Esta entrada ha sido escrita por TOMÁS PASTOR.
Fotografía: Tomás Pastor.
Fatima llega a trabajar pronto al dispensario de Tchirozèrine, unos
70 kilómetros al norte de Agadez, en Níger. Pronto significa las cuatro
de la mañana. Ayer hablé con ella después de días intentándolo. Me
cuenta que ha aparecido una mujer tras recorrer unos 80 kilómetros en
burro para llegar a dar a luz en un parto complicado.
Le pregunto por la crisis alimentaria y es directa: “Cada día los más
pobres hacen cola ante el dispensario pidiendo lo que sea para comer.
No tienen nada. No saben a quién más dirigirse.” En esta parte de África
la palabra "nada" no es un eufemismo. Me dice también que hay el triple
de niños atendidos por desnutrición que hace unos meses.
La mayor parte de la población en la zona es nómada, muchos tuareg y
algunos peul. Su dependencia de las condiciones naturales es absoluta.
Fatima lo explica muy gráficamente: “Los animales se mueren y los que
no, se venden mal.
Un cordero escuálido o una cabra no vale ni 5 euros, que apenas da para 3 raciones de mijo. Un camello muerto no vale ni 8 euros en lugar de unos 230 que podría alcanzar. Al sur, el cultivo de mijo se ha reducido un 95% respecto a un buen año”
Hace unas semanas la situación era dura especialmente en el norte, donde el desierto lo ocupa todo. Más allá de las recurrentes sequías nuevos factores se alían para llevar la situación al extremo. Llega a Niamey y junto al río Níger, donde los cultivos en años buenos abastecen al país.
Las ciudades del sur como Maradi o Zinder no tienen acceso fácil al comercio de mijo o arroz con la radicalización de los estados del norte de Nigeria, donde rige la Sharia. Para un Estado sin salida al mar, con el desierto ocupando 2/3 partes del país, se trata de una circunstancia nada trivial.
Las noticias sobre la inminente crisis alimentaria en el Sahel se cruzan estos días con las del golpe de estado en Malí. La amenaza también se extiende por Burkina, Chad y Mauritania. Las ONG calculan 12 millones de afectados, superior a las anteriores de 2005, 2008 y 2010.
Eso si, a los gobiernos de Europa les preocupa ahora la desestabilización de la zona por el golpe, por la presencia de Al Qaeda en del Magreb.
Níger tendrá un 35% de la población en crisis alimentaria, algo demasiado habitual allí. Es el último país en el Índice de Desarrollo Humano (IDH).
Tienen una mortalidad infantil 30 veces superior a la española, una esperanza de vida de 53 años (80 en España) y es el 222º país en PIB per capita, de los 229 que hay.
Issa, dirige el dispensario donde trabaja Fatima. Está muy preocupado. Vuelve a tener la sensación de que no van a poder con todo.
Gracias a la cooperación de la ONG Acoger y Compartir pueden atender anualmente a unos mil niños de desnutrición, ocuparse de las enfermedades más básicas y atender casi cien partos, pero no será suficiente ahora.
El verano pasado fue muy complicado, pero este es ya mucho más grave. Su plan trata de llegar con ayuda de supervivencia básica a los más vulnerables, en días donde las temperaturas rondarán los 50 grados. Lo que más le preocupa es la situación en los poblados nómadas. Ha salido con una moto a visitar algunos y vuelve desolado.
El periodo de maduración de un rebaño nómada es de 11 años y esta vez puede ser el golpe definitivo para cambiar un modo de vida. Alli mismo hace un año, Alhousseini, el líder de un clan, me explicó que en la escasez llegan a tener que elegir entre el ganado, que aseguraría el futuro, y los hijos.
No puedo evitar pensar en los recortes a la cooperación. Mejor no les digo nada.
Un cordero escuálido o una cabra no vale ni 5 euros, que apenas da para 3 raciones de mijo. Un camello muerto no vale ni 8 euros en lugar de unos 230 que podría alcanzar. Al sur, el cultivo de mijo se ha reducido un 95% respecto a un buen año”
Hace unas semanas la situación era dura especialmente en el norte, donde el desierto lo ocupa todo. Más allá de las recurrentes sequías nuevos factores se alían para llevar la situación al extremo. Llega a Niamey y junto al río Níger, donde los cultivos en años buenos abastecen al país.
Las ciudades del sur como Maradi o Zinder no tienen acceso fácil al comercio de mijo o arroz con la radicalización de los estados del norte de Nigeria, donde rige la Sharia. Para un Estado sin salida al mar, con el desierto ocupando 2/3 partes del país, se trata de una circunstancia nada trivial.
Las noticias sobre la inminente crisis alimentaria en el Sahel se cruzan estos días con las del golpe de estado en Malí. La amenaza también se extiende por Burkina, Chad y Mauritania. Las ONG calculan 12 millones de afectados, superior a las anteriores de 2005, 2008 y 2010.
Eso si, a los gobiernos de Europa les preocupa ahora la desestabilización de la zona por el golpe, por la presencia de Al Qaeda en del Magreb.
Níger tendrá un 35% de la población en crisis alimentaria, algo demasiado habitual allí. Es el último país en el Índice de Desarrollo Humano (IDH).
Tienen una mortalidad infantil 30 veces superior a la española, una esperanza de vida de 53 años (80 en España) y es el 222º país en PIB per capita, de los 229 que hay.
Issa, dirige el dispensario donde trabaja Fatima. Está muy preocupado. Vuelve a tener la sensación de que no van a poder con todo.
Gracias a la cooperación de la ONG Acoger y Compartir pueden atender anualmente a unos mil niños de desnutrición, ocuparse de las enfermedades más básicas y atender casi cien partos, pero no será suficiente ahora.
El verano pasado fue muy complicado, pero este es ya mucho más grave. Su plan trata de llegar con ayuda de supervivencia básica a los más vulnerables, en días donde las temperaturas rondarán los 50 grados. Lo que más le preocupa es la situación en los poblados nómadas. Ha salido con una moto a visitar algunos y vuelve desolado.
El periodo de maduración de un rebaño nómada es de 11 años y esta vez puede ser el golpe definitivo para cambiar un modo de vida. Alli mismo hace un año, Alhousseini, el líder de un clan, me explicó que en la escasez llegan a tener que elegir entre el ganado, que aseguraría el futuro, y los hijos.
No puedo evitar pensar en los recortes a la cooperación. Mejor no les digo nada.
Fotografía: Tomás Pastor.
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