miércoles, 30 de noviembre de 2011

Las “muñecas rusas” de Abelló: de Madrid a las Islas Cayman

ASÍ FUNCIONABA LA RED DE EMPRESAS DEL FINANCIERO

 Las “muñecas rusas” de Abelló: de Madrid a las Islas Cayman 

Juan Abelló y su esposa Ana Gamazo 


Juan Abelló maneja una compleja red de empresas en la que unas compañías son dueñas de otras sucesivamente y cuya estructura enlaza con distintos paraísos fiscales, un sistema de “muñecas rusas” que desenmarañó la Agencia Tributaria, aunque sin consecuencias fiscales.

La matriz del holding es Nueva Compañía de Inversiones, propiedad al 99,99% de Juan Abelló. Esta empresa tenía, en el momento de la investigación, el 93,41% de las acciones de Torreal S.A., la patrimonial de Juan Abelló (ver documento con la estructura societaria del Grupo Abelló). Entre 1992 y 1995 declaró unas pérdidas de más de 3.800 millones de pesetas y una frenética actividad de entrada y salida de divisas (“invisibles”) a cuentas en las Islas Cayman. 

Torreal participaba en una docena de empresas radicadas en Suiza, Holanda, Antillas Holandesas o Panamá, como Investis, Verenice Internacional B.V., Invercapital o Baycon B.V.. Estas firmas le permiten la exención de la práctica totalidad de los beneficios empresariales, mientras las matrices españolas -domiciliadas en el madrileño Paseo de la Castellana (actualmente en la calle Fortuny) daban pérdidas millonarias.  

Torreal tenía a su nombre varios vehículos de alta gama (Lexus, Audi, Volvo) y costeaba gastos como vuelos privados operados por la compañía aérea Gestair, 655.000 pesetas en el restaurante Casa Lucio o un millón de pesetas para abonos taurinos. 

Fuentes de la Agencia Tributaria apuntan que cuando Abelló y su esposa pasaron a declarar un IRPF “ridículo” (de más de 700 millones de pesetas a menos de diez en sólo un año), canalizaron vía empresas los gastos derivados de su tren de vida, como los ya citados o las 868.000 pesetas en vinos Vega Sicilia que abonaron en 1991, antes de que su IRPF se hundiera. Estos gastos de disfrute personal deben tributarse como pagos en especie, al mismo tipo impositivo de un sueldo, no enmascarados en la contabilidad de una sociedad, algo habitual entre los empresarios.

En la citada estructura de “muñecas rusas”, Juan Abelló, Nueva Compañía de Inversiones y Torreal comparten las acciones de Torreal Inmobiliaria, empresa propietaria de varias fincas, partícipe en otras compañías y con salidas de “invisibles” hacia paraísos fiscales, como los 75 millones de pesetas que fueron a parar en 1993 a una cuenta de Curaçao. 

Pese a esta intensa actividad empresarial y contar con unos activos de más de 5.000 millones de pesetas, Torreal Inmobiliaria no pagó ni un euro en impuestos sobre el beneficio en los años que cita el informe de Hacienda (1991 – 1995), en los que arrojó unas pérdidas globales de 717 millones de pesetas. Las participadas internacionales podían registrar enormes beneficios, prácticamente exentos de tributación. 


Una de las mejores pinacotecas de España


El dinero salía hacia los paraísos fiscales y regresaba a España continuamente, ya que las operaciones de las empresas tenían lugar aquí, aunque canalizaran su tributación hacia el extranjero. Además, en ese momento la legislación era más laxa que ahora, aunque el inspector que elaboró el informe apuntó a un claro fraude fiscal.

A través de estas sociedades Abelló ha adquirido muchas de sus obras de arte, la colección privada más importante de España, que cuenta con óleos de Picasso, Dalí, Miró, Modigliani o Canaletto. El informe elaborado por la Unidad de Estudios Económicos y Sectoriales también recoge los resultados de varias sociedades que Juan Abelló compartía con sus hermanas Teresa, Beatriz y Nieves, todas ellas en pérdidas.
  
También registró números rojos de casi 300 millones de pesetas Postuero de las Navas S.A., pese a unos fondos propios de 1.800 millones. Es la propietaria de varias viviendas y de la mítica finca familiar de Los Yébenes (Toledo), donde se ha dado cita la flor y nata del tejido empresarial y político español, con el Rey Juan Carlos a la cabeza, gran amigo del empresario madrileño. Para más inri, la mercantil percibió entre 1991 y 1994 casi diez millones de pesetas en subvenciones por “producción ganadera”.

 

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