La rivalidad de los dos legendarios jugadores de la NBA protagoniza uno de los estrenos más esperados de la temporada neoyorquina
Se enfrentaron por primera vez en 1979 en las canchas de Salt Lake City, en la final de la liga universitaria de baloncesto. Aquel primer choque entre dos chavales del Medio Oeste fue el principio de un duelo que se prolongó más de una década hasta alcanzar dimensiones míticas e inaugurar una edad dorada en la NBA. La rivalidad entre Magic Johnson y Larry Bird, entre Los Ángeles Lakers y los Boston Celtics, un clásico de los ochenta, cautivó a millones de espectadores en una lucha que esta primavera será evocada en los escenarios de Broadway.
“El enfrentamiento entre estas dos figuras se desarrolló en medio de la escena pública. Todo el mundo conocía la rivalidad que les enfrentaba, cada cual lo interpretaba a su manera y leía en ello cosas distintas. Por eso esta historia no trata solo de dos jugadores de baloncesto, sino que habla de la sociedad estadounidense, de clases y de raza”, apunta Eric Somonson el autor de Magic/Bird.
La obra, para la que ha realizado extensas entrevistas con los deportistas, abarca desde aquel primer partido a finales de los setenta hasta 1992 cuando en las Olimpiadas de Barcelona, los dos ídolos jugaron codo con codo en el llamado Dream Team estadounidense. Magic había anunciado apenas un año antes que era seropositivo y que se retiraba.
Pero lo cierto es que el acercamiento a su rival se había producido en 1984, cuando rodaron un anuncio para la marca de zapatillas Converse en la casa de Bird, algo que a Magic no acababa de gustarle, como ha confesado tiempo después. Su historia, considerada por muchos como el resumen de una era, ha inspirado varios libros y el documental de 2010 de HBO Magic & Bird: a courtship of rivals.
El rubio y apuesto Larry creció en Indiana, con un padre que nunca se recuperó de su experiencia de guerra en Corea y que se acabó suicidando cuando él tenía 18 años. El carismático Earvin Johnson, apodado Magic en el instituto, encestó sus primeras canastas en Michigan en el seno de una familia afroamericana que no vivía ajena a las tensiones raciales de la dura ciudad industrial.
Su duelo en las canchas se saldó con la victoria del título de la liga del equipo de Johnson en 1980 y 1982, de Bird en 1981 y tres históricas finales en 1984, 1985 y 1987. Ese último año en el partido que se celebró en Boston, el tiro de Magic desde la línea de triple cuando sonaba el pitido final que dio la victoria a los Lakers, quedó registrado como un hito.
A pesar de su fuerza, la épica del deporte –sobre la que tantas crónicas se han escrito y se escriben– no tiene una larga tradición en el teatro. Pero el equipo que está detrás de Magic/Bird es el mismo que puso sobre el escenario Lombardi, una obra que repasaba la biografía de uno de los más grandes entrenadores de fútbol americano de todos los tiempos. “No estoy del todo seguro del motivo por el que el deporte no llega a los escenarios con más frecuencia”, dice Somonson que también firmó Lombardi. “Creo que hay un cierto tipo de prejuicio entre los artistas y el público que acude al teatro, que consideran que los temas deben ser esotéricos, políticos o sociales.
A mi me fascina el deporte porque captura la imaginación del público de una manera visceral. Me pregunto por qué es así y mis obras son en cierta medida la búsqueda de una respuesta a esto”.
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