lunes, 5 de marzo de 2012

Un disidente de ETA: “La orden era, vosotros matad todo lo que podáis”

Un programa de TV3 muestra el testimonio del hijo de una víctima y de un disidente

Los dos participan en los encuentros entre víctimas y presos de ETA

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El etarra Iñaki Rekarte


Sus miedos, sus sentimientos, sus esperanzas y su visión del sinsentido terrorista. Los encuentros entre familiares de víctimas y los presos arrepentidos de ETA, organizados por Instituciones Penitenciarias y la Oficina de Víctimas del Gobierno vasco, presentan un retrato descarnado del terror de la banda. El programa de TV3, El Perdó, ha emitido un reportaje en el que el hijo de José Manuel García Cordero, delegado de Telefónica, asesinado en octubre de 1980, y el etarra Iñaki Rekarte, autor de varios asesinatos y con 23 años en prisión, narran su experiencia en esas reuniones.

“Tienes un listado de muchos objetivos, tienes un folio, que te mandan. No sé quién te lo manda. Conocer, no conoces a nadie cuando estás ahí [en ETA], igual conoces a dos personas. Y el encargo era venir, hacer todo lo que pudieras… las palabras exactas eran: vosotros matad todo lo que podáis”, de esa forma explica Rekarte, que ingresó en la banda como 19 años “sin pensar mucho”, cómo recibía las órdenes de la banda terrorista.

Según sus palabras, la sensación cuando ingresó en ETA era que “desaparecía el futuro. “Cuando estás dentro no tienes ganas de vivir. Y te da igual que te maten”. Rekarte no logró reunirse con familiares de ninguna de sus víctimas. Mantuvo un encuentro con la viuda de un asesinado por otro terrorista. “Vienen sin odio, y eso te derrumba”, confiesa en el programa.

Iñaki García Arrizabalaga, uno de los siete hijos del asesinado José Manuel García Cordero, revela a través de su testimonio que el recluso con el que mantuvo el encuentro le confesó que para algunos de ellos, que les detengan, es una liberación, una forma de escapar de la presión a la que les sometían los jefes de ETA para que matasen.También que son incapaces de mirar a sus víctimas a los ojos.

“Yo tenía la sensación de que para él venir a esta reunión era más duro y costoso que para mi. Y cuando le tendía mano no solo fue un gesto de saludo, sino de aquí te traigo. Ven conmigo que quiero hablar contigo”, subraya sobre la reunión.

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