Hay una sub-especie del tenis que nadie quiere ser, un estatus al que se llega nueve de cada diez veces por necesidad y no por vocación: el doblista.
Jugar dobles implica ser el último en la escala social del tenis, estar condenado a que la gloria y la atención pasan de largo y, si llegan, casi lo hagan por piedad. La mayoría de los doblistas ni siquiera se atreve a abrir la boca en las asambleas de jugadores.
“Habría 10.000 veces más gente viendo jugar a Rafa Nadal al ping pong contra un hipotético Chun Lu que siguiendo un partido de dobles en tenis”, graficó a dpa David Marrero.
El español de 31 años es hoy el número 39 del mundo en la especialidad por parejas, mientras que en individual -que ya no juega-no logró pasar del 144. Su compañero en dobles es su compatriota Marc López, dos años menor y 41 del mundo.
“En 2004 estaba 105 del mundo en singles, pero nunca pude dar el salto a los 100 primeros. Jugar en individuales ya no es realista”, admitió a dpa López, cuyo rostro es conocido por muchos aficionados gracias a la estrecha relación que mantiene con su compatriota Rafael Nadal.
López jugó varios torneos de dobles en compañía del número dos del mundo, amigo suyo desde la adolescencia. Y no tiene problema alguno en admitir lo obvio: hay mucho más público siguiendo sus frecuentes entrenamientos con Nadal, que lo tiene como uno de sus “sparrings” predilectos, que el que lo ve a la hora de jugar por los puntos y los dólares en el dobles.
“No es un poco… Es mucho, ¡mucho más público! Y lo entiendo. Si yo fuese aficionado también iría ir a ver entrenar a Rafa antes que a mí en dobles”.
Hace unas décadas el dobles tenía otro estatus, porque las grandes figuras también lo jugaban. Lo hacían John McEnroe, Illie Nastase, Stefan Edberg, Pat Cash y tantos otros. Ahora, salvo puntuales apariciones de Nadal o del serbio Novak Djokovic, las estrellas se concentran en sus carreras individuales.
Marrero admite que los doblistas son, en el fondo, singlistas frustrados: “Casi todos los que juegan dobles intentaron el individual”.
Y López se lamenta de que jamás se los vea en televisión.
“Cuando ganamos Indian Wells con Rafa lo dieron en la televisión estadounidense. Pero en España es impensable, sólo se ve el dobles en Copa Davis. O juegas con Nadal, o no sales en los medios”.
Pese a que los partidos se juegan en escenarios secundarios o ante tribunas raleadas a primera o última hora en el estadio central, el dobles es un buen negocio para los jugadores.
Le sucede al argentino Eduardo Schwank, por ejemplo, que quiere dejar de jugarlo, pero no puede.
“No tendría que estar jugando tanto dobles, sino estar entrenando el singles. Pero me va bien, y también aporta dinero, hay que ser sinceros. Con ese dinero puedo financiar al equipo de gente que me apoya y viajar por el circuito”.
Schwank es doblista en el equipo de Copa Davis de su país, y viene teniendo también éxito en una variante que muchos desprecian, la del dobles mixtos.
“No, en el club, de joven, jamás jugué un partido de dobles mixtos”, reconoce a dpa Schwank. “Pero hay que ser sincero: rinde un buen dinero”.
La ATP y los torneos tienen relativamente marginado al dobles, cuya duración buscan acortar permanentemente. Nadal cree que, si quisieran, hombres como él, Djokovic o Roger Federer podrían jugar dobles con éxito. Y cita el ejemplo de los hermanos Mike y Bob Bryan, una de las mejores parejas de las últimas décadas.
“El primer objetivo de los Bryan era jugar el individual. Por algo los singlistas están ahí y los del dobles, en el dobles. El primer objetivo es siempre el single, pero por ahí no compensa estar 90 del mundo en singles. Y la carrera del doblista tiene menos desgaste, se puede alargar más”.
“Hay algo cierto”, concluye el número dos del mundo: “No todos los singlistas están capacitados para jugar dobles con éxito. Pero los mejores, sí”.
Y López resume con contundencia la idea esbozada por su amigo: “Los mejores del mundo en individuales pueden jugar mejor en dobles que cualquier doblista”.
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