lunes, 28 de noviembre de 2011

El castillo inexpugnable de Morella


Castellón se caracteriza por su oferta de turismo de playa, pero no sólo tiene esto que ofrecer y Morella es la localidad que da buena muestra de ello. Debido a su existencia como asentamiento desde hace siglos, cuenta con una amplia historia y con vestigios que dan testimonio de la misma.  


Enclavada en el macizo del Alto Maestrazgo, la ciudad de Morella siempre ha tenido una situación privilegiada que la ha puesto en el ojo de la historia de la península. Fue punto de asentamiento de iberos, romanos, godos y árabes dejando todos ellos su huella. Además fue refugio del último cátaro, según cuentan las crónicas.

Las características geográficas de la zona hacen que sus alrededores sean marco perfecto para la diversión de los más aventureros: desde los picos más altos a los senderos sinuosos, pasando por la belleza de los ríos Bergantes y Cérvol. Aún si el viajero busca misterio, lo encontrará en una comarca rodeada por los mitos y las leyendas, en cierta medida alimentadas por la belleza de sus parajes y la magnificencia de sus construcciones civiles y religiosas.


El santuario de la Balma


Uno de los lugares que más contribuyen a llamar la atención de los curiosos, lo encontramos antes de llegar a la propia ciudad de Morella. El santuario de la Balma, situado a unos 23 kilómetros de distancia, se encuentra en una gran cueva excavada en una rocosa ladera. Su entrada ya sugiere un acercamiento a las entrañas de la tierra y es casi un ejercicio de espeleólogo debido a lo baja que se encuentra la entrada. 


Una vez que se accede al interior, el visitante llega a la capilla donde se encuentra la Virgen de la Balma, en el centro de una gran gruta de tal manera que, si no fuese por las rejas que la rodean, daría la impresión de que apareció allí y no se ha movido.

Lo más espeluznante de este santuario son las donaciones que los fieles que se acercaban dejaban a la imagen en señal de reconocimiento. Se trata de una gran cantidad de reproducciones de distintas partes del cuerpo humano colgadas de una de las pétreas paredes, la mayoría aportadas por enfermos mentales que acudían al santuario a curar sus supuestas posesiones demoníacas.

Más allá de toda la leyenda escabrosa que rodea a este santuario, su composición interna y las panorámicas externas merecen una visita por parte del viajero curioso que se acerque hasta las inmediaciones de Morella.


El castillo de Morella


 
Lo primero que alcanzará nuestra vista al acercarnos hasta la localidad será el imponente castillo que fue construido por los árabes y posteriormente remodelado y reconstruido a lo largo de los siglos. 

Se encuentra sobre la parte más escarpada de un monte presidiendo la ciudad ya que sirvió como residencia, después como prisión de personajes como la condesa d'Urgell y el príncipe de Viana, y también fue punto estratégico y defensivo. Esos muros, fueron contemplados con anhelo por El Cid, que lo conquistó en dos ocasiones antes de tomar Valencia. 

El castillo presenta una mezcla de estilos diferentes ya que fue cambiando de dueños que lo modelaron a su gusto, especialmente durante la Edad Media. De ser un bastión musulmán, pasó a manos cristianas y sufrió diversos ataques que en muchos casos acabaron con parte de su construcción. Pero estos ataques se prolongaron en el tiempo ya que la fortaleza sufrió las guerras de sucesión, de la independencia y las carlistas.

Impresionan las murallas que no sólo rodean al castillo, si no a toda la ciudad y que fueron construidas en el siglo XIV, sustituyendo a otras del siglo XI que fueron destruidas casi en su totalidad por los asedios de El Cid. Este fortín estaba pensado para la perfecta defensa y por ello el acceso es complicado.


No sólo por su situación en lo más alto y rocoso del monte, sino porque está construido para evitar el acceso rápido del enemigo. El visitante podrá comprobarlo paseando por los diferentes y estrechos pasillos formados entre los muros u observando las posiciones desde donde se disparaban los cañones.

La torre del homenaje se llama torre Celoquia y aunque está bastante deteriorada da buena muestra de lo que significaba el castillo en tiempos remotos, lo mismo que las portadas salpicadas a lo largo de toda la muralla como la de Puerta Ferrisa, el Portal de Sant Miquel o el de Sant Mateu.


Cuevas prehistóricas  
Aunque los vestigios prehistóricos y los yacimientos donde se han encontrado testimonio de los dinosaurios del jurásico se encuentran a lo largo de todo el valle que acoge a la localidad, el punto más importante en cuanto a la prehistoria se encuentra en el término de Morella La Vella. En sus cuevas, de fácil acceso para el visitante, se pueden observar pinturas rupestres del neolítico con multitud de representaciones de la figura humana y de completas escenas donde ser muestra al hombre del neolítico en diversas situaciones cotidianas.

Los restos de los grandes saurios y su historia pueden visitarse en un museo habilitado exclusivamente para ello. Allí se exponen sus restos y los de la fauna y flora del cretácico con los que se pretende dar a conocer el pasado más remoto del lugar. El museo se encuentra en la Torre de Sant Miquel, en la muralla de la ciudad.


Fiestas tradicionales

 
La localidad cuenta con numerosas fiestas tradicionales con sus raíces enclavadas en tiempos pasados que mezclan elementos de todas las épocas. Los habitantes de Morella son los fieles herederos de un legado que se transmite y se muestra a través de sus fiestas. 



Como ejemplo, la importancia de los gremios durante la época medieval se plasma en la celebración del Sexenni durante la segunda quincena de agosto cada seis años. Comenzó a celebrarse en 1673 como agradecimiento de que la ciudad se salvase de un terrible brote de peste un año antes. En esta fiesta profundamente religiosa, cada día es patrocinado por un gremio representante de alguna de las actividades económicas o sociales de la ciudad.
 

Monumentos religiosos  
Al margen de las tradiciones que harán conocer la localidad y disfrutar al viajero, la ciudad de Morella está llena de encantos arquitectónicos, donde predomina el estilo gótico en monumentos tanto civiles como religiosos. Valedora de estos últimos es la impresionante iglesia de Santa María la Mayor que cuenta con un pórtico representando a los Apóstoles y otro a las Vírgenes. También son destacables las vidrieras, especialmente las de sus tres rosetones.

Otro de los monumentos religiosos más destacados es el convento de San Francisco. También es de estilo gótico y resalta su sala capitular donde hay una pintura al fresco que representa la Danza de la Muerte del siglo XV, muy poco apreciable por su mal estado de conservación.


Monumentos civiles

 
El conjunto de la arquitectura civil está representado, entre otros, por el ayuntamiento de estilo gótico medieval y la multitud de casas solariegas distribuidas por toda la ciudad. Sobre todo destaca el acueducto, construido entre los siglos XIII y XIV. A pesar de que ha tenido que ser reconstruido en diversas ocasiones, bien por terremotos o bien por las luchas que se desarrollaron en la ciudad, estuvo cumpliendo su primitiva función hasta los años 60 del siglo XX, aunque sólo se utilizaba para el riego agrícola. 


Originalmente el agua era transportada por sus cañerías hasta el aljibe situado en la plaza de La Font. Aljibe que actualmente conserva el pavimento medieval y que cuenta con una fachada monumental. 

El acueducto alcanza en algunos de sus tramos hasta los 13 metros de altura y la armonía de sus formas no tienen nada que envidiar a otras construcciones de este estilo realizados por los romanos en la península Ibérica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario