El actor, detenido por destrozar un bar como miembro
de un piquete en la huelga general, se ha convertido en «adalid» de las
causas perdidas y «pancartero» de la izquierda más radical
Desde que presentó los Goya en 2003, la gala
protagonizada por el «No a la guerra», Willy Toledo se ha convertido en
el «adalid» de las causas perdidas; No hay manifestación organizada por
la izquierda en la que el actor no vaya en la cabecera. Pero el 29 de
marzo, el protagonista de «Crimen ferpecto» mostró su verdadera cara.
Era media noche, sólo hacía media hora que había comenzado oficialmente
la huelga general organizada por los sindicatos cuando Toledo,
acompañado de unas 15 o 20 personas, asaltó el bar La colonia de San
Lorenzo, en el madrileño barrio de Lavapiés. «Estaban borrachos y
fumados», asegura a Rafael Contreras, el dueño del local, aún
sobrecogido por los incidentes. «Dijeron que eran un piquete informativo
y me increparon por tener el negocio abierto.
También empezaron a
insultar a los clientes», añade el empresario, que apenas dos horas
después ya había puesto una denuncia en la comisaría de Arganzuela.
A pesar de que él les dijo que iba a cerrar ya y les suplicó que no causaran daños en el establecimiento, hicieron caso omiso a sus palabras: «Cogieron el extintor y lo abrieron disparando hacia los clientes y hacia mí hasta que lo vaciaron por completo». No contentos con eso, «tiraron sillas, mesas y empezaron a lanzar botellines de cerveza contra la barra sin preocuparse de si pasaba alguien por delante», añadió el propietario.
Durante el incidente, Willy Toledo decidió ejercer el papel de protagonista de esta «película de acción» y, según varios testigos, se dedicó a alentar a sus compañeros y destrozar el mobiliario mientras insultaban a todo el que estaba en el bar, clientes incluídos.
A pesar de que él les dijo que iba a cerrar ya y les suplicó que no causaran daños en el establecimiento, hicieron caso omiso a sus palabras: «Cogieron el extintor y lo abrieron disparando hacia los clientes y hacia mí hasta que lo vaciaron por completo». No contentos con eso, «tiraron sillas, mesas y empezaron a lanzar botellines de cerveza contra la barra sin preocuparse de si pasaba alguien por delante», añadió el propietario.
Durante el incidente, Willy Toledo decidió ejercer el papel de protagonista de esta «película de acción» y, según varios testigos, se dedicó a alentar a sus compañeros y destrozar el mobiliario mientras insultaban a todo el que estaba en el bar, clientes incluídos.
En el
local había unas cinco o seis personas que, asustadas, se fueron sin
pagar sus consumiciones. «Menos mal que la gente que estaba sentada en
la barra era pacífica y no se enzarzaron en una pelea, si no, se podría
haber liado algo muy gordo, incluso podría haber heridos», relata Rafael
que trató en todo momento calmar a los agresivos piquetes, mientras
Toledo y sus secuaces continuaban lanzando objetos, haciendo pintadas en
la fachada y golpeando las persianas.
Cuando decidieron que ya habían cumplido con su «misión» se marcharon. A los pocos minutos aparecieron unos agentes de paisano que, al ver lo que había sucedido en el local, sugirieron a Rafael que denunciara.
Cuando decidieron que ya habían cumplido con su «misión» se marcharon. A los pocos minutos aparecieron unos agentes de paisano que, al ver lo que había sucedido en el local, sugirieron a Rafael que denunciara.
Denuncia del altercado
En el atestado se acusa a Willy Toledo de «agredir a los presentes» y «alentar a las masas a causar destrozos». Incluso declara que «comenzaron a hacer hogueras con los servilleteros». El propietario ya ha calculado que el importe de los desperfectos asciende a 1.000 euros. «Me parece muy bien que quisieran hacer huelga, yo lo respeto, pero que me respeten ellos a mí.
Yo soy un trabajador, este bar lo levanté hace
tres meses yo solo», se lamenta. Asimismo, quiso aclarar a este
periódico que él no tiene «nada personal en contra de Willy Toledo», y
que denunciaría a cualquiera que perjudicase su negocio. «En este caso
ha coincidido que ha sido él, pero haría lo mismo con alguien que no
fuese conocido».
Toledo desmiente los hechos
La noticia salió a la luz rápidamente. En las redes sociales fue uno de los temas más comentados junto con lo que sucedía durante la huelga, aunque en un principio se dio la versión de que Willy Toledo había sido detenido y no denunciado.
