¿Qué tienen en común Mario Draghi, nuevo director del Banco Central Europeo, Lukas Papademos, nuevo primer ministro griego y Mario Monti, flamante presidente del Consejo italiano?
Draghi; Monti y Papademos
Para empezar, los tres son economistas que han estudiado en Estados Unidos y han trabajado en organismo internacionales. Pero si uno bucea más en sus biografíaas, descubre que también todos ellos pertenecen a lo que en Estados Unidos se denomina “el gobierno Goldman Sachs en Europa”, el poderoso banco de inversiones estadounidense apodado así por su capacidad para condicionar a los mercados y a los Gobiernos.
Mario Draghi (64 años), licenciado en Economía por el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en sus siglas en inglés), comenzó su carrera formando parte de varios consejos de administración de diversos bancos. Posteriormente, de 2002 a 2006, fue vicepresidente para Europa de Goldman Sachs. Un puesto clave que incluía la venta de productos financieros sin alertar de los riesgos y operaciones de cambios de divisas que permitían disimular una parte de la deuda soberana de los Estados. Así, previo pago de 300 millones de dólares, el banco habría ayudado a Grecia a entrar en la zona euro gracias al maquillaje contable.
Antes de hacerse cargo del BCE el 1 de noviembre, Draghi aseguró que ese tipo de maniobras fueron previas a su llegada al banco y que él no tuvo nada que ver con la venta de productos financieros a otros Gobiernos.
Lucas Papademos (64 años), el nuevo primer ministro griego, sin embargo, no fue empleado de Goldman Sachs, aunque entre 1994 y 2002 fue gobernador del Banco Central griego. Ahora se dice que desde ese puesto ayudó a que su país entrara en la eurozona participando presuntamente en la operación de maquillaje de Goldman Sachs.
Mario Monti (68 años), en cambio, sí fue empleado directo de Goldman. Doctorado por la Universidad de Yale, tras ser comisario europeo de Mercado Interior y Competencia, fue nombrado consejero internacional de Goldman Sachs en 2005. Según la firma, el econimista italiano les asesoraba “sobre los asuntos europeos y los grandes asuntos de las políticas públicas mundiales”.
Monti, como Papademos, conocen bien los engranajes de la maquinaria que ahora, en teoría, están llamados a salvar al frente de sendos Gobiernos técnicos.
Pero si hoy no se muestran muy elocuentes sobre su pasado o sus relaciones con Goldman Sachs, el cuarto banco de inversión más importante del mundo, es porque la entidad se encuentra en pleno centro de la polémica. Ya hay varias denuncias en su contra por fraude, tanto en la crisis griega como en la de las hipotecas subprime.
Otros dos pesos pesados del “Gobierno Goldman en Europa” también han ocupado un lugar destacado en la crisis del euro. Otmar Issing, ex miembro del directorio del Bundesbank y ex economista jefe del Banco Central Europeo; y el irlandés Peter Sutherland, ex presidente de BP y administrador de Goldman Sachs International, que participó entre bastidores en el rescate de Irlanda.
¿Bomberos pirómanos, tentáculos de Goldman Sachs en Europa…? Más allá de las acusaciones y sospechas que se formulan estos días en los medios internacionales, la cuestión que se plantea para estos tres dirigentes de nuevo cuño es la del conflicto de intereses. Y es que Goldman cuenta con privilegiados interlocutores en Fráncfurt, Roma y Atenas para extender sus tenátculos sobre el Viejo Continente.
Mario Draghi (64 años), licenciado en Economía por el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en sus siglas en inglés), comenzó su carrera formando parte de varios consejos de administración de diversos bancos. Posteriormente, de 2002 a 2006, fue vicepresidente para Europa de Goldman Sachs. Un puesto clave que incluía la venta de productos financieros sin alertar de los riesgos y operaciones de cambios de divisas que permitían disimular una parte de la deuda soberana de los Estados. Así, previo pago de 300 millones de dólares, el banco habría ayudado a Grecia a entrar en la zona euro gracias al maquillaje contable.
Antes de hacerse cargo del BCE el 1 de noviembre, Draghi aseguró que ese tipo de maniobras fueron previas a su llegada al banco y que él no tuvo nada que ver con la venta de productos financieros a otros Gobiernos.
Lucas Papademos (64 años), el nuevo primer ministro griego, sin embargo, no fue empleado de Goldman Sachs, aunque entre 1994 y 2002 fue gobernador del Banco Central griego. Ahora se dice que desde ese puesto ayudó a que su país entrara en la eurozona participando presuntamente en la operación de maquillaje de Goldman Sachs.
Mario Monti (68 años), en cambio, sí fue empleado directo de Goldman. Doctorado por la Universidad de Yale, tras ser comisario europeo de Mercado Interior y Competencia, fue nombrado consejero internacional de Goldman Sachs en 2005. Según la firma, el econimista italiano les asesoraba “sobre los asuntos europeos y los grandes asuntos de las políticas públicas mundiales”.
Monti, como Papademos, conocen bien los engranajes de la maquinaria que ahora, en teoría, están llamados a salvar al frente de sendos Gobiernos técnicos.
Pero si hoy no se muestran muy elocuentes sobre su pasado o sus relaciones con Goldman Sachs, el cuarto banco de inversión más importante del mundo, es porque la entidad se encuentra en pleno centro de la polémica. Ya hay varias denuncias en su contra por fraude, tanto en la crisis griega como en la de las hipotecas subprime.
Otros dos pesos pesados del “Gobierno Goldman en Europa” también han ocupado un lugar destacado en la crisis del euro. Otmar Issing, ex miembro del directorio del Bundesbank y ex economista jefe del Banco Central Europeo; y el irlandés Peter Sutherland, ex presidente de BP y administrador de Goldman Sachs International, que participó entre bastidores en el rescate de Irlanda.
¿Bomberos pirómanos, tentáculos de Goldman Sachs en Europa…? Más allá de las acusaciones y sospechas que se formulan estos días en los medios internacionales, la cuestión que se plantea para estos tres dirigentes de nuevo cuño es la del conflicto de intereses. Y es que Goldman cuenta con privilegiados interlocutores en Fráncfurt, Roma y Atenas para extender sus tenátculos sobre el Viejo Continente.
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