- Occidente, preocupado por que su caso lo copien otros terroristas aislados
- Sus métodos y su forma de morir evoca la violencia extrema de Anders Breivik
- Su historial familiar y su adoctrinamiento le acerca a otros yihadistas europeos
Imagen de Mohamed Merah difundida por los medios francesas.
El 5 de noviembre de 2009 Nidal Malik Hasan, un comandanté médico de origen árabe, abrió fuego contra sus compañeros en la base de Fort Hood (Texas) matando a trece soldados en un ataque que conmocionó a Estados Unidos.
El 1 de mayo de 2010 Faisal Shahzad, un americano-paquistaní de 32 años, puso un coche-bomba en Times Square, en Nueva York, en un ataque frustrado, similar al cometido en la víspera de Navidad de ese mismo año por Abdul Farauk Abdulmutallab, un joven de 24 años hijo de un conocido banquero nigeriano, que trató de volar un avión que volaba de Amsterdam a Detroit con un explosivo situado en su calzoncillos.
Unos días antes Taimour Abdulwahab, un iraquí criado en Suecia decidió volarse por los aires en Estocolmo en nombre de la yihad. En marzo de 2011, Arid Uka, un albanokosovar de 21 años, mató a dos soldados estadounidenses en el aeropuerto de Fráncfort al descubrir que iban rumbo a Afganistán.
Todos son "lobos solitarios", terroristas que llevan a cabo lo que Al Qaeda llama "yihad individual" y que no es otra cosa que hacer de la necesidad virtud: ante la incapacidad de la red terrorista para repetir atentados de la envergadura del 11-S, optan por pequeñas células o incluso hombres aislados que puedan lograr gran impacto mediático atacando a objetivos relativamente fáciles.
¿El futuro del terrorismo?
Para muchos, Mohamed Merah es el último de la camada de estos 'lobos' solitarios: como Nidal Malik fue rechazado en un cuerpo militar de su país acogida -la Legión Extranjera-; al igual que Shahzad su viaje a Pakistán ayudó a convertirle definitivamente en un yihadista convencido; de la misma manera Abdulwahab daba una apariencia de apacible vecino con un empleo convencional en su entorno, y del mismo modo que Uka mató a dos soldados por participar en la Guerra de Afganistán.
"Soy el primero de muchos", adelantaba Faruk a los agentes que le interrogaron a su llegada a Detroit. Para Sajjan Gohel, del grupo de investigación antiterrorista de la Fundación Asia-Pacífico, tenía razón.
"Los 'lobos' solitarios que conspiran para llevar a cabo ataques a pequeña escala sobre objetivos fáciles, como aquellos en los que siete personas han muerto en Francia, podrían ser el futuro del terrorismo", ha sentenciado en declaraciones a la agencia Reuters.
De hecho, algunas agencias antiterroristas occidentales temen que el ejemplo de Merah cunda en otros 'lobos' durmientes con un perfil parecido: de origen musulmán, nacionalidad de país occidental, influenciado por páginas web de adoctrinamiento radical e incluso formados y entrenados en el extranjero para cometer ataques por su cuenta.
"Esto envía un mensaje a los seguidores de Al Qaeda de que pueden lleva a cabo ataques con éxito por sí mismos y provocar el terror. Esto es exactamente lo que ha ocurrido en Francia: gente con miedo a salir a la calle, escuelas que estaban bajo vigilancia, había un sentimiento real de inseguridad, eso es auténtico terrorismo", ha añadido.
No tan solos...
La mayoría de estos terroristas, como Merah, aseguraban haber actuado en solitario, pero en realidad un análisis pormenorizado desvela que, más allá de la colaboración material de redes como Al Qaeda y sus sucursales, siguen las instrucciones de líderes terroristas internacionales tanto en el fondo como en la forma.
En el caso de la segunda, el gran 'maestro' de la mayoría de ellos es el clérigo yemení de nacionalidad estadounidense Anuar al Awlaki, asesinado por aviones no tripulados estadounidenses el pasado 30 de septiembre.
Awlaki, que llegó a reunirse con el 'terrorista de los calzoncillos' y con Malik, estableció el modelo de terrorista 'Nike', tal y como lo denomina el analista del Daily Telegraph Con Coughin, y que reciben su nombre por el lema de la marca deportiva: 'Just do it' (simplemente hazlo).
Se trataría de ir a por objetivos fáciles de planear y de llevar a cabo, por un lado, y difíciles de detectar y parar, aunque logren una importante publicidad internacional.
