sábado, 14 de enero de 2012

Al menos tres muertos al encallar un crucero con 4.200 ocupantes en Italia

El 'Costa Concordia' había zarpado de Savona para un periplo por el Mediterráneo



Imagen del Costa Concordia tras encallar.


Era la primera cena a bordo. A las 21.30 del viernes, los 3.200 pasajeros y 1.000 tripulantes del Costa Concordia, un buque que había zarpado dos horas antes del puerto de Civitavecchia -a 80 kilómetros al noroeste de Roma- para realizar un crucero por el Mediterráneo, sintieron un fuerte impacto, un apagón momentáneo y el estruendo de los platos al caer. La voz del capitán -según el testimonio de Luciano Castro, uno de los supervivientes- intentó tranquilizarlos a través de los altavoces: “Solo se trata de un problema eléctrico”. Pero enseguida llegó una nueva orden: “Por precaución, diríjanse a los botes salvavidas”.


A partir de ese momento, según Mara Parmegiani, otra de las pasajeras, “se vivieron escenas propias del Titanic”. Afortunadamente, en esta ocasión el naufragio se produjo justo enfrente de la isla de Giglio, en el archipiélago de Toscana, y un buen número de pequeñas embarcaciones se acercaron enseguida para ayudar. Aun así, al menos tres pasajeros murieron -aunque hay versiones que hablan de seis fallecidos- y otros 14 sufrieron heridas de consideración. Se desconoce aún el número de desaparecidos. Los 12 españoles que viajaban a bordo están ya a salvo, según ha confirmado el consulado español en Roma a Efe.


A las dos de la madrugada, y mientras el barco seguía escorándose sobre el flanco de estribor, todavía quedaban entre 200 y 300 pasajeros esperando ser rescatados. Entre ellos, un buen número de niños. Según los testimonios recogidos por varios medios italianos, algo falló durante la evacuación pese a que el barco estaba encallado a un tiro de piedra de la isla de Giglio.


El armador -la compañía de cruceros Costa- emitió una primera justificación: “La posición de la nave está convirtiendo en extremadamente dificultosas las últimas operaciones de desembarco”. Mientras, en la isla, la población -unos 1.500 habitantes- se afanaba por socorrer a unos náufragos que casi los triplicaban en número.





El crucero ha encallado de madrugada cerca de la pequeña isla italiana de Giglio



La iglesia, el asilo de la parroquia, casas particulares y hasta el hotel Bahamas, que estaba cerrado por tratarse de temporada baja, puso sus habitaciones a disposición de los supervivientes. No solo muertos de miedo, sino también de frío: “Cuando el incidente, estábamos en la cena, y no teníamos mucha ropa encima. Y por supuesto no nos dio tiempo de abrigarnos…”, explica Parmegiani.


El Costa Concordia se dirigía al puerto de Savona (norte de Italia), y desde allí tenía previsto hacer escala en Palermo (Sicilia), Cagliari (Cerdeña), Palma de Mallorca, Barcelona y Marsella antes de volver a Civitavecchia.

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