martes, 3 de abril de 2012

La Gran Pirámide es un catálogo de historia y la única maravilla del mundo en pie.

 
Resumen en un reportaje del contenido de una biblioteca llena de jeroglíficos. No resolvemos si las tres pirámides de Egipto eran tumbas, templos u obras esotéricas
 
 



Nadie puede caminar impasible ante las piedras sagradas de la Gran Pirámide de Giza, la única de las Siete Maravillas del Mundo antiguo aún intacta. Los visitantes, hoy turistas extranjeros tienen que pagar 50 libras egipcias para entrar en contacto con los misterios que suponen, les aguardan.

Ante una obra humana de semejante calibre, tan grande y tan absolutamente resistente al paso del tiempo, continúa siendo inevitable preguntarse (al igual que hiciera Herodoto y luego Napoleón) cómo fueron levantadas las pirámides, y sobre todo, por qué. Y es que el inmenso esfuerzo que supuso extraer, transportar, tallar y encajar cada uno de los bloques no hubiese sido posible sin una fuerza espiritual que impulsase los músculos y la voluntad de los trabajadores en la erección de esta magna construcción, la más imponente de toda la historia de la humanidad.

En la quinta hilera de entrada hay una puerta abierta en el siglo IX de nuestra era por el califa persa Al Mamun. Este pasillo picado en la piedra a punta de cincel, de unos 40 metros, conduce a la gran Galería por un corredor ascendente de solo 120 cms de altura. En lo más alto de la estancia de 8’5 centímetros de alto está la gran Galería. Está cubierta por enormes losas de granito de las canteras de Aswan, que es el nombre de la gran represa del Nilo.

Lo más llamativo de la estancia contigua, la Cámara del Rey, es el tanque de diorita, llamado “sarcófago” (literalmente, “el que come carne”) que tiene 2, 30 metros de largo por 0, 95 de ancho y 1´23 de alto. Pesa unas cuatro toneladas y parece obvio que fue colocado en la cámara antes de construir la pirámide.

El primer misterio de la pirámide o de la Cámara del Rey es que el sarcófago está vacío. Por raro que parezca, muchos afirman que nunca se ha encontrado la momia de un faraón dentro de una pirámide. Y de haberse encontrado pertenecería a un faraón casi enano. 

De todas formas, cuando se halló el ajuar funerario -los tesoros-, no había cuerpo, e incluso cuando se localizó alguna cámara sepulcral intacta en una pirámide, el sarcófago ¡siempre estaba vacío! ¿Por qué? Algunos expertos creen que las pirámides nunca sirvieron como tumbas, sino como templos iniciaticos. Se apoyan en anomalías tales como que el faraón Snefru (el padre de Keops) se construyó tres pirámides (¿para qué querría tres "tumbas"?.¿Acaso pensaba resucitar y volver a vivir dos vidas más?).

En la obra “La Octava Torre”, John Keel deslizó la idea de que la Gran Pirámide y la cámara donde se encontraba el sarcófago pudieron ser utilizadas para guardar celosamente un elemento de gran valor para la humanidad y que según ellos tenía un origen sobrenatural.

Y en su libro, “Interstellar Contact”, publicado en 1974, el astrónomo escocés, Duncan Lunan, narra un hecho que dejó a todos pensando sobre el misterio que pudo estar encerrado dentro de la pirámide. Relata que cuando se llegó a entrar en la Gran Pirámide en el año 800 de nuestra era, los obreros del califa persa, Al-Mamún, se sorprendieron al no encontrar la tapa del sarcófago del rey, y después de recorrer los alrededores, encontraron una especie de pozo que luego ascendía justamente hasta la Cámara del Rey.


Como luego diremos fue el camino que siguieron los saqueadores de tumbas. Y el calfia persa abrió la pirámide, herméticamente sellada… por los propios profanadores.


El sarcófago está vacío




 

El Emperador Napoleón Bonaparte llevó durante toda su vida el recuerdo de su expedición bélica en Egipto

 
Más de doscientos años después, los egiptólogos están casi convencidos de que la fecha dada por Napoleón en su conocida arenga es fundamentalmente correcta. En efecto, la Gran Pirámide de Giza, un monumento que originalmente superó los 146 metros de altura -el equivalente a un edificio moderno de 40 plantas-, fue levantado en tiempos del faraón Keops, de la IV Dinastía, hacia el 2500 a.C. Pero no todos están de acuerdo en esa cronología.

Durante los cien años de historia egipcia que corresponden al periodo de su construcción, se tuvo que colocar un bloque de piedra cada cuatro minutos y medio, con un promedio de 2500 kilos por bloque. En total, 8.972.500 metros cúbicos y 12.000.000 de bloques manipulados entre 25.000 personas trabajando una jornada de 10 horas diarias. 

Lo que era imposible con la tecnología de la Edad de Piedra. La más convincente de las teorías es una rampa que giraba en espiral alrededor de la pirámide. Los bloques se remolcaban sobre los trineos hasta el punto más alto, pero construir esta rampa sería más difícil que construir la pirámide. Todavía sigue siendo un misterio como lograron determinar la planta de la Gran Pirámide exactitud tan matemática. 

