Last Story. La última historia de un género que algunos consideran en decadencia. Un juego por el que Hironobu Sakaguchi lo ha dado todo. Hay quien dice que es el elegido, el que traerá el equilibrio a los JRPG, que volverá a revolucionar el género. Otros consideramos que lo único que ocurre aquí es que los creativos perdieron un poco el norte con las nuevas generaciones de consolas de sobremesa y no supieron encontrar su sitio.
Puede que el género esté profundamente arraigado en la cultura de los videojuegos en Japón y que allí su fuerza no se haya visto reducida, pero el flujo de distribución al resto del mundo se ha visto reducido mucho en los últimos años. Se arriesgan poco y cuando lo hacen no siempre aciertan, como ya hemos visto.
Japón tiene una identidad cultural muy fuerte. Trata sus creaciones con mimo y recelo. La historia nos ha mostrado un país muy particular que, en parte debido al carácter insular de su geografía, ha llegado a cerrarse al mundo, literalmente, hasta en dos ocasiones. Con esto queremos decir que lo más probable es que, estando en una etapa tan difícil como es la actual, Japón se cuide el doble para proteger su identidad y promover la mejor imagen de sí misma.
Last Story va a llegar tras un año al viejo continente. Es un juego que ya ha encandilado a los jugadores nipones y que ha cosechado buenas críticas. Desde que se anunció hace dos años, el hype ha hecho de las suyas gracias a los detalles de una historia profunda, las imágenes del arte que enriquece al juego y, por supuesto, al hecho de que el equipo detrás del juego es de primera división. Encabezado por el maestro Sakaguchi, Mistwalker se ha esmerado en desarrollar una obra innovadora, potente e inolvidable. Pero vamos a dejar atrás las reflexiones y empecemos a hablar de lo que nos ha inspirado Last Story.
Lo que más llama la atención desde los primeros pasos en el juego es que se empieza en plena acción, en el fragor de la batalla, luchando codo con codo con unos personajes que no conocemos, pero que en seguida nos dejan claro que tienen personalidades muy marcadas y peculiares. Entre bromas y pullas el grupo se abre paso a través de una cueva mientras nos hacemos con las claves del combate.
El combate es uno de los pilares de Last Story. Consiste en una mezcla de RPG con juego de acción. Tenemos nuestras estadísticas, nuestro equipo, un conjunto de personajes variado, etc., pero los combates se realizan a espadazo limpio, estilo hack & slash, usando coberturas como en Gears of War. Todo esto lo convierte a los combates en algo muy natural y fluido.
No queremos espantar a los fans de los RPG, estas adiciones no son cambios tan agresivos como pueden parecer. Last Story es RPG, os lo aseguramos.
Lo segundo que queremos recalcar de lo que hemos podido ver en nuestra prueba es los aspectos artístico y sonoro del juego. Desde las primeras imágenes de los diseños conceptuales del juego, se demostró que iba a tener un apartado artístico exquisito, y así es. La verdad es que la combinación Wii + televisión de alta definición puede ser una verdadera lacra para este juego, porque los detallados diseños quedan algo borrosos y eso es una pena. La música, por su parte, es de las que obligan a buscarse la banda sonora en cuanto uno lleva unas horas jugando: memorable.
El tercer aspecto que se nos ha quedado grabado ha sido la historia. Debemos reconocer que lo poco que pudimos jugar nos ha dejado un poco fríos en ese aspecto. La historia, en conjunto, no llegaba a sorprender. Los mercenarios, personajes principales, tienen todos pasados misteriosos y complejos, la trama hasta donde la conocimos se basaba en clichés fácilmente reconocibles, pero, por lo que sabemos, comienza a desarrollarse y a captar nuestro interés más adelante... justo cuando nuestra prueba tuvo que finalizar.
Los guiones de los JRPG no han madurado realmente. Cuando nos fijamos en su evolución narrativa desde los tiempos del Chrono Trigger, por poner un ejemplo, nos damos cuenta de que las cosas no han cambiado mucho desde entonces; los personajes no han cambiado (si acaso el look), las historias son ya siempre las mismas, los escenarios manidos.
Nos diréis que no es su culpa, que todo se ha inventado ya. Claro que sí, la propia Biblia fue una mera copia de otros textos anteriores a su tiempo. Y es que somos humanos; ¿cómo no van a repetirse las historias? El asunto no es inventar el universo, sino verlo con otro prisma, olvidar los convencionalismos y atreverse a vomitar una existencia en prosa si hace falta para intentar alejarse de la masa.
Japón, un servidor sabe que tienes mucho que contar. Atrévete y ábrete, cuenta tus inquietudes más privadas, que el resto del mundo sabe escuchar y ya está acostumbrándose a tu verdadera forma de ver el universo.
Sea la última historia o la primera de una nueva etapa, Last Story no nos ha dejado indiferentes. El hype ha llenado de baches el camino. Ahora solo queda andarlo y respirar el aire del nuevo mundo de Sakaguchi.
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