El exministro socialista será puesto en detención preventiva, régimen que le permite estar asistido por su abogado desde el primer momento
El exdirector del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss-Kahn, está siendo interrogado hoy martes por la policía judicial de Lille, en el norte de Francia, en un caso de proxenetismo en el que ya han sido imputadas ocho personas.
Según ha informado la fiscalía, el exministro socialista ha sido sometido a detención preventiva, un régimen que se puede extender hasta 48 horas y que le permite estar asistido por su abogado desde el primer momento.
Strauss-Kahn puede salir de la comisaría libre de cualquier cargo o ser directamente presentado ante el juez e imputado. Otra posibilidad es que la justicia espere a examinar su declaración antes de convocarle de nuevo y decidir sobre su suerte.
El caso que amenaza ahora al antiguo dirigente del FMI, quien tuvo que dimitir tras su arresto en Nueva York en mayo del año pasado por presunta agresión sexual a una empleada del Hotel Sofitel, parte de la investigación en torno al Hotel Carlton de Lille, en el que presuntamente operaba una red de prostitución internacional para sus clientes más destacados.
La justicia sospecha que los cabecillas de la trama también organizaban fiestas privadas en diferente ciudades, en las que habría participado Strauss-Kahn.
Entre los protagonistas de esta trama se encuentran varios allegados del político como el comisario Jean-Christophe Lagarde y los empresarios David Roquet, dirigente de una filial de la constructora Eiffage, y Fabrice Paszkowski, propietario de una empresa de material médico, los tres imputados por proxenetismo agravado.
Lagarde habría organizado varios viajes de prostitutas para Strauss-Kahn a París y al menos dos a Washington cuando dirigía el FMI, el último de ellos la víspera de su detención en Nueva York. Los empresarios por su parte habrían financiado estos desplazamientos, posiblemente en parte con dinero de sus empresas.
En cuanto que su nombre salió asociado a esta trama en octubre del año pasado, el que los sondeos daban como favorito para las elecciones presidenciales de este año hasta el episodio del Sofitel, pidió poder declarar ante el juez. DSK, como es conocido en Francia, acababa entonces de regresar de Estados Unidos, donde la fiscalía abandonó los cargos que pesaban sobre él a finales de agosto, tras meses de culebrón judicial que pusieron fin a sus aspiraciones políticas.
Según explica el diario Le Monde, Strauss-Kahn quería sobre todo evitar que la policía irrumpiera de madrugada en su domicilio parisiense con el escándalo de las sirenas resonando, como ocurrió con los imputados del caso Bettencourt en vísperas de las navidades.
El periodista Michel Taubmann, autor de DSK: la contra-investigación, asegura en su libro que Strauss-Kahn reconoce haber “participado en fiestas libertinas” pero que ignoraba quienes eran las mujeres presentes. “Normalmente, las participantes en estas fiestas no son prostitutas (…) Cuando alguien te presenta a su amiga, no le preguntas si es una prostituta”, habría explicado.
En Francia, recurrir a los servicios de una prostituta no es delito en sí. Lo que la policía tratará de averiguar es si Strauss-Kahn participó en la organización de los viajes de las mujeres implicadas en esta trama. En este caso podría ser imputado por complicidad de proxenetismo. El segundo cargo al que se enfrenta es el de complicidad por abuso de bienes sociales en caso de que la justicia considere que sabía que estas reuniones estaban financiadas por empresas.
Según ha informado la fiscalía, el exministro socialista ha sido sometido a detención preventiva, un régimen que se puede extender hasta 48 horas y que le permite estar asistido por su abogado desde el primer momento.
Strauss-Kahn puede salir de la comisaría libre de cualquier cargo o ser directamente presentado ante el juez e imputado. Otra posibilidad es que la justicia espere a examinar su declaración antes de convocarle de nuevo y decidir sobre su suerte.
El caso que amenaza ahora al antiguo dirigente del FMI, quien tuvo que dimitir tras su arresto en Nueva York en mayo del año pasado por presunta agresión sexual a una empleada del Hotel Sofitel, parte de la investigación en torno al Hotel Carlton de Lille, en el que presuntamente operaba una red de prostitución internacional para sus clientes más destacados.
La justicia sospecha que los cabecillas de la trama también organizaban fiestas privadas en diferente ciudades, en las que habría participado Strauss-Kahn.
Entre los protagonistas de esta trama se encuentran varios allegados del político como el comisario Jean-Christophe Lagarde y los empresarios David Roquet, dirigente de una filial de la constructora Eiffage, y Fabrice Paszkowski, propietario de una empresa de material médico, los tres imputados por proxenetismo agravado.
Lagarde habría organizado varios viajes de prostitutas para Strauss-Kahn a París y al menos dos a Washington cuando dirigía el FMI, el último de ellos la víspera de su detención en Nueva York. Los empresarios por su parte habrían financiado estos desplazamientos, posiblemente en parte con dinero de sus empresas.
En cuanto que su nombre salió asociado a esta trama en octubre del año pasado, el que los sondeos daban como favorito para las elecciones presidenciales de este año hasta el episodio del Sofitel, pidió poder declarar ante el juez. DSK, como es conocido en Francia, acababa entonces de regresar de Estados Unidos, donde la fiscalía abandonó los cargos que pesaban sobre él a finales de agosto, tras meses de culebrón judicial que pusieron fin a sus aspiraciones políticas.
Según explica el diario Le Monde, Strauss-Kahn quería sobre todo evitar que la policía irrumpiera de madrugada en su domicilio parisiense con el escándalo de las sirenas resonando, como ocurrió con los imputados del caso Bettencourt en vísperas de las navidades.
El periodista Michel Taubmann, autor de DSK: la contra-investigación, asegura en su libro que Strauss-Kahn reconoce haber “participado en fiestas libertinas” pero que ignoraba quienes eran las mujeres presentes. “Normalmente, las participantes en estas fiestas no son prostitutas (…) Cuando alguien te presenta a su amiga, no le preguntas si es una prostituta”, habría explicado.
En Francia, recurrir a los servicios de una prostituta no es delito en sí. Lo que la policía tratará de averiguar es si Strauss-Kahn participó en la organización de los viajes de las mujeres implicadas en esta trama. En este caso podría ser imputado por complicidad de proxenetismo. El segundo cargo al que se enfrenta es el de complicidad por abuso de bienes sociales en caso de que la justicia considere que sabía que estas reuniones estaban financiadas por empresas.
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