Cuando un entrenador tiene problemas personales con un jugador de su equipo, ¿qué es lo más indicado?¿dejar de contar con ese jugador por el interés personal o pensar en el equipo y tratarlo como uno más? Hay casos y casos.
En el fútbol, y en cualquier trabajo, hay que intentar no anteponer las relaciones personales, aunque sea difícil y más, en el trabajo de un entrenador. Y es que la confianza es un factor muy importante en la relación de un entrenador con los miembros de su plantilla, y si un entrenador no confía en sus jugadores, por el motivo que sea, mal asunto.
Los problemas entre un entrenador y un jugador son tan antiguos como el fútbol, y estoy seguro que se da en todos los equipos, porque todos tenemos nuestro carácter y es imposible llevarse bien con un colectivo de 25 personas sin tener un roce. De lo que se trata entonces es de analizar cuál debe ser el papel ideal del entrenador en una situación como esta, si prima el bien del equipo o prima su interés personal.
Analizando algunos casos que recuerdo, he llegado a la conclusión de que no existe una respuesta fija a esta pregunta, porque al final depende de muchos factores. Ha habido entrenadores que han castigado públicamente a un jugador, y al final han tenido que recular y volver a contar con el castigado. En cambio, otros entrenadores tomaron decisiones difíciles y muy cuestionadas en su momento, y el tiempo les recompensó en mayor o menor medida.
Luis Aragonés y el caso Raúl en la selección española serían un buen ejemplo de ello, y por supuesto, aquel día que cogió por el cuello a Samuel Eto’o, un acto totalmente condenable pero que acabó por reconducir para bien la carrera del delantero camerunés. En cambio, podemos recordar que años antes ya las tuvo con Romario, y Aragonés acabó despedido por el Valencia, si bien su sustituto tampoco pudo reconducir al delantero brasileño.
Analizando algunos casos que recuerdo, he llegado a la conclusión de que no existe una respuesta fija a esta pregunta, porque al final depende de muchos factores. Ha habido entrenadores que han castigado públicamente a un jugador, y al final han tenido que recular y volver a contar con el castigado. En cambio, otros entrenadores tomaron decisiones difíciles y muy cuestionadas en su momento, y el tiempo les recompensó en mayor o menor medida.
Luis Aragonés y el caso Raúl en la selección española serían un buen ejemplo de ello, y por supuesto, aquel día que cogió por el cuello a Samuel Eto’o, un acto totalmente condenable pero que acabó por reconducir para bien la carrera del delantero camerunés. En cambio, podemos recordar que años antes ya las tuvo con Romario, y Aragonés acabó despedido por el Valencia, si bien su sustituto tampoco pudo reconducir al delantero brasileño.
Gregorio Manzano y Reyes han protagonizado el enfrentamiento más popular de lo que va de temporada, después de unas declaraciones del utrerano molesto con su entrenador, un entrenador que al final ha reculado y ha vuelto a contar con un jugador importante para su equipo. Otro que ha reculado este año ha sido Pellegrini, que intentó apartar a Apoño, o Pepe Mel, que dejó a Salva Sevilla en el banquillo y la medida no ha tenido mucho éxito.
Quique Sánchez Flores antepuso también su interés personal al bien del equipo y dejó a Forlán muchos partidos fuera el año pasado, y mientras el Atlético no entró en la Liga de Campeones, el uruguayo se desquitaba en la Copa América. Koeman apartó a tres jugadores en su etapa valencianista, y ganó una Copa del Rey, pero el equipo luchó por evitar el descenso y Koeman fue destituido. Hoy, uno de esos jugadores, Albelda, sigue jugando en el Valencia y es uno de los capitanes del equipo.
Como decía al principio, no hay una regla escrita pero son mayoría los casos en los que al entrenador le salen mal las cosas por anteponer su bien personal al del equipo. Juguemos a ser entrenadores y recapacitemos, ¿qué haríamos nosotros en una situación así?
No hay comentarios:
Publicar un comentario