sábado, 14 de enero de 2012

África no es un país.- Festival de los hombres libres del desierto


"Salvo por el nombre geográfico, África no existe", decía R. Kapucinski. Y sí, desde Europa, simplificamos su realidad hasta hacerla una y pobre, catastrófica y dependiente. Pero África es continente: 55 países, mil millones de personas, multiplicidad de mundos, etnias, voces, culturas... África heterogénea y rica contada desde allí y desde aquí.

 
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Mientras usted lee esto se celebra la última jornada del Festival del Desierto 2012 entre las dunas de Mali, en las afueras de Tombuctú, uno de los eventos musicales más importantes del país y una cita obligada y muy querida para un grupo de habitantes del Sáhara, los tuareg. 

Miembros del grupo (tuareg) Tinariwen (que anteayer estrenaron un tema de su quinto disco a través de la página de Tentaciones, con una entrevista de Carlos Galilea), cofundadores del evento hace ya once años, andaban hace apenas unas semanas por Estados Unidos promocionando el festival y una película documental titulada Essakane Film (*). 

 Esta, dirigida por Kiley Kraskoukas, narra la historia de este acontecimiento musical convertido en internacional en los últimos años. 

De ciudad en ciudad en busca de apoyo y patrocinadores, Tinariwen pasó por Nueva York y una noche de un jueves cualquiera celebraron en The Players Club, una fiesta de donantes. Allí, oh sorpresa, tocaron así, acompañados por JeConte (uno de los donantes) a la armónica, ante un público muy reducido entre los que estaban miembros del estupendo portal Okayafrica, que lo grabaron veloces y lo colgaron en sus páginas. Un gozo.



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El filme cuenta el making off de este festival, señalado siempre en lo titulares como el más remoto del mundo; para nosotros, naturalmente, pero no para ellos, el millón y pico de tuaregs dispersados en una superficie multinacional que es cuatro veces la de España (dos millones de kilómetros cuadrados, la total del Sáhara supera los nueve).

Lo dirige Manny Ansar y justo anteayer 12 de enero comenzó unido al Festival Ali Farka Touré, que se celebra en Niafunké desde el 5 de enero, en la que es su edición más política, por lo que significa en los tiempos que corren (de inseguridad en el norte del país).

El amor por la música de Malie es destacado. Aún siendo uno de los países más pobres del mundo, es nación estable; una democracia islámica en la que conviven distintos grupos religiosos y étnicos en relativa armonía e igualdad. Además de sus enraizadas instituciones democráticas, es también hogar de algunos muy buenos artistas conocidos. Su música, tan identitaria y creativa, le ha dado fama de nación vibrante y rica. 

Y muy dada a la celebración de festivales. Eso, unido al paisaje y al folclore y tirón del mundo bereber, en este caso... "Nadie regresa del desierto siendo el mismo. Quizá sea la ceremonia del té, quizá los cantos de la guitarras, quizá el manto de estrellas en el cielo, que nunca habrás visto igual...", contaba Kraskoukas.

Pero este festival no sirve sólo para escuchar estupendos grupos (unos treinta; este año pocos internacionales) entre la arena sahariana, sino que representa un sostén para la paz y la resolución de conflictos regionales durante sus tres jornadas de duración.

Todos unidos y aparentemente reconciliados alrededor de un sonido sin paredes que lo contengan. Y no sólo los de allí: de Robert Plant, que se subió al escenario con Tinariwen en 2003 y los catapultó, o Jimmy Buffett, numerosos músicos del mundo se han dado cita para compartir sonidos, escenario y vivencias (y estrenos, este año, entre otros, el filme Woodstock a Tombouctou, l'art de la rèsistance) con artistas locales, malienses, tuaregs y subsaharianos mil, llegados desde rincones distintos. 

La lista de los artistas en las sucesivas convocatorias aparece colgada en la web del festival: de Tinariwen, al Tribute to Ali Faka Touré, Habib Koité, Abdoulaye Diabaté, Tartit, Khaira Arby o Groupe Terakaft. 

El periodista alemán Peter Pannke, en Der Spiegel, titulaba hace unos días un artículo sobre el evento Los caballeros azules de la música del mundo, hermosa referencia e estos bereberes que hablan tamasheg y se denominan a sí mismos "habladores de tamasheg" o imazighen, que significa hombres libres


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Ayer mismo actuó la banda Igbayen...


Este encuentro musical significa y ha significado mucho también para el turismo en Mali, sobre todo en comunidades pequeñas. En los primeros años, los occidentales asistentes eran contados, pero con las sucesivas ediciones y las visitas de famosos, su fama de experiencia única e intensa creció; la organización fue mejorando logística y programa, y el número de asistentes desbordó, a veces, lo esperado. 

Lamentablemente, ya no es así, las amenazas sobre la seguridad en el país se han convertido en nubarrones para el evento mismo: las precauciones de los gobiernos occidentales se han incrementado, el miedo echa para atrás a algunos patrocinadores... y todo ello hace peligrar incluso la continuidad de esta reunión festiva. 

Pero sea como sea, los intérpretes tuareg y su pueblo, y los que no lo son pero también pueblan o aman el Sáhara, se seguirán reuniendo bajo el cielo estrellado del desierto a beber té, tocar incansablemente y admirar el espacio infinito y vacío que representa su mundo. Tal como hacen desde el principio de los tiempos.

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