lunes, 4 de junio de 2012

La OEA aprobó una Carta Social, pero Correa fue el protagonista con ataques a la prensa

El presidente de Bolivia, Evo Morales (d), recibe de manos del secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, la Carta Social de las Américas
 

El presidente de Bolivia, …


Cochabamba (Bolivia), 4 jun (EFE).- La Organización de Estados Americanos (OEA) aprobó hoy una "Carta Social de las Américas" para promover los derechos colectivos, pero el presidente de Ecuador, Rafael Correa, se fue el protagonista de la jornada con sus ataques a la prensa, las oenegés y la misma OEA, entre otros.

La Asamblea General del organismo continental emitió en la ciudad boliviana de Cochabamba, donde se celebra la reunión y tras seis años de debate, esa Carta Social que, según varios ministros, complementa la Carta Democrática Interamericana, que establece que la democracia es esencial para el desarrollo.

La Carta Social, que aún necesita un plan de ejecución para aterrizar en la realidad, señala que "los pueblos de América tienen una legítima aspiración a la justicia social y sus Gobiernos la responsabilidad de promoverla".

Frente esos conceptos genéricos, sin metas concretas ni plazos de aplicación, Correa puso el picante en la primera jornada de trabajo de la Asamblea, reiterando con verbo encendido sus ataques a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

A los medios de comunicación los acusó de manipular, mentir e injuriar "día a día".

También lanzó invectivas contra la misma OEA, contra las oenegés de los países desarrollados y contra quienes "satanizan" a los Estados y la política pública.

El mandatario dijo que instituciones como la OEA y la CIDH deben "revolucionarse o desaparecer", para adecuarse a los cambios políticos en la región, mientras que Estados Unidos y otros países piden tiempo para negociar esas reformas.

Según Correa, los "procesos revolucionarios de Latinoamérica" están "cambiando la relación de poderes en función de las mayorías", para acabar con Estados que calificó de burgueses, aparentes e incluso "de plastilina".

Su discurso fue anunciado como "sorpresa" por el canciller boliviano, David Choquehuenca, aunque el mandatario anfitrión, Evo Morales, lo invitó públicamente la semana pasada, para que expusiera a la Asamblea de ministros sus quejas sobre el sistema interamericano de derechos humanos.

Acusó a la OEA de ineficacia ante situaciones "coloniales" como la de las islas Malvinas, que Argentina reclama al Reino Unido, o el embargo de Estados Unidos a Cuba.

Según Correa, el líder de la revolución cubana Fidel Castro tuvo razón cuando llamó a la OEA "ministerio de colonias" de Estados Unidos, pero aclaró que no critica al actual secretario, el chileno José Miguel Insulza, sentado a su lado, cuya labor apreció.

Dedicó buena parte de su discurso de una hora al "oenegecismo", que definió como organismos influenciados por países hegemónicos y el gran capital, empezando por los "monopolios" de la comunicación.

Acusó a la CIDH de operar como una de esas oenegés y calificó de "aberrante" que su sede esté en Washington, cuando Estados Unidos no ha suscrito la Convención Interamericana de Derechos Humanos.

Según Correa, la CIDH tuvo un valor histórico en la lucha contra las dictaduras militares de Latinoamérica, pero ahora que estos países, según dijo, "están gobernados por demócratas", se les trata "peor que a los regímenes dictatoriales".

"En el ámbito de los derechos, se vive la satanización del Estado y la política pública", por esas ONG que, agregó, "por más que se definan como sin fines de lucro, tienen muy claros intereses".

Los mandatarios a veces son "llevados al banquillo por oenegés sin ninguna representatividad", protestó Correa.

En contraste, la secretaria adjunta de Estados Unidos para Asuntos del Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, pidió hoy consenso y no imposiciones en las reformas del sistema interamericano de derechos humanos.

En una entrevista con Efe y otras dos agencias internacionales, Jacobson dijo que es optimista sobre un consenso para continuar el diálogo con participación de la Comisión y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, sin que algunos gobiernos impongan "tan pronto" sus opiniones sobre los cambios del sistema.

"Todos nosotros queremos, sí, reformar y perfeccionar la OEA y las instituciones, pero eso significa que tenemos que trabajar constantemente para llegar a un consenso (sobre) cómo podemos implementar ese objetivo", añadió Jacobson.

Afirmó que el sistema de derechos humanos interamericano es un "éxito para toda la región" y Washington quiere seguir apoyándolo y preservar su independencia y autonomía.

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