jueves, 19 de enero de 2012

Vídeo._ Crecer no es fácil._ The Maccabees - Given to the Wild

 
 
 
 
 
The Maccabees
 
Given to the Wild
 
 


Reconozcámoslo: hay grupos que dan pereza antes incluso de escucharlos. Puede decirse que son prejuicios absurdos, pero también es un mecanismo de autodefensa desarrollado tras años de desperdiciar tiempo y capacidad auditiva. Si un grupo es joven, llega de Inglaterra y ha salido en portada del NME incluso antes de sacar un solo disco, muchos ya no querrán saber nada. En muchos casos, además, harán bien. 

No obstante, los que actuaron así con los dos primeros discos de The Maccabees se perdieron, algunas bonitas canciones de pop juvenil, romántico y naïf. ‘First Love’ y ‘Precious Time’ (de ‘Colour it in’, 2007) y ‘Love You Better’ (de ‘Wall of Arms’, 2009) sonaban, pese a las guitarras angulares, a confusión post-adolescente en la quebradiza voz de Orlando Weeks. Puede que eso no parezca gran cosa, pero les diferenciaba entre una generación de bandas que reconocían haberse lanzado a la música después de escuchar a Oasis y que tomaron la arrogancia por bandera. 

Su tercer álbum, ‘Given to the Wild’, se presenta ante nosotros como su disco de madurez, algo que siempre da un poco de miedito, sobre todo si viene envuelto en una portada que podrían haber escogido Muse. Después de una intro atmosférica, ‘Child’ -la mejor canción del disco y que recuerda poderosamente a los Foals de ‘Total Life Forever’- marca el tono: la urgencia juvenil da paso a canciones más largas y reposadas, con largos crescendos, mayor protagonismo de los teclados, guitarras cristalinas y ocasionales arreglos de viento. 

La mano de Tim Goldsworthy (ex DFA y productor de Cut Copy o Massive Attack) debe haber tenido mucho peso en un trabajo que parece diseñado para deslumbrar al oyente a base de un sonido envolvente. Pero, por mucho que el tono esté trabajado, hace falta algo más para completar un buen disco. Como les ha pasado recientemente a otra banda británica, se han centrado tanto en cómo sonar que se han olvidado del qué, firmando un disco que deja un balance muy irregular.

Lo mejor de este ‘Given to the Wild’ está en los momentos (escasos, eso sí) en los que no se dejan llevar por la épica y logran sonar sutiles y accesibles, en un terreno el referente más claro -también el mejor- son Wild Beasts.  Por el contrario, en la segunda parte del disco incluyen demasiados momentos (‘Heave’, ‘Went Away’) en los que recuerdan a los Coldplay más melifluos, pero sin su capacidad para completar himnos  de consumo masivo. La madurez, si llega, va a ser más complicada de alcanzar de lo que parece.  


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