jueves, 1 de marzo de 2012

El problema es de Torres

Enrique Marqués

Escuche ayer de forma recurrente aseverar que “Del Bosque tiene un problema”. La supuesta causa es Roberto Soldado y su aparición a empujones en la Selección, que desde que gana cosas importa más.

Es verdad que el debate viene gastado por antiguo. Varios meses hablando de Soldado y de Torres terminan por quitar atención sobre ambos.

 Sin embargo, en una semana todo ha cambiado. El escenario es otro.

Del Bosque decidió que no podía esperar más por El Niño y Soldado, en cuando ha visto abierta la rendija de la puerta, se ha colado hasta la cocina.

Torres 

El deporte vive de estas cosas. Puntos de inflexión constantes y dramáticos. Historias imprevisibles que superan cualquier pronóstico.

Ahora resulta que un solo partido ha relegado a Torres a la categoría de aspirante. Esa en la que tienes que hacer más méritos que los demás para ser considerado.

Sucede que Torres no está para méritos. Está para sopitas y diván. Y ahí llega el problema.
Porque, aunque no lo queramos afrontar, es un problema cargarse al delantero que nos dio un buen trozo de Eurocopa hace cuatro años. Eso y que es uno de los jugadores con más cartel que tenemos, por muchos videos vacilones que le hagan.

Es aquí donde hay que elegir bien dónde se coloca la patata hirviendo. En la mochila de Del Bosque no, desde luego. El elije lo que ve mejor y si no hay ostras compra almejas. Soldado parece fuera de la cuestión. Tal y como está el chico, el problema sería no llevarle.

Queda Torres. Queda el más dañado y más señalado. La patata va a ser para él, y es de las que queman.

Más allá de simpatías y afectos, su ausencia de la primera línea, tanto en el Chelsea como en la Selección, sólo es achacable a su rendimiento.

Cuando ha estado bien nadie le ha podido desbancar. Ahora, no hacerlo supondría coleccionar injusticias. Es hasta posible que el relevo haya llegado con restraso.

Lo siento por Torres, de verdad, pero el problema no lo tienen ni Del Bosque ni Soldado ni Negredo ni Llorente. Lo tiene él. Y a partir de hoy, también su psicólogo, si es que no quiere ser despedido.
Hay ocasiones en las que tiene más valor retornar a la élite que llegar inicialmente a ella. Esta es una de ellas. Pues eso.

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