Calma relativa en el Manzanares. La ajustada victoria del Atlético ante el Levante, que peligró en muchas fases del partido, concede una tregua al equipo rojiblanco y a su entrenador, Gregorio Manzano. Ayer, la afición rojiblanca mostró su descontento con los jugadores y el entrenador en muchas fases del encuentro, pero el enfado quedó aplacado cuando en la segunda mitad, el cuadro colchonero reaccionó tras las entradas de Pizzi y Reyes.
Tras tomar oxígeno, la mala noticia para el Atlético es que el próximo encuentro se juega en el Bernabéu. Y ante el Real Madrid, claro. Doce años llevan los colchoneros sin llevarse un derbi. Eso, unido al buen estado de los blancos y la incertidumbre de cómo se plantarán los rojiblancos en territorio hostil, dan un claro favoritismo a los de Mourinho. “Y el sábado el Madrid…”, se escuchaba ayer, con mucha desazón, a varios aficionados atléticos. La derrota está asumida. Incluso alguno aventura la goleada y firma un 2-0. Malos, malísimos síntomas para visitar al vecino.
Nadie en el Atlético quería hablar del derbi hasta que no pasase el partido ante el Levante. Ahora ya toca hablar del clásico. Leeremos y escucharemos buenos propósitos del equipo para el sábado, tópicos como que en un derbi puede pasar de todo e ilusiones que, como siempre, irán aumentando según se acerque el choque. Es el equipo el que está en deuda con una afición que pide que al menos el equipo dé la cara y no salga derrotado de antemano.
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