Bielsa y Simeone coincidieron 30 partidos en la selección argentina como técnico y jugador y ahora han decidido no hablarse hasta un mes después de la cita de Bucarest
“Simeone y yo acordamos no dirigirnos la palabra hasta un mes después
de la final. El Mono Burgos ofrenda de intermediario, pero yo también
tengo el mío”, anunció Marcelo Bielsa en la jornada abierta que decreta
la UEFA antes del desenlace de la Liga Europa en Bucarest. El respeto
entre ambos técnicos, ahora en los banquillos del Atlético y el
Athletic, ha sido el mismo que tuvieron cuando Diego Pablo Simeone era
futbolista y Bielsa seleccionador argentino.
Simeone declaró su admiración por El Profe y Bielsa reconoció en El Cholo “su espíritu competitivo del futbolista y el entrenador que sabe atacar y defenderse y que proclama la intensidad en el juego”. Uno de los dos se convertirá el miércoles en el cuarto entrenador argentino, tras Luis Carniglia, con el Madrid; Helenio Herrera, con el Inter, y Alfredo Di Stéfano, con el Valencia, en obtener un título europeo.
La relación entre Bielsa y Simeone como seleccionador y capitán fue de respeto mutuo, con la distancia prudente entre dos fuertes personalidades que desempañaban papeles de jerarquía en el fútbol argentino.
El Cholo fue, junto a Matias Almeyda, el jugador bandera del ciclo que va desde el debut de Bielsa en febrero de 1999 en un partido amistoso en Venezuela hasta el Mundial de Corea del Sur y Japón 2002. Simeone entendió rápidamente la pizarra y la metodología del técnico rosarino y Bielsa siempre dejó caer que su capitán representaba como nadie lo que era defender la camiseta argentina porque “adonde no llegaba con la técnica lo hacía con la garra”.
Juntos disputaron 30 partidos con la selección: 19 victorias, seis empates y cinco derrotas. De la mano de Bielsa, Simeone se convirtió en el jugador que más veces lució la albiceleste, 106, aunque luego fue superado por Ayala y Zanetti. Ahora tiene la posibilidad de ser el tercer futbolista que consigue títulos europeos como jugador (Inter 1998) y entrenador, tras Dino Zoff y Huub Stevens.
Cuenta Gustavo López, que convivió con Simeone y Bielsa en la selección argentina, que hay una anécdota que resume la relación entre maestro y alumno: “Simeone pretendía utilizar una jugada de estrategia que le iba bien porque entraba bien de cabeza y había hecho muchos goles. Bielsa le escuchó, pero decidió que se haría la que él creía que era la mejor. Ahí ya se veía que Simeone iba para entrenador porque proponía soluciones al técnico aunque luego este tomara sus propias decisiones”.
“El Cholo no era de preguntarle mucho. Era más de observarle y absorber en silencio. Lo más visible que hay en el Atlético de la influencia que ha ejercido en él Bielsa es la presión, la pelota parada, el intento por que el rival nunca te supere corriendo y el ritmo alto que intenta imprimir a los partidos”, analiza Gustavo López. Esa visión del futbolista en constante movimiento concuerda con una bronca a Bassedas, Gallardo y Palermo durante un entrenamiento: “No hay cambio de ritmo, no hay ataque, no hay dolor”. “Simeone siempre dice que de Eriksson tomó la justicia para la gestión de grupos, de Basile la parte anímica y de Bielsa el trabajo de campo”.
En aquel Mundial de Corea del Sur y Japón vivieron juntos en el banquillo uno de los episodios más dolorosos de sus carreras: la eliminación en la primera fase, cuando Argentina era la gran favorita, a manos de Suecia. Simeone no jugó ese partido. Había llegado a la cita con poca preparación por culpa de una lesión jugando para el Lazio que le tuvo apartado de los terrenos de juego hasta un mes antes de su inicio.
Bielsa le convocó y le hizo jugar el primer partido, ante Nigeria (1-0); la primera parte frente a Inglaterra (0-1) y le sentó a su lado en el fatídico empate con los suecos (1-1). “Bielsa leyó bien la situación. No estaba para jugar”, reconoció posteriormente Simeone, probablemente ya más con la visión de la toma de decisiones de un técnico que con la ira del jugador que se queda fuera de un partido importante.
Sin embargo, al poco de producirse esa derrota tan dolorosa, según cuenta Roman Lucht por boca de Germán Burgos en la biografía de Bielsa, este se derrumbó: “Burgos cuenta que les reunió a todos en el hotel de concentración y que quiso armar una charla y empezó a llorar. Burgos se levantó para consolarle porque no creía que un hombre como Marcelo pudiera venirse abajo de esa manera”. Lucht , conocedor de los dos técnicos, se atreve a augurar el planteamiento de la final: “Bielsa planteará el partido desde la pelota y Simeone desde los espacios”.