Según los cálculos modernos, los ángulos entre cada dos lados de la base miden 89 grados, 59 minutos, y 90 grados, 0 minutos respectivamente. Tamaña precisión en la búsqueda del ángulo recto permitió que los cuatro lados fueran absolutamente iguales, o casi. Y todo eso sin brújula -no existía todavía-, supieron orientar sus cuatro paredes a los cuatro puntos cardinales con una precisión pasmosa.




Nadie sabe cómo fueron extraídas las enormes piedras de las canteras de Aswan. Dice una extraña leyenda árabe que, para construir la Gran Pirámide, se colocaban bajo las piedras unas hojas de papiro en las que había escritos mensajes secretos. Tras ser golpeadas por una varita, las piedras iban ascendiendo por el aire hasta situarse cada una en su lugar.

Unos siglos antes de nuestra Era, sin ruedas ni poleas, ni grúas o máquinas de ninguna clase, un grupo desmesurado de 25.000 obreros movió millones de bloques. Y sin hierro les practicaron agujeros que parecen hechos con un taladro que no era de granito; y sin instrumentos ópticos orientaron algunos canales internos hacia la posición que ocupaban estrellas como Sirio, Zeta Orión o Alfa del Dragón, muy importantes dentro del contexto religioso egipcio.

Herodoto fue un historiador asombroso, anterior a Cristo, que se adelantó a su tiempo, como si contemplara con sus ojos el futuro
 
Pero estas pruebas, aportadas respectivamente por el historiador griego Herodoto de Helicarnaso en el siglo V a.C. y por el coronel inglés Richard Howard-Vyse en 1837, nada tienen de científicas, aparte de que han sido manipuladas e intoxicadas, tanto en sus propios orígenes como en sus adaptaciones posteriores, en un intento desesperado de presentarlas como auténticas y concluyentes.

Para algunos, estas construcciones fueron un monumento funerario. Para otros, un templo. No faltan quienes afirman que es el compendio del conocimiento muy avanzado y desarrollado por una civilización desaparecida, o por extraterrestres venidos de lejanas estrellas. 

Tal vez ninguno, o todos en parte, tengan razón, ya que la Gran Pirámide, testigo mudo de más de cinco millones de amaneceres, ha visto cómo su estructura es obra de diversos arquitectos, de distintas épocas, que ocultan cámaras secretas, algunas de ellas todavía no descubiertas.

El sarcófago vacío lo estaba porque los saqueadores de tumbas más o menos recientes se lo llevaron. Los tesoros están en el museo británico

En sus piedras resuena con ecos de misterio, múltiples preguntas sin respuesta, recuerdos de una cultura que empleó una ciencia tan asombrosa como anacrónica para expresarse. Para unos pocos fue un monumento erigido a la vanidad, sin más ciencia que la fuerza bruta aportada por miles de esclavos. Algo más bien propio de un gulag o campo de concentración nazi. Y tachan de "casualidad" todos los datos aportados por sus medidas que sugieren conocimientos técnicos especialmente precisos de ángulos exactos de nuestro planeta.

Hay una leyenda más bien urbana, cuya autenticidad apenas se sostiene, según la cual en 1978 Israel lanzó un ataque de comandos en gran escala para capturar un OVNI que se encontró enterrado bajo una de las grandes pirámides de Egipto. 

Si fuera cierta, sería la prueba de que los grandes constructores de las pirámides eran extraterrestres pertenecientes a una civilización avanzadísima y habría una conexión entre los constructores de las pirámides y los platillos volantes. Eso en los días de los OVNI hasta en la sopa, era hasta verosímil.

Sea como sea el tema de las pirámides suscita teorías lógicas o locas que se encuentran en miles de libros de texto escolares o universitarios o enciclopedias que zanjan el tema de que eran sólo templos en dos lacónicas afirmaciones: las pirámides son tumbas y la Gran Pirámide fue construida por Keops.

¿Una puerta al más allá para los faraones? ¿De dónde procede el saber para construir la Gran Pirámide?. 

En 1994, un ingeniero angloegipcio, Robert Bauval, propuso una idea genial. Se dio cuenta que las tres grandes pirámides de la meseta de Giza estaban distribuidas sobre el desierto de manera idéntica a como estaban las tres estrellas del "cinturón" de la constelación de Orión.




Estudiando los llamados Textos de las pirámides, Robert Bauval, el ingeniero de origen inglés, descubrió, además, que para los antiguos egipcios Orión era el equivalente celestial del dios Osiris, y su "cinturón" era lo que los egipcios llamaban el Duat, una especie de "puerta" por la que el alma del faraón debía pasar para llegar al Amenti, al más allá. ¿Era tan ilógico creer que quien levantó las pirámides lo hizo pensando en construir sobre la tierra una réplica gigante de la "puerta" al más allá para el faraón?

