En la oscuridad de la cueva, las orejas del murciélago son como dos pequeños radares. Desde hace miles de años, estos animales libran una silenciosa batalla con las polillas. Algunos insectos han aprendido a esquivar los ataques y cualquier pequeña mejora en la detección del rival puede significar la supervivencia. Por eso es vital ser el más rápido.
El equipo de Rolf Müller, del Virginia Tech, estudia desde hace años la manera en que los murciélagos utilizan la ecolocalización para capturar a sus presas. Su último estudio, publicado en Physical Review Letters, desvela hasta qué punto ha evolucionado su capacidad para orientarse en la oscuridad. Los murciélagos son capaces de reconfigurar la forma de sus orejas en milésimas de segundo, lo que les permite escuchar con una precisión aún mayor.
"Ciertos murciélagos", explica Müller, "pueden cambiar la forma de sus orejas de un modo que les permite mejorar el patrón de audición ultrasónica. En una décima de segundo, estos murciélagos cambian la forma del pabellón auditivo de una configuración extrema a otra".
Para el estudio, el equipo de Virginia Tech ha utilizado cámaras de alta velocidad y tomografía de alta resolución. Esta tecnología les ha permitido reconstruir en tres dimensiones la geometría de las orejas de murciélagos de herradura y comprobar cómo se deforman en brevísimos intervalos.
El estudio concluye que estos movimientos les proporcionan una orientación espacial al entorno en una escala de tiempo muy corta. En comparación, aseguran, "el parpadeo de un ojo humano dura entre dos y tres veces más tiempo".
El equipo de Müller es pionero en la investigación sobre los sistemas de navegación de los murciélagos. En el año 2009 descubrió que el murciélago de herradura utilizaba la nariz para enfocar mejor sus chillidos ultrasónicos a manera de sónar. Mediante el estudio de 120 especies, también demostró que los murciélagos utilizan sus orejas y hocicos para aprovechar las frecuencias de resonancia.
Estas investigaciones pretenden encontrar una aplicación práctica en bioingeniería, es decir, mejorar los sistemas de localización diseñados por el hombre inspirándose en las soluciones que los murciélagos han encontrado naturalmente después de millones de años de evolución.
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