Por su parte, el actor se preocupó de desmentir públicamente esas informaciones asegurando que él no había sido «ni detenido ni denunciado», que no había estado en ningún bar de Lavapiés y que sólo había ejercido de piquete informativo en unos estudios de televisión de las afueras de Madrid, en donde estuvo todo el día hasta que se unió a la manifestación organizada por la tarde.
Sus palabras fueron respaldadas por el Sindicato de Actores, que llegó a emitir un comunicado de Prensa para aclarar lo sucedido. Sin embargo, las primeras versiones de la noticia se corroboraron al final de la jornada. Sobre las once de la noche del jueves, cuando todavía no habían pasado ni 24 horas desde los destrozos del bar de Lavapiés, la Policía se desplazó hasta el domicilio del actor y lo arrestó.
Willy Toledo pasó
la noche en dependencias de la Brigada Provincial de Información de la
Comisaría de Moratalaz, en Madrid, y el viernes por la mañana prestó
declaración ante el Juzgado de Instrucción número 4 de Plaza de
Castilla, cuyo titular, Marcelino Sexmero, tuvo ayer trabajo tomando
declaración a 15 personas, entre ellas el actor. A Toledo se le
atribuían, al menos, los delitos de atentado y resistencia contra la
autoridad.
«Alfombra roja» en los juzgados de plaza de Castilla
La Policía fue a su casa de Carabanchel sobre las 23 horas del 29 de marzo y allí le encontró. Se lo llevaron detenido y, tras pasar una noche en los calabozos de la comisaría de Moratalaz, por la mañana le trasladaron a la sede judicial.
Tras declarar ante el juez de guardia
en Plaza de Castilla por los destrozos causados en el bar de Lavapiés,
Willy Toledo quedó en libertad provisional sin fianza y sin medidas
cautelares, aunque a la espera de juicio por delito contra los
trabajadores, daños y atentado contra la autoridad.
A su salida de los
juzgados de Plaza de Castilla, Toledo fue recibido por sus compañeros de
profesión como si fuera un ídolo de masas. En la puerta le esperaban,
entre otros, Marisa Paredes, Juan Diego Botto, Alberto San Juan y Javier
Gutiérrez, que le abrazaron y aplaudieron.
Estos actores también suelen
ser cabezas visibles en multitud de manifestaciones y protestas. Pero
en su última «hazaña», no le acompañaba ningún otro artista «de la ceja»
conocido. Sin embargo, el defensor de los «débiles» y las «causas
injustas» no dudó, en el inicio de la huelga general, en arremeter
contra el dueño de un pequeño bar de Lavapiés.
El propietario, de
nacionalidad peruana, asegura en la denuncia que el grupo de 15 o 20
personas que entraron en su bar cuando él trataba de cerrarlo le
insultó: «Eres un empresario de mierda», «O cierras o te vamos a dar»,
le espetaron. Hicieron pintadas, rompieron la vajilla, utilizaron el
extintor contra los clientes y hasta quemaron servilleteros, según la
denuncia.
EL PIJOFLAUTA DE «BEVERLY URGEL»
Cuando no está en ninguna manifestación, Willy Toledo se refugia en su
casa de «La colonia del Tercio», en Carabanchel. Un barrio humilde al
que también llaman irónicamente «Beverly Urgel», ya que hay varios
personajes famosos que viven en esa zona.
Las viviendas son de dos
plantas, cada una mide unos 60 metros cuadrados aproximadamente, tienen
un patio privado y están valoradas en unos 300.000 euros. Es habitual
verle por los bares del vecindario, comprando tabaco o charlando con
amigos en el parque del Merino.
Los que viven cerca aseguran que hace
«mucha vida de barrio», incluso presentó su libro «Razones para la
rebeldía» en la Casa del Barrio de Carabanchel. Su padre, José Toledo,
fue uno de los médicos pioneros en cirugía torácica en España y los
vecinos del barrio de Alonso Martínez, donde vivían, describen a su
madre como una mujer «muy elegante».
Además, Willy Toledo estudió en el
Colegio Estilo, situado en El Viso, una de las zonas más elitistas de
Madrid, donde se imparte un sistema educativo inspirado en la
Institución Libre de Enseñanza, en el que se hace un seguimiento
individual a cada alumno y donde no se utilizan libros de texto.
Numerosos intelectuales, artistas y escritores matriculan a sus hijos en
este colegio.
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