Como señala Christopher Dickey en The Daily Beast, Merah usó esa táctica: eligió a soldados que estaban fuera de su base y en una ciudad que no era percibida como un objetivo terrorista; luego atacó a una escuela judía y mató a niños, con el impacto que eso supone.
En cuanto al fondo de su actuación, la justificación del asesino de Toulouse ante las fuerzas de los RAID durante su interminable asedio recordaban casi punto por punto a las del líder de Al Qaeda Ayman al Zawahiri, y su predecesor, Osama Bin Laden, en sus amenazas a Francia: castigar al país por su prohibición del burka y por enviar tropas a Afganistán.
Para Fernando Reinares, experto en terrorismo del Real Instituto Elcano, el caso de Merah "difícilmente puede ser calificado como lobo solitario" aunque aún se desconoce si recibió órdenes explícitas.
...Ni tan lobos
En declaraciones a La Tarde en 24 horas, Reinares lo ocurrido en Francia no supone el reflejo de una nueva etapa dentro del terrorismo yihadista, sino una expresión más de la amenaza del terrorismo internacional.
Más aún, según Justin Vaisse, director de investigación del Centro de Estados Unidos y Europa de la prestigiosa Brookings Institution, Merah no es más que una "triste copia" de modelos anteriores de yihadistas franceses, que ya surgieron en décadas pasadas.
En un artículo en la revista Foreign Policy aporta más detalles sobre ese modelo: "Exclusión social, problemas de identidad, sentimientos de injusticia, mezclado con delincuencia común, radicalización islámica y luego viaje a Afganistán o Pakistán. No son hombres profundamente religiosos sino más bien actores enloquecidos por el deseo de tener su destino en sus manos y vivir una vida más plena al autonombrarse defensores de las víctimas musulmanas".
En una entrevista con Afp, Alain Penin, un psicólogo que trató a Merah en 2009 señala algunos de esos problemas. Penin detalla que tras ser rechazado en la Legión Extranjera, Merah sufre "un colapso narcisista", que se combina con el "monstruoso" proceso de adocrinamiento posterior en Afganistán.
"En sus últimos días se convirtió en el centro del mundo, vió sus necesidades narcisistas completamente llenas, hasta la muerte", añadía.
Tras volver de Afganistán hace apenas unos meses, Merah se entretenía mostrando vídeos de decapitaciones a jóvenes musulmanes de su barrio para convencerles de la necesidad de la yihad.
La sombra de Breivik
En este proceso de pérdida de sensibilidad ante la violencia, poco a poco se aproxima a un terrorista situado aparantemente en el otro extremo: el noruego Anders Breivik.
Al igual que él, no mostró ningún tipo de arrepentimiento e incluso quería haber conseguido matar a más gente. Para dejar constancia de su 'hazaña', grabó con una cámara sus masacres e incluso le dijo a la Policía donde hallar sus grabaciones.
La forma casi de película en la que acabó su vida, disparando como un loco mientras saltaba por la ventana -"parecía que estaba en un videojuego", declararon algunos policías- así como su negativa a convertirse en mártir suicida también le separan de otros yihadistas, como los de Leganés o Londres, que no dudaron en quitarse la vida.
En un momento de megalomanía absoluta, llegó a decir a los investigadores que él sólo había puesto de rodillas a Francia, algo que en palabras a The Wall Street Journal de Jean-Pierre Filiu, profesor del departamento de Oriente Medio en el Instituto de Estudios Políticos de París, es la prueba de que "vivía en un mundo paralelo en el que escogía elementos para construirse su propia identidad".
En el informe en el que declaran a Breivik mentalmente incapaz por matar a 77 personas, los psicólogos que le trataron usaron un argumento similar: "Vive en su propio universo ficticio y sus pensamientos y actos están gobernados por este universo".
Para el presidente francés, Nicolás Sarkozy, Merah no era un loco, sino un fanático monstruoso. Para otros, como Lindsey German, de la ONG británica Stop the War "este acto no puede explicarse como un crimen de odio aislado".
Este argumento traza un paralelismo más indeseado aún para Merah. Según el columnista del New York Times, Harvey Morris los traumas de la guerra o la penosa situación económica han sido empleados como razones para mostrar comprensión por Robert Bales, el sargento estadounidense responsable de la muerte de 16 civiles inocentes.
"La sinrazón perversa tiene sus propios procesos lógicos", concluye Morris citando a Joseph Conrad.
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