lunes, 2 de abril de 2012

Los diputados predican sin el ejemplo: ajustan su presupuesto cuatro veces menos que los ministerios

Hace apenas trece días, el Congreso aprobó congelar su presupuesto un 5,3%; y el Senado, un 3,2%. Pecata minuta, en comparación con el tijeretazo del 16,9% impuesto, de media, a los Ministerios. En la memoria colectiva está la lista de privilegios de la clase política.

 

El día 27 de diciembre se celebraba la sesión de apertura de las Cortes de la X Legislatura, presidida por los Reyes y los Príncipes de Asturias. 


En esta imagen de EFE podemos ver al presidente del Gobierno y a algunos de sus ministros ya en la bancada azul, con su grupo parlamentario detrás, aplaudiendo a Sus Majestades en el Congreso de los Diputados.

Dicen que las comparaciones son odiosas. Y, en esta ocasión, se acepta el dicho. Porque comparar el ajuste aplicado a los Ministerios, vía Presupuesto Generales del Estado, con el del Congreso y el Senado, deja en evidencia que los políticos no predican con el ejemplo.

A los primeros, el Gobierno les ha aplicado un ajuste medio del 16,9%, que alcanza a toda la sociedad, ya que este recorte supone cercenar la inversión pública y, por ende, a todo el empleo que sustenta vía contratos con empresa privadas, sobre todo, en un sector ya seriamente vapuleado, como es la construcción.

Además, este recorte salpica directamente a todos los trabajadores de la Administración Central, cuyos
sueldos se mantienen congelados (aunque en realidad se les ha bajado, al haberseles incrementado la jornada) y cuya oferta de trabajo ha quedado drásticamente recortada, al reponerse solamente una de cada diez salidas.

En cambio, el Congreso se ha apretado el cinturón un 5,3%, mientras que el Senado se ha limitado a un escueto 3,2%, lo que supone, de media, una cuarta parte del esfuerzo ahorrador que se ha pedido al Estado vía Presupuestos Generales.

Detrás de esta diferentes vara de medir están las crecientes críticas contra los beneficios de los diputados. Un malestar que, este año, les ha llevado a eliminar las aportaciones a los planes de pensiones de sus señorías, que se cubrían con dinero público.

Para hacerse una idea del alcance que tenía este beneficio en la nómina de un diputado, basta recordar que el Congreso y el Senado ingresaban el 10% del sueldo base mensual de un diputado -2.813 euros- a este fondo de pensiones.

Sólo con la eliminación de este privilegio se ha recortado en 2,5 millones el presupuesto de las cámaras, que también ha metido ajustes en partidas como protocolo, viajes y subvenciones a los grupos parlamentarios, además de la congelación salarial, que mantienen, como el resto de trabajadores que cobran del erario público.

Sin embargo, este ahorro -que surgió tras la renuncia de alguas nuevas incorporaciones de IU y UPyD a las cámaras a percibir este complemento de la pensión- no se ha replicado en otras de las partidas que han sido criticadas por la opinión pública.

Un ejemplo son las dietas mensuales que reciben por conceptos como alojamiento, que en el caso de un diputado de una circunscripción fuera de Madrid asciende a 1.823,86 euros. Esta cantidad se reduce a 870,56 euros para los representantes electos por la capital.

El problema es que muchas de sus señorías ya tienen vivienda en Madrid, aunque en el Congreso representen los intereses de otra región, lo que convierte esta ayuda en un doble sueldo..., que se ha mantenido en medio del mayor ajuste presupuestario de la democracia.

Entre quienes se benefician de esta ayuda hay varios ministros, como Cristóbal Montoro, que se se presentó por la circunscripción de Sevilla, pero reside desde hace años en Madrid, Jorge Fernández (Interior), Fátima Báñez (Empleo) o Ana Pastor (Fomento).


Parece que los políticos, ministros a la cabeza, no predican con el ejemplo.

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