Un porteador muestra de espaldas el cesto de bambú con el que carga materiales.
- La multiusos planta asiática se convierte en el mejor aliado de Carlos Soria
La imagen más popular del mundo, al mencionar la palabra bambú, sería
probablemente la de un oso panda en medio de una opípara comida. En
Asia, su uso comprende un sinfín de posibilidades, desde el sector de la
construcción hasta el decorativo, cada vez más apreciado por los
turistas.
Sin embargo, para el alpinismo de gran altura, la utilización del bambú puede significar la diferencia entre la seguridad o el desastre: en el Himalaya, tener o no a mano unas cuantas cañas de la popular planta separa el hacer cima y volver sano y salvo, de sufrir un accidente seguro.
Miles de aficionados a la montaña en todo el mundo seguramente desconocen que en las alturas nepalíes, una caña de bambú clavada en el suelo es el indicador de que se está siguiendo una "ruta segura", evitando las profundas grietas ocultas por la nieve.
Generalmente con un trapo o banderita roja en el extremo, el camino de ascenso a un ochomil está constantemente salpicado de estas señales, con más frecuencia según se avanza en altitud. Por ello, no es nada extraño observar a los sherpas de las grandes expediciones ir cortando cañas de unos 50 centímetros de longitud, que posteriormente usarán en su ascenso a las cumbres.
"Mucha gente se sorprende cuando ve fotografías en el Himalaya, donde se suele ver a los sherpas cargando manojos de bambú que luego utilizamos en altura", explica Carlos Soria. "En el caso del Annapurna, hay buena parte de la ruta de ascenso marcada con cañas para evitar grietas que podrían ser muy peligrosas, especialmente cuando hay mucha nieve, que suele ser lo habitual. Yo siempre me preocupo de que tengamos bambú suficiente, porque nunca sabes cuánto ni cuándo lo vas a necesitar".
Incluso las tiendas de campaña se aseguran con bambú. A partir de los 5.000 metros, cuando la nieve llega a tener espesores de varios metros, los alpinistas encuentran casi imposible asegurar su "casa" con las tradicionales clavijas metálicas. Es ahí cuando entra el bambú, que sirve para clavar las tiendas en la nieve.
Y además, cuenta con la ventaja que se puede dejar en el sitio, sin perjudicar al medio ambiente y ahorrando trabajo a la hora de desmontar los campamentos. En condiciones muy hostiles, se cortan los vientos -las cuerdas que sujetan las tiendas-, y se puede iniciar el descenso.
Obviamente, los usos más básicos del bambú en Asia también son útiles para los alpinistas de grandes montañas. Los porteadores de materiales lo utilizan para elaborar cestos con los que transportan hasta 30 kilos atados a la espalda o sujetos con la cabeza. Y todavía hoy se pueden encontrar cuerdas trenzadas con fibra de bambú, tan resistente como el acero para compactar atillos, bultos o dar solidez a las cargas.
Una planta simple, bella en medio de la naturaleza -es famoso el Bosque de Bambú que se cruza para llegar al campo base del Annapurna- y que, pese a los avances tecnológicos, sigue sin tener sustituto a la hora de salvar multitud de vidas.
Sin embargo, para el alpinismo de gran altura, la utilización del bambú puede significar la diferencia entre la seguridad o el desastre: en el Himalaya, tener o no a mano unas cuantas cañas de la popular planta separa el hacer cima y volver sano y salvo, de sufrir un accidente seguro.
Miles de aficionados a la montaña en todo el mundo seguramente desconocen que en las alturas nepalíes, una caña de bambú clavada en el suelo es el indicador de que se está siguiendo una "ruta segura", evitando las profundas grietas ocultas por la nieve.
Generalmente con un trapo o banderita roja en el extremo, el camino de ascenso a un ochomil está constantemente salpicado de estas señales, con más frecuencia según se avanza en altitud. Por ello, no es nada extraño observar a los sherpas de las grandes expediciones ir cortando cañas de unos 50 centímetros de longitud, que posteriormente usarán en su ascenso a las cumbres.
"Mucha gente se sorprende cuando ve fotografías en el Himalaya, donde se suele ver a los sherpas cargando manojos de bambú que luego utilizamos en altura", explica Carlos Soria. "En el caso del Annapurna, hay buena parte de la ruta de ascenso marcada con cañas para evitar grietas que podrían ser muy peligrosas, especialmente cuando hay mucha nieve, que suele ser lo habitual. Yo siempre me preocupo de que tengamos bambú suficiente, porque nunca sabes cuánto ni cuándo lo vas a necesitar".
Incluso las tiendas de campaña se aseguran con bambú. A partir de los 5.000 metros, cuando la nieve llega a tener espesores de varios metros, los alpinistas encuentran casi imposible asegurar su "casa" con las tradicionales clavijas metálicas. Es ahí cuando entra el bambú, que sirve para clavar las tiendas en la nieve.
Y además, cuenta con la ventaja que se puede dejar en el sitio, sin perjudicar al medio ambiente y ahorrando trabajo a la hora de desmontar los campamentos. En condiciones muy hostiles, se cortan los vientos -las cuerdas que sujetan las tiendas-, y se puede iniciar el descenso.
Obviamente, los usos más básicos del bambú en Asia también son útiles para los alpinistas de grandes montañas. Los porteadores de materiales lo utilizan para elaborar cestos con los que transportan hasta 30 kilos atados a la espalda o sujetos con la cabeza. Y todavía hoy se pueden encontrar cuerdas trenzadas con fibra de bambú, tan resistente como el acero para compactar atillos, bultos o dar solidez a las cargas.
Una planta simple, bella en medio de la naturaleza -es famoso el Bosque de Bambú que se cruza para llegar al campo base del Annapurna- y que, pese a los avances tecnológicos, sigue sin tener sustituto a la hora de salvar multitud de vidas.
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