo, en lo más alto. Independientemente de
unos y otros. Fernando Alonso Díaz había vuelto.
Mientras entraba
en la zona de meta, para aparcar el coche junto al número 1, el equipo
se recuperó del varapalo de 2010. Se quitó uno de esas finas
protecciones de la visera, para tener la visión limpia de goma y grasa.
Su casco azul, amarillo y rojo, prácticamente el mismo con el que
"jubiló" a Michael en 2006, refulgía entre la marabunta. Fernando, el
matador 'rosso', sorprendentemente tranquilo se bajó de su monoplaza sin
quitarse el casco y se encaramó a su F2012 rojo. Estaba de nuevo en lo más alto,
y esta vez no iba a hacer celebraciones extrañas que desviaran la
atención. Así que, simplemente, miro al cielo como dando gracias y se
dio unas palmadas en el pecho, muy cerca de su corazón.
Su
corazón, el corazón de sus chicos de 'rosso', el de Andrea, el de
Stefano, el de Luca, el de la gente de Maranello, el de sus antiguos
colegas de Renault... y el de todos nosotros. Un corazón nuevo, un
corazón rojo, un corazón henchido de sangre y energía, como el de su
equipo Ferrari, que desde 2004 no encontraba un líder tan sólido.
Para
los chicos, los técnicos e ingenieros más experimentados de Manarello,
era un 'dejà vu'. Volvían a estar en la cresta de la ola, después de
otra travesía por el desierto. Volvían a tener a "su" Michael, su Dios, el sol que los iluminaría en los días de lluvia. El título de 2012, al menos, era posible. Ahora "sólo" tenían que darle un coche decente a Fernando.
En
cualquier caso, esta había sido una victoria magnífica, épica, había
sido algo para recordar. Una pequeña piedra para construir algo más,
algo para pervivir en la memoria de los aficionados. No hablo de
campeonatos o Mundiales, hablo de otra cosa. Las victorias no forjan por
sí solas leyendas, se necesita del sufrimiento, de la lucha; caer al
suelo y volver a levantarse. Como Máximo Décimo Meridio, la victoria no fue vencer, sino reunirse con los suyos, y sobre todo lo grande y épico de sus hazañas: "¡Hermanos!, ¡lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad!"
No
obstante, oficialmente, ya pueden ponerse todos a temblar. Si Fernando
era capaz de ganar con un hierro de coche, ¿qué haría con un coche que
esté a unas décimas de los McLaren y los Red Bull? Ya nadie se acordaba
del año pasado...