viernes, 6 de abril de 2012

Japón._ Hanami, contemplando la flor del cerezo


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Una vez al año los japoneses se reúnen para admirar el florecimiento del “sakura”, un árbol que se mantiene al margen de los últimos hechos brindando un espectáculo de vida que invita a una tradición milenaria llamada Hanami. 
 
Con el inicio de la primavera japonesa, el sakura o cerezo brinda cada año un verdadero espectáculo de cuento. Tras superar el duro invierno, este árbol comienza a llenarse de pequeñas flores que adornan las calles y parques de Japón con una mezcla de colores blancos y rosas que es imposible que pase inadvertida.

 

Los meses de floración varían dependiendo de la geografía de la isla, pero durante fines de marzo y principios de abril es donde el fenómeno se manifiesta en el centro del archipiélago. 

Cuando florece el cerezo millones de japoneses se preparan para el Hanami, una antigua tradición que se remonta al siglo VIII según algunos registros y la cual consiste simplemente en tomarse el tiempo para poder apreciar la belleza que otorga esta hermosa flor.


Hanami


El Hanami es el concepto que define la contemplación de las flores del cerezo.


El concepto Hanami proviene de “hana” (flor) y de “mi” perteneciente al verbo “miru” (mirar, observar); literalmente significa “mirar u observar la flor”, pero en su esencia y origen tiene un significado mucho más profundo. El Hanami invita a reflexionar sobre lo efímera que es la vida, sobre lo bella, delicada y pasajera que es y la importancia de disfrutarla hasta el último segundo. 

Las flores sólo permanecen en la copa de los árboles una o dos semanas, supeditadas a condiciones climáticas como el viento, por ejemplo, que puede llegar a desflorar el árbol en un instante y regalar una lluvia rosada de pétalos digna de una entrada triunfal.



En Japón la gente de diferentes edades asiste a los lugares donde florece el sakura, sentándose bajo su sombra para disfrutar el Hanami junto a los seres cercanos. Parques y templos se llenan de miles de visitantes en busca del mejor espacio para poder saborear un buen picnic, compartir dulces, beber cerveza o simplemente relajarse al alero de las flores.

Tal es la relación de esta flor con el pueblo japonés que es usual ver su imagen en puertas de templos, pinturas, telas de kimonos, ropa casual, papeles de origami y cualquier manifestación gráfica que puedan imaginar. 

 

La flor también es usada para la elaboración de infusiones, licores, chocolates y todo lo que la creatividad gastronómica logre desarrollar. Por supuesto, la industria de la cosmética no se podía quedar atrás, ofreciendo una diversidad de cremas, perfumes y cientos de productos que rescatan la exclusiva fragancia de esta admirada flor.

En estos días el pueblo de Japón está pasando por duros momentos, por eso creo que el Hanami 2011 que se vivirá en tierras niponas será quizás el que cobre mayor sentido, en mucho tiempo, con respecto a la fragilidad de la vida. Aprendamos del Hanami; descubramos esa flor que nace en todas las cosas después de un crudo invierno y apreciemos su fugaz belleza aunque sea sólo por un instante.

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