Hulk lucha por un balón en el pasado amistoso del 14 de noviembre jugado en Doha (Qatar)
- Los clubes más importantes de la ECA (Asociación Europea de Clubes) piden a Platini que el calendario para amistosos internacionales debe recortarse
- Ni la Premier ni el Calcio ni la Liga se plantean la reducción a 16 equipos
Los grandes clubes europeos están hartos. Trabajan desde hace meses por un cambio radical en los calendarios de competición y mantienen sus reivindicaciones de cobrar por el préstamo perpetuo de su mano de obra, sus futbolistas.
Sandro Rosell, presidente del Barcelona expuso parcialmente este intento de revolución, pero erró el tiro al asegurar que era necesario reducir las Ligas nacionales de 20 a 16 clubes para ganar fechas con las que ampliar el número de participantes en la Liga de Campeones, que ya pasaría a ser una Superliga europea con todos los honores.
No, las fechas marcadas para ampliar el máximo torneo continental se ganarían con la supresión del amplio catálogo de partidos amistosos que juegan las selecciones nacionales. El choque con las Federaciones es inevitable. Y son los clubes los que tienen ventaja por la sencilla razón de que son ellos los que ponen y pagan a los artistas.
Los miembros más significados de la ECA (Asociación Europea de Clubes) ya han hecho ver al presidente de la UEFA, Michel Platini, que la situación debe cambiar. No puede ser que, por ejemplo, España acumule amistosos en lugares tan alejados como México, Venezuela, Estados Unidos o Costa Rica para hacer una caja de la que los clubes ni se enteran. Pero no se trata sólo de España. Argentina o Brasil llevan años jugando bolos en fechas imposibles y en lugares remotos con el desgaste que ello supone para sus futbolistas.
La albiceleste jugó hace un mes en la India. Y Brasil acaba de ocupar el calendario con dos partidos apasionantes ante rivales tan competitivos como Gabón o Egipto. Se habla incluso de cachondeo entre los miembros más beligerantes de la ECA, que están dispuestos a llegar hasta el final, es decir, hasta el presidente de la FIFA, Sepp Blatter, para indicarle que la fiesta se tiene que terminar.
Los grandes quieren que haya un Barça-Milan o un Madrid- Manchester cada semana. Las selecciones podrán seguir disputando sus torneos, por supuesto, pero en fechas acotadas que, por ejemplo, podrían darse a final de temporada. Pero la realidad es que con la supresión de esta cadena de amistosos inútiles sí habría hueco.
La afición siempre preferirá un Chelsea-Inter antes que un Burkina Faso-Italia. No se quiere atacar a las selecciones nacionales ni a la continuidad de Mundiales, Eurocopas o Copas América, pero sí se quiere romper con la dinámica de partidos estériles y organizados con mero afán recaudatorio. El exceso de partidos en las fases de clasificación, desniveladas por las distancias entre unas selecciones y otras, también se tiene en cuenta para posibles recortes.
La diferencia entre lo que plantean los componentes de la ECA y uno de sus miembros más cualificados, Sandro Rosell, es que en modo alguno se quiere torpedear a las Ligas nacionales. Ni la Premier ni el calcio ni la Liga española se plantean la reducción a 16 equipos. Con 20 clubes habrá más transmisiones y derechos televisivos, más taquillas y más posibilidades de los modestos para codearse con la elite. Si se rebajan los compromisos de las selecciones, los 38 partidos de la Liga serán compatibles con el aumento de participantes en la Champions.
Ese es el plan.
Sandro Rosell, presidente del Barcelona expuso parcialmente este intento de revolución, pero erró el tiro al asegurar que era necesario reducir las Ligas nacionales de 20 a 16 clubes para ganar fechas con las que ampliar el número de participantes en la Liga de Campeones, que ya pasaría a ser una Superliga europea con todos los honores.
No, las fechas marcadas para ampliar el máximo torneo continental se ganarían con la supresión del amplio catálogo de partidos amistosos que juegan las selecciones nacionales. El choque con las Federaciones es inevitable. Y son los clubes los que tienen ventaja por la sencilla razón de que son ellos los que ponen y pagan a los artistas.
Los miembros más significados de la ECA (Asociación Europea de Clubes) ya han hecho ver al presidente de la UEFA, Michel Platini, que la situación debe cambiar. No puede ser que, por ejemplo, España acumule amistosos en lugares tan alejados como México, Venezuela, Estados Unidos o Costa Rica para hacer una caja de la que los clubes ni se enteran. Pero no se trata sólo de España. Argentina o Brasil llevan años jugando bolos en fechas imposibles y en lugares remotos con el desgaste que ello supone para sus futbolistas.
La albiceleste jugó hace un mes en la India. Y Brasil acaba de ocupar el calendario con dos partidos apasionantes ante rivales tan competitivos como Gabón o Egipto. Se habla incluso de cachondeo entre los miembros más beligerantes de la ECA, que están dispuestos a llegar hasta el final, es decir, hasta el presidente de la FIFA, Sepp Blatter, para indicarle que la fiesta se tiene que terminar.
Los grandes quieren que haya un Barça-Milan o un Madrid- Manchester cada semana. Las selecciones podrán seguir disputando sus torneos, por supuesto, pero en fechas acotadas que, por ejemplo, podrían darse a final de temporada. Pero la realidad es que con la supresión de esta cadena de amistosos inútiles sí habría hueco.
La afición siempre preferirá un Chelsea-Inter antes que un Burkina Faso-Italia. No se quiere atacar a las selecciones nacionales ni a la continuidad de Mundiales, Eurocopas o Copas América, pero sí se quiere romper con la dinámica de partidos estériles y organizados con mero afán recaudatorio. El exceso de partidos en las fases de clasificación, desniveladas por las distancias entre unas selecciones y otras, también se tiene en cuenta para posibles recortes.
La diferencia entre lo que plantean los componentes de la ECA y uno de sus miembros más cualificados, Sandro Rosell, es que en modo alguno se quiere torpedear a las Ligas nacionales. Ni la Premier ni el calcio ni la Liga española se plantean la reducción a 16 equipos. Con 20 clubes habrá más transmisiones y derechos televisivos, más taquillas y más posibilidades de los modestos para codearse con la elite. Si se rebajan los compromisos de las selecciones, los 38 partidos de la Liga serán compatibles con el aumento de participantes en la Champions.
Ese es el plan.
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