Ha sido vendido en subasta y se ha convertido en el coche más caro del mundo
Modelo de Ferrari 250 GTO, expuesto en Marianello en 2007, igual al que se ha subastado.
Un Ferrari 250 GTO,
fabricado en los años sesenta, se ha convertido en el coche más caro
del mundo. Ha sido vendido en subasta por 28,2 millones de euros,
desbancando así a un Bugatti de 1936 que alcanzó hace dos años la cifra
de 25 millones de euros.
Y es que los modelos de la firma de Maranello son más que coches, se han convertido en objetos de deseo, representación absoluta del lujo y piezas de colección.
El deportivo ahora subastado lleva el número 3505 grabado en su bastidor de aluminio y primorosamente soldado a mano y destinado a la competición. Solo se construyeron 39 unidades de las que sobreviven alrededor de una docena.
Fue la sexta unidad en salir de la fábrica la que compró el piloto de Fórmula 1 Stirling Moss para correr en las 24 Horas de Le Mans de 1962.
Fue pintado en verde manzana, que conserva, color original de la escudería del piloto británico, que no pudo conducirlo debido a que sufrió un accidente unos días antes de la prueba francesa.
Desde 1962 hasta 2000, el coche ha tenido ocho propietarios. El último, el holandés Erik Heerema, que pagó casi siete millones de euros. El anterior, el japonés Yoshiho Matsuda, lo había comprado poco antes por la misma cantidad.
El modelo 250 GTO es el más cotizado de la casa italiana y en febrero de este año otra unidad cambió de manos por la friolera de 20,4 millones de euros. Desde 2008 se han producido varias operaciones de compraventa sobre estos coches con facturas superiores a los 14 millones por unidad.
El coche estaba disponible en anamera.com, portal especializado en vehículos de colección. De esta forma el GTO que comprara Moss en 1962 se ha convertido en el coche más caro de la historia, desbancando a un rarísimo Bugatti Type 57SC Atlantic (1936) del que solo se hicieron tres unidades y que se subastó en mayo de 2010 por una cifra no revelada, pero que estaba ligeramente por encima de los 25 millones de euros.
Y es que los modelos de la firma de Maranello son más que coches, se han convertido en objetos de deseo, representación absoluta del lujo y piezas de colección.
El deportivo ahora subastado lleva el número 3505 grabado en su bastidor de aluminio y primorosamente soldado a mano y destinado a la competición. Solo se construyeron 39 unidades de las que sobreviven alrededor de una docena.
Fue la sexta unidad en salir de la fábrica la que compró el piloto de Fórmula 1 Stirling Moss para correr en las 24 Horas de Le Mans de 1962.
Fue pintado en verde manzana, que conserva, color original de la escudería del piloto británico, que no pudo conducirlo debido a que sufrió un accidente unos días antes de la prueba francesa.
Desde 1962 hasta 2000, el coche ha tenido ocho propietarios. El último, el holandés Erik Heerema, que pagó casi siete millones de euros. El anterior, el japonés Yoshiho Matsuda, lo había comprado poco antes por la misma cantidad.
El modelo 250 GTO es el más cotizado de la casa italiana y en febrero de este año otra unidad cambió de manos por la friolera de 20,4 millones de euros. Desde 2008 se han producido varias operaciones de compraventa sobre estos coches con facturas superiores a los 14 millones por unidad.
El coche estaba disponible en anamera.com, portal especializado en vehículos de colección. De esta forma el GTO que comprara Moss en 1962 se ha convertido en el coche más caro de la historia, desbancando a un rarísimo Bugatti Type 57SC Atlantic (1936) del que solo se hicieron tres unidades y que se subastó en mayo de 2010 por una cifra no revelada, pero que estaba ligeramente por encima de los 25 millones de euros.
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