No hay muchos registros, que no sean recientes, en los que Marcelo Bielsa hable de Diego Pablo Simeone. Quizás el más celebrado es el de la anécdota del padre del Cholo que relataba el actual técnico del Athletic a una televisión argentina.
Recordaba Bielsa que el padre de Diego le comentaba a un amigo, en la platea del estadio de River, que él gobernaba a su hijo en el terreno de juego mediante silbidos. “Yo le silbo y él me atiende”, decía mientras su amigo no daba crédito a lo que escuchaba. “En esto Diego llega al lateral y su padre le silba”, relata Bielsa, “pero El Cholo no se inmuta.
El amigo del padre le mira como de soslayo, reclamando una rectificación, pero el padre no se inmuta. Diego vuelve al lateral y cuando está alzando el balón para sacar del lateral su padre vuelve a silbar. Y El Cholo dice: “¡Dejá de hinchar!’ [fastidiar, en terminología argentina]. ¡Le escuchó!”.
De aquel silbido han pasado muchos años. Cuando se le reclamó a Bielsa su opinión sobre Simeone, antes del partido de Liga en el que se enfrentaron en el Manzanares, comenzó diciendo que “eso demuestra que el tiempo pasa” antes de declarar su “gratitud, admiración, respeto y valoración a aquel grupo de futbolistas” que tuvo en la selección argentina, entre los que se encontraban Simeone y su ayudante actual en el banquillo del Atlético, Germán Mono Burgos.
Simeone declaró su admiración por El Profe y Bielsa reconoció en El Cholo “su espíritu competitivo del futbolista y el entrenador que sabe atacar y defenderse y que proclama la intensidad en el juego”. Uno de los dos se convertirá el miércoles en el cuarto entrenador argentino, tras Luis Carniglia, con el Madrid; Helenio Herrera, con el Inter, y Alfredo Di Stéfano, con el Valencia, en obtener un título europeo.
La relación entre Bielsa y Simeone como seleccionador y capitán fue de respeto mutuo, con la distancia prudente entre dos fuertes personalidades que desempañaban papeles de jerarquía en el fútbol argentino.
El Cholo fue, junto a Matias Almeyda, el jugador bandera del ciclo que va desde el debut de Bielsa en febrero de 1999 en un partido amistoso en Venezuela hasta el Mundial de Corea del Sur y Japón 2002. Simeone entendió rápidamente la pizarra y la metodología del técnico rosarino y Bielsa siempre dejó caer que su capitán representaba como nadie lo que era defender la camiseta argentina porque “adonde no llegaba con la técnica lo hacía con la garra”.
Juntos disputaron 30 partidos con la selección: 19 victorias, seis empates y cinco derrotas. De la mano de Bielsa, Simeone se convirtió en el jugador que más veces lució la albiceleste, 106, aunque luego fue superado por Ayala y Zanetti. Ahora tiene la posibilidad de ser el tercer futbolista que consigue títulos europeos como jugador (Inter 1998) y entrenador, tras Dino Zoff y Huub Stevens.
Cuenta Gustavo López, que convivió con Simeone y Bielsa en la selección argentina, que hay una anécdota que resume la relación entre maestro y alumno: “Simeone pretendía utilizar una jugada de estrategia que le iba bien porque entraba bien de cabeza y había hecho muchos goles. Bielsa le escuchó, pero decidió que se haría la que él creía que era la mejor. Ahí ya se veía que Simeone iba para entrenador porque proponía soluciones al técnico aunque luego este tomara sus propias decisiones”.
“El Cholo no era de preguntarle mucho. Era más de observarle y absorber en silencio. Lo más visible que hay en el Atlético de la influencia que ha ejercido en él Bielsa es la presión, la pelota parada, el intento por que el rival nunca te supere corriendo y el ritmo alto que intenta imprimir a los partidos”, analiza Gustavo López. Esa visión del futbolista en constante movimiento concuerda con una bronca a Bassedas, Gallardo y Palermo durante un entrenamiento: “No hay cambio de ritmo, no hay ataque, no hay dolor”. “Simeone siempre dice que de Eriksson tomó la justicia para la gestión de grupos, de Basile la parte anímica y de Bielsa el trabajo de campo”.
En aquel Mundial de Corea del Sur y Japón vivieron juntos en el banquillo uno de los episodios más dolorosos de sus carreras: la eliminación en la primera fase, cuando Argentina era la gran favorita, a manos de Suecia. Simeone no jugó ese partido. Había llegado a la cita con poca preparación por culpa de una lesión jugando para el Lazio que le tuvo apartado de los