Alfredo Pérez Rubalcaba besa a Carme Chacón durante un mitin
El PSOE busca sustituto para José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba tras padecer el mayor castigo electoral del periodo democrático. Sin embargo, el banquillo del partido se encuentra repleto de candidatos derrotados, barones sin gobierno, viejas glorias y diputados con escasa experiencia.
Este es el resultado de las dos debacles electorales consecutivas que los socialistas han sufrido en 2011, así como del escaso éxito del relevo generacional emprendido por Zapatero. El desenlace de la batalla por el poder tendrá lugar la primera semana de febrero en un Congreso ordinario, pero, hasta entonces, se espera que los posibles candidatos maniobren para lograr el apoyo de los diversos territorios y corrientes.
La primera incógnita por despejar es qué rumbo tomará Rubalcaba. Después de protagonizar los peores resultados del PSOE en los últimos 34 años, ha preferido ocultar cuál será su próximo movimiento.
No adelantó nada el domingo por la noche, y ayer en la reunión de la Ejecutiva se limitó a reivindicar el papel del partido para ejercer una oposición fuerte. No obstante, su perfil dista mucho de la “nueva etapa” que Zapatero pidió abrir ayer. “Que la democracia y los compañeros diseñen el proyecto para el futuro de los próximos años, y que lo hagan, como siempre en el Partido Socialista, con toda la libertad y con todo el sentido de la responsabilidad”, reclamó el secretario general.
Carme Chacón es sin duda una de las fijas en las quinielas, después de que ya amagara con disputar en primarias la candidatura a Rubalcaba. Sin embargo, la número uno del PSC ha llevado a los socialistas a su primera derrota en Cataluña, preservando únicamente la provincia de Barcelona. En total, la ministra de Defensa ha perdido 11 escaños y más de 700.000 votos. Pero este bagaje no contrasta mucho con otros barones que mantienen el liderazgo en sus federaciones, pero que fueron vencidos por el PP el pasado 22 de mayo. En esta categoría se encuentran Guillermo Fernández Vara, Tomás Gómez u Óscar López.
Los tres comparten el hándicap de no poseer acta de diputado, aunque López y Gómez son senadores por designación autonómica. Los adversarios de Vara en Extremadura siempre le han achacado que sus objetivos políticos estuvieran en Madrid, pero el hecho de que dejara escapar unos de los feudos tradicionales del PSOE ha minado sus posibilidades. Por su parte, López, a quien Rubalcaba calificó de su “diputado favorito”, es joven y conoce a fondo la cocina de Ferraz. Unas virtudes que, no obstante, difícilmente compensarían su estatus de barón castellanoleonés en la oposición.
Patxi López y el factor vasco
En el País Vasco, el lehendakari y secretario general del PSE, Patxi López, ha perdido más de la mitad de los diputados que logró en los comicios de 2008, al pasar de 9 a 4, y con ello, buena parte de sus opciones de presentar su candidatura para liderar el PSOE. López partía también de antemano con un grave inconveniente: no es diputado y su visibilidad pública sería nula, ya que no podría participar en los principales debates parlamentarios.
Su candidatura se planteó por primera vez por su decidida intervención en la batalla de las primarias, cuando el partido se dividió entre los partidarios de Rubalcaba y Chacón. El lehendakari criticó que el debate fuera de nombres y no de ideas, y reclamó la celebración de un Congreso Extraordinario que acordara la estrategia política del partido y eligiera al secretario general y candidato a las elecciones del 20-N. Zapatero logró hacerle desistir, Chacón se retiró de la carrera por la sucesión y Rubalcaba tuvo el camino expedito para convertirse en el aspirante a la presidencia del Gobierno.
José Antonio Pastor, portavoz de los socialistas vascos, dijo ayer en EiTB que la “vocación” de López no pasa por convertirse en el secretario general del PSOE, sino por “agotar la legislatura”. “Creo que en el próximo Congreso Ordinario López no saldrá como máximo responsable del partido; creo que no”.
Pastor descartó así las dos hipótesis que ayer sobrevolaron la política vasca: el anticipo electoral para permitir a la izquierda abertzale tener representación en el Parlamento vasco, y su candidatura a la sucesión de Zapatero. El portavoz del PSE atribuyó los malos resultados de su partido a “la pelea entre Amaiur y el PNV”, así como los rumores sobre el adelanto electoral a la “ansiedad” de los peneuvistas, “que tienen prisas por quemar etapas”.
Madina o el relevo generacional
Descartado López, otro dirigente vasco, Eduardo Madina, figura también en las quinielas como un posible aspirante a liderar el partido en la travesía del desierto que tiene por delante. A su favor está que representa a la generación de jóvenes socialistas (tiene 35 años) que acumulan ya una dilatada experiencia política, tanto de partido como en las instituciones. Zapatero llegó a la secretaría general del PSOE en junio de 2000, cuando solo tenía 39 años.
Asimismo, ha sido el secretario general del Grupo Parlamentario Socialista durante la pasada legislatura, y es miembro de la ejecutiva del PSE y del Comité Federal del partido. Ex secretario general de las Juventudes Socialistas, ETA atentó contra él en febrero de 2002 con una bomba-lapa colocada debajo de su coche que al estallar le amputó una pierna. Su elección supondría continuar adelante con la renovación generacional, aunque también hay quien teme el regreso de José Bono, derrotado en el Congreso de 2000, pero hábilmente retirado antes de la catástrofe del 20-N.
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