Los últimos estudios opinan como el ingeniero Robert Bauval, que, en efecto, las pirámides pretendían ser una especie de "máquinas astronómicas", lo que convierte el enigma en más intrigante si cabe. ¿De dónde obtuvieron los egipcios esa precisión astronómica? ¿Y matemática? 

No olvidemos descubrimientos como el que hizo en el siglo pasado John Taylor, al demostrar que el perímetro de la pirámide dividido entre el doble de su altura equivale a 3, 1416... el número pi. Pero, según nos enseñaron en el colegio, pi ¡lo descubrieron los griegos siglos más tarde! 

Esos y otros detalles evidencian que los constructores de la Gran Pirámide poseían unos conocimientos científicos que los expertos dudan en conceder a los primeros egipcios. ¿Y entonces a quién? La falta de pruebas concretas sobre la autoría de este monumento, en el que no se han encontrado grandes inscripciones con el nombre del faraón que las levantó, han dejado el terreno abierto a la especulación.

 A atlantes, extraterrestres y hasta al mismísimo patriarca José de la Biblia se les ha atribuido la construcción de este edificio... sin pruebas. En realidad, tratándose de la Gran Pirámide, casi no hay pruebas de nada.
 
Otra explicación diferente al sarcófago vacío en que fue enterrado el faraón Keops, la ofrecen los ortodoxos que se niegan a enterrar-para la historia-a su faraón
 
Según otro grupo de egiptólogos de los años 30, cuando Keops murió, en 2567 a.C. su cadáver fue embalsamado y amortajado con vendas, y al cabo de numerosas ceremonias rituales que duraron varias semanas, fue sepultado en la Gran Pirámide. Los sacerdotes subieron el ataúd de madera por el estrecho pasadizo que conduce a la Gran Galería hasta la cámara funeraria, y luego depositaron el cadáver dentro del sarcófago de piedra.

Más tarde los propios sacerdotes, o varios trabajadores, procedieron a cerrar la tumba para impedir que los saqueadores penetraran en la Cámara del Rey.

Pero los saqueadores lograron penetrar. Y lo primero que hicieron fue quitar los puntales que sostenían tres grandes cercos levadizos de piedra en la entrada de la cámara funeraria, y así la dejaron sellada, después desmantelaron las plataformas de la Gran Galería y otros tres enormes bloques de piedra se deslizaron por el pasadizo de ascenso hasta que se detuvieron y bloquearon la entrada.

Los sacerdotes y los obreros posiblemente bajaron por un angosto tiro vertical que conduce de la Gran Galería hasta el pasadizo que desemboca en la primera cámara funeraria. 

Después de cerrar la entrada del tiro con una laja de piedra ascendieron por dicho pasaje hasta la única entrada de la pirámide, que cerraron herméticamente con una puerta de piedra, ésta embonaba con tal precisión, que era casi imposible descubrirla. Como última protección contra los saqueadores de tumbas revistieron la entrada con piedra caliza al igual que el resto de la pirámide.

Pero el afán de enriquecerse de los saqueadores de tumbas no tenía límite: en algún momento, quizá no mucho tiempo después del funeral de Keops, los ladrones consiguieron abrirse paso hasta el interior de la pirámide.

Cuando los exploradores europeos entraron en ella en el siglo XVI, sólo encontraron el sarcófago vacío; todo lo demás había desaparecido, incluso la momia real y la tapa del ataúd de piedra.

Quien quiera ver muchas reliquias o tesoros, extraídos de las pirámides, no necesita ir a Egipto, le basta con acercarse al Museo Británico en Londres
 
Ciertos relatos árabes hablan de valiosas reliquias halladas alguna vez en la Cámara de la Reina, pero es muy probable que hayan pertenecido a sepulturas posteriores.

Las otras dos pirámides también fueron saqueadas en la Antigüedad. Los exploradores del siglo XIX encontraron un sarcófago en la tumba de Micerino, nieto de Keops, así como algunos huesos; cerca de éstos estaba parte de la tapa de un ataúd con una inscripción que identificaba a dicho faraón. El sarcófago se perdió en el mar cuando era trasladado por barco a Inglaterra; la tapa y los huesos actualmente se exhiben en el Museo Británico, aunque algunos egiptólogos dudan de su autenticidad.

Para la arqueología oficial el cartucho del faraón Keops, encontrado en la quinta Cámara de Descarga, es la más clara evidencia de que la Gran Pirámide fue construida por él durante la IV Dinastía del Imperio Antiguo, en la primera mitad del III Milenio a.C. Asimismo, las referencias de Herodoto en su obra 'Los Nueve Libros de Historia' están consideradas como un respaldo documental suficiente para atribuir a Keops la autoría de la obra. 

Es la idea aceptada y generalizada por quienes no se han metido a hacer comprobaciones científicas, porque en cuanto algún científico comienza a revisar la historia encuentra que tales argumentos carecen absolutamente de base. Habrá que esperar a que la primavera árabe pase y los egiptólogos sobrevivientes empiecen a desarrollar nuevas teorías y entonces sabremos que la Gran Pirámide está inserta en la teoría de los agujeros negros,
de Einstein.

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