martes, 10 de enero de 2012

Los grandes premios de F-1 en Montmeló y Valencia, acosados por la crisis económica

Un lujo en extinción

Imagen del circuito urbano de Valencia

Imagen del circuito urbano de Valencia durante una de las carreras disputadas en él.
 

El 19 de diciembre de 2005, pocos meses después de haberse proclamado por primera vez campeón mundial de fórmula 1, rompiendo la hegemonía de Michael Schumacher, Fernando Alonso, que corría con Renault, anunció su fichaje por McLaren para 2007. Llegado el día, la presentación del equipo británico y su flamante incorporación se llevó a cabo en Valencia con la Ciudad de las Artes y las Ciencias engalanada en una ceremonia pomposa que contó con la actuación del Circo del Sol y un concierto de la violinista Vanessa Mae.

La diferencia entre ambos circuitos es que el catalán se explota todo el año

Aquella representación no fue más que la proyección de la apuesta que el Gobierno de la Comunidad Valenciana se disponía a hacer por la F-1. Así, cuatro ediciones del Gran Premio de Europa se han disputado allí. Pero la coyuntura económica actual no tiene nada que ver con la de entonces y aquel caramelo se ha envenenado. 

En esa encrucijada se encuentra también el Gobierno de Cataluña, por más que las perspectivas del Gran Premio de España (Montmeló) y el de Europa (Valencia) sean distintas debido a que los condicionantes que rodean a ambos no tienen nada que ver. Hoy por hoy, España es el único país que alberga dos pruebas del Mundial, un lujo que probablemente desaparecerá pronto.

Si hace solo un par de años el PP valenciano proclamaba a los cuatro vientos su intención de convertir su carrera en un acontecimiento duradero, el Ejecutivo de Alberto Fabra, actual presidente de la Generalitat, ha puesto en marcha un agresivo plan de ajustes que tiene como medida prioritaria la renegociación del contrato con Bernie Ecclestone, el patrón del gran circo. Ese leonino acuerdo asciende a unos 20 millones de euros anuales en concepto de tasa y expira en 2015. 

Por si fuera poco, también hay que atender a que el Gobierno valenciano salió en diciembre al rescate de Valmor Sports, hasta entonces el promotor, y se hizo cargo de sus pérdidas, unos 22,5 millones. A esa cifra hay que añadir otros 22 millones que Canal 9 se comprometió a pagar a Ecclestone por los derechos televisivos entre 2010 y 2013.

Los números de Montmeló y Valencia no se parecen. El circuito de Valencia es urbano y apenas puede explotarse, pero el de Montmeló estuvo ocupado en 2011 durante 324 días y a pleno rendimiento en marzo, mayo, junio, septiembre y octubre. El balance de 2010, el último que figura en el Registro Mercantil, refleja que el trazado barcelonés facturó 30,1 millones. Registró unas pérdidas de 4,7 millones de euros, dejando a un lado el impacto económico del circuito en hoteles o restaurantes.

El Ejecutivo de Artur Más, no obstante, ya ha comentado en varias ocasiones su intención de analizar pormenorizadamente las partidas destinadas al mismo, como ayer volvió a deslizar Andreu Mas-Colell, consejero de Economía, en RAC-1. "La celebración del gran premio de fórmula 1 no es lo primero que nos repensaremos, pero estamos en un tiempo en que tenemos que mirar línea por línea en qué gastamos el dinero y en la fórmula 1 nos gastamos mucho", dijo. El contrato que vincula a Montmeló con la F-1 estipula un canon de unos 17 millones por temporada, una cantidad que crece alrededor de un 10% anualmente hasta 2016.

La réplica a las declaraciones de Mas-Colell tardaron bien poco en producirse, esta vez por boca de Salvador Servià, director del Circuit. "Tenemos un impacto de 130 millones y prescindir de la fórmula 1 es caro para el país", advirtió dejando entrever las martingalas que uno debe hacer si quiere romper un contrato firmado por Ecclestone, especialista en repartir por el mundo caramelos de esos que pueden terminar envenenándose.

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