Fue emitirse un especial de Frank Sinatra en La 2 y las redes sociales lo celebraron con estruendo. Tal es el hambre que los amantes de todas las músicas sufren en la TDT. Ahora ni siquiera la MTV (por Music Television) hace honor a su nombre, porque dedica su canal en abierto a realities, crónica rosa y series sobre ligues adolescentes.
Ahora que dicen que vuelven los años ochenta -en la moda, en la música, en la tasa de paro y en las leyes de Gallardón- uno recuerda la fascinante irrupción de la MTV en las parabólicas cuando la mayoría de los hogares solo recibía dos canales. El vídeo no mató a la estrella de la radio como decía la canción, pero saltó al prime time con producciones como Thriller.
Busque hoy algo así. Alguna actuación indie en La 2. En las plataformas de pago, la clásica Mezzo y (ahí sí) varios canales de la MTV, dedicados sobre todo al artificioso pop dominante, pero también a conciertos de rock con alta calidad técnica y en HD.
Cuando se abrió a la competencia, la televisión española desenchufó las guitarras. Alguien pensó que era mejor montar escuelas de intérpretes que versionaran piezas que todo el mundo sabe cantar. El modelo OT habrá servido de cantera a los musicales de la Gran Vía, pero desplazó del todo la idea de la música como creación.
Por eso tiene tanto mérito que la BBC mantenga, desde hace dos décadas, Later with Jools Holland. Un plató que reúne a dos o tres bandas consagradas (en el último capítulo, Red Hot Chili Peppers, Björk y Noel Gallagher) y otras tantas minoritarias y de últimas tendencias, todas dispuestas en círculo, escuchándose, viéndose, sorprendiéndose.
Lo conduce con simpatía Jools, que acompaña algunas piezas al piano y es más sabio que la mayoría de invitados. En España puede seguirse en Canal+ Xtra, oculto e impagable refugio para melómanos. Reconforta comprobar que en algún rincón del dial la música en directo sobrevivió.
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