El Rayo Vallecano se halla en concurso de acreedores, y gestionado por un administrador judicial. El césped está como está, el peor de toda la Liga BBVA. Las fichas de sus jugadores no son las más elevadas, y muchos de ellos han denunciado impagos.
Y, sin embargo, por esos misterios del fútbol y la economía, por el buen ojo de su director deportivo, Felipe Miñambres, y su mano izquierda para la diplomacia con otros equipos, ha sido el club que mejor resultado ha extraído del mercado de invierno. Su triunfo ante el Betis (3-0) lo escenificó a las mil maravillas.
Joel, del Atlético hasta finales de enero, apenas tuvo trabajo en la portería. Pero superó todo lo que le exigieron. Especialmente en las salidas por alto. Y hasta se animó como asistente. Un pase suyo pudo abrir el marcador.
Pulido, también del Atlético hasta que se abrió el mercado, ha tapado el agujero que se produjo con el traspaso de Jordi y dado seguridad a la defensa. Lo demostró sobre todo en el único aviso con peligro de verdad del Betis, tirándose al suelo de Jorge Molina en el momento justo.
Armenteros no pudo triunfar en el Sevilla en la primera vuelta. Así que en enero se volvió al Rayo, al que ya ayudó con sus 20 goles el curso pasado para ascender. Y ha recuperado el olfato. Su pierna izquierda no falla.
Y luego está Diego Costa, la joya de todas las joyas. El cuarto refuerzo de invierno, propiedad del Atlético, se tiró seis meses lesionado. Se incorporó en navidades al Rayo para recuperar la forma. Y la ha liado. Ayer marcó su quinto gol y dio su tercera asistencia. Pero por pases y remates pudo presumir mucho más. Fue tal su exhibición que no sólo Vallecas le aplaudió al ser sustituido. También lo hicieron hasta los rivales.
Los cuatro jinetes del mercado. Llegaron al Rayo a préstamo, como cedidos, a coste cero. Y han disparado al Rayo hasta la zona de arriba de la clasificación. La prueba más clara de que en el fútbol no todo es el dinero.
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