lunes, 2 de abril de 2012

De Salvio a la escuadra







El Atlético tenía de nuevo a todos los jugadores disponibles. Y Salvio, pese a todo, repitió en el once inicial. Y no por simple rotación. Simeone lo dejó claro: “Adrián no jugó porque Salvio estaba mejor, no por descanso”. Es la ley del Cholo en las alineaciones. 

El que falla, al banco. Por eso Godín, que cometió el penalti ante el Zaragoza, y Miranda, que concedió el jueves el gol del Hannover, dejaron su sitio a Perea y Domínguez. Y el que funciona, sigue. Por eso Salvio, que marcó el gol esperanzador de última hora ante los alemanes, conservó el puesto en el equipo. Al principio, junto a Falcao en la delantera. 

Y a los 24 minutos, el argentino correspondió a su técnico con un gol de la nada. Un centro pasado de Filipe, que Salvio ganó en el salto y mandó con un largo cabezazo parabólico a la escuadra contraria. ¿Quiso hacer eso? Fue gol. El de la tranquilidad para los rojiblancos.

Al instante, Simeone se dejó llevar por su amor a las precauciones y modificó el dibujo. Del 4-4-2 al 4-2-3-1. Dio lo mismo, porque el Getafe siguió sin aparecer. Salvio abandonó el frente de ataque y pasó a la banda derecha. 

Desde allí descolgó su fútbol particular, con la incertidumbre colgada siempre de sus apariciones. Nadie sabe lo que va a hacer con el balón, ni sus compañeros. Trompica las jugadas más que las aclara, pero a veces le salen. Su entrenador confía en él. Y la grada del Calderón también le ha cogido cariño. Ayer coreó su nombre (“Eo, eo, eo, eo; Totó, Totó”) y le perdonó todo. 

No es el ídolo mayor, escalón del que se ha apropiado el Cholo Simeone. Ni llega a lo que se quiere a Diego o a Falcao, pero se ha hecho un hueco en sus corazones a golpe de goles. Seis en el último mes. Salvio crece.

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