La oposición teme que el partido del presidente Calderón rentabilice la visita del Papa
Benedicto XVI llega este viernes a México por primera vez cuando se cumplen 20 años del establecimiento de relaciones diplomáticas entre este país y el Vaticano, está punto de arrancar la campaña oficial para las elecciones presidenciales del 1 de julio y el Senado debate una reforma constitucional que afecta a la laicidad del Estado.
Además, Joseph Ratzinger visita únicamente durante sus tres días de estancia el Estado de Guanajuato —un territorio de tradición cristera donde el Partido Acción Nacional (PAN), del presidente Felipe Calderón, gobierna desde 1991—, sin pisar Ciudad de México, gobernada por la izquierda.
Todas estas coincidencias han desatado las especulaciones sobre los verdaderos motivos del viaje papal en este momento y los temores de la oposición a que el PAN, un partido católico de centro-derecha, lo rentabilice electoralmente.
El nuncio, Christophe Pierre, ha reiterado que Benedicto XVI “no viene a incidir en el periodo electoral” y que se trata de una visita pastoral, aunque dada su condición de jefe del Estado mantendrá un encuentro oficial con el presidente Calderón el sábado. Los candidatos presidenciales —Enrique Peña Nieto, del PRI; Josefina Vázquez Mota (PAN) y Andrés Manuel López Obrador, del Partido de la Revolución Democrática (PRD)— tan solo asistirán como invitados a la misa multitudinaria del domingo donde también estará presente la cúpula del empresariado mexicano.
Sin embargo, el secretario de Estado vaticano, Tarsicio Bertone, ha declarado que Ratzinger viene con un mensaje “en defensa de la familia, la vida y las libertades fundamentales, valores no negociables”, y justamente la libertad religiosa es lo que se debate en el Senado con las reformas de los artículos 40 y 24 de la Constitución.
En el primero se quiere añadir la palabra “laico” en la definición de la República mexicana. El segundo se pretende corregir para permitir la celebración del culto en espacios públicos sin permiso gubernativo previo. La izquierda piensa que este cambio puede implicar la entrada de la Iglesia católica en la enseñanza pública y en la propiedad de medios de comunicación.
El antropólogo Roger Bartra opina que la visita papal “confinada al territorio de la derecha” se produce “en un mal momento” por las proximidad de las elecciones y considera “sintomático que no vaya al DF”, donde está permitido el aborto y el matrimonio homosexual.
El Vaticano ha justificado esta ausencia por la salud del pontífice. La altitud de la capital (2.300 metros) no sería conveniente para un enfermo de 85 años. La salud de Ratzinger explicaría también su gira ahora por México y Cuba, cuando durante los siete años de su reinado tan solo ha visitado América Latina en una ocasión, Brasil en 2007. La Iglesia católica latinoamericana ha sufrido una constante pérdida de fieles en los últimos años ante la pujanza de las sectas evangélicas.
“Me consta que desde que murió Juan Pablo II los Gobiernos mexicanos han presionado para que el nuevo Papa viniera. La clase política de este país se ha acostumbrado a entregar ese regalo al pueblo. No tiene nada que ver con las elecciones”, afirma el historiador Jean Meyer.
Razones de salud aparte, Meyer opina que el Papa no pone el pie en la capital porque “el teólogo Ratzinger no comparte mariaidolatría de su antecesor y ha preferido visitar el monumento a Cristo Rey, en Guanajuato, a la Basílica de la virgen de Guadalupe”. Para el gran historiador de la Cristiada (1926-1929) tampoco es una clave la zona elegida: “Guanajuato es uno de los 17 Estados donde hubo cristeros y no el más importante. Es un cliché considerarlos reaccionarios por ser católicos”.
Benedicto XVI, que no goza entre los mexicanos de la popularidad de Wojtila, que visitó el país cinco veces, tendrá que enfrentarse a una patata caliente, casi tan dura como la de los disidentes cubanos: el escándalo de los abusos sexuales a menores cometidos por el líder de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel. “Habría que exigirle que se pronunciara sobre un caso que la Iglesia ha hecho todo lo posible por tapar”, afirma Bartra. El Papa no tiene previsto reunirse con las víctimas de los pederastas.
Otro aspecto comprometido es la violencia vinculada al narcotráfico que ha causado casi 50.000 muertos desde 2006. El cartel de Los Caballeros Templarios ha aceptado la tregua sugerida por el arzobispo de León durante la visita papal mientras que el poeta católico y líder del Movimiento por la Paz, Javier Sicilia, ha criticado el “silencio cómplice” de la jerarquía eclesiástica ante los asesinatos. Unos 13.000 hombres, entre policías y militares, velarán por la seguridad de Ratzinger durante su estancia en México.
Además, Joseph Ratzinger visita únicamente durante sus tres días de estancia el Estado de Guanajuato —un territorio de tradición cristera donde el Partido Acción Nacional (PAN), del presidente Felipe Calderón, gobierna desde 1991—, sin pisar Ciudad de México, gobernada por la izquierda.
Todas estas coincidencias han desatado las especulaciones sobre los verdaderos motivos del viaje papal en este momento y los temores de la oposición a que el PAN, un partido católico de centro-derecha, lo rentabilice electoralmente.
El nuncio, Christophe Pierre, ha reiterado que Benedicto XVI “no viene a incidir en el periodo electoral” y que se trata de una visita pastoral, aunque dada su condición de jefe del Estado mantendrá un encuentro oficial con el presidente Calderón el sábado. Los candidatos presidenciales —Enrique Peña Nieto, del PRI; Josefina Vázquez Mota (PAN) y Andrés Manuel López Obrador, del Partido de la Revolución Democrática (PRD)— tan solo asistirán como invitados a la misa multitudinaria del domingo donde también estará presente la cúpula del empresariado mexicano.
Sin embargo, el secretario de Estado vaticano, Tarsicio Bertone, ha declarado que Ratzinger viene con un mensaje “en defensa de la familia, la vida y las libertades fundamentales, valores no negociables”, y justamente la libertad religiosa es lo que se debate en el Senado con las reformas de los artículos 40 y 24 de la Constitución.
En el primero se quiere añadir la palabra “laico” en la definición de la República mexicana. El segundo se pretende corregir para permitir la celebración del culto en espacios públicos sin permiso gubernativo previo. La izquierda piensa que este cambio puede implicar la entrada de la Iglesia católica en la enseñanza pública y en la propiedad de medios de comunicación.
El antropólogo Roger Bartra opina que la visita papal “confinada al territorio de la derecha” se produce “en un mal momento” por las proximidad de las elecciones y considera “sintomático que no vaya al DF”, donde está permitido el aborto y el matrimonio homosexual.
El Vaticano ha justificado esta ausencia por la salud del pontífice. La altitud de la capital (2.300 metros) no sería conveniente para un enfermo de 85 años. La salud de Ratzinger explicaría también su gira ahora por México y Cuba, cuando durante los siete años de su reinado tan solo ha visitado América Latina en una ocasión, Brasil en 2007. La Iglesia católica latinoamericana ha sufrido una constante pérdida de fieles en los últimos años ante la pujanza de las sectas evangélicas.
“Me consta que desde que murió Juan Pablo II los Gobiernos mexicanos han presionado para que el nuevo Papa viniera. La clase política de este país se ha acostumbrado a entregar ese regalo al pueblo. No tiene nada que ver con las elecciones”, afirma el historiador Jean Meyer.
Razones de salud aparte, Meyer opina que el Papa no pone el pie en la capital porque “el teólogo Ratzinger no comparte mariaidolatría de su antecesor y ha preferido visitar el monumento a Cristo Rey, en Guanajuato, a la Basílica de la virgen de Guadalupe”. Para el gran historiador de la Cristiada (1926-1929) tampoco es una clave la zona elegida: “Guanajuato es uno de los 17 Estados donde hubo cristeros y no el más importante. Es un cliché considerarlos reaccionarios por ser católicos”.
Benedicto XVI, que no goza entre los mexicanos de la popularidad de Wojtila, que visitó el país cinco veces, tendrá que enfrentarse a una patata caliente, casi tan dura como la de los disidentes cubanos: el escándalo de los abusos sexuales a menores cometidos por el líder de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel. “Habría que exigirle que se pronunciara sobre un caso que la Iglesia ha hecho todo lo posible por tapar”, afirma Bartra. El Papa no tiene previsto reunirse con las víctimas de los pederastas.
Otro aspecto comprometido es la violencia vinculada al narcotráfico que ha causado casi 50.000 muertos desde 2006. El cartel de Los Caballeros Templarios ha aceptado la tregua sugerida por el arzobispo de León durante la visita papal mientras que el poeta católico y líder del Movimiento por la Paz, Javier Sicilia, ha criticado el “silencio cómplice” de la jerarquía eclesiástica ante los asesinatos. Unos 13.000 hombres, entre policías y militares, velarán por la seguridad de Ratzinger durante su estancia en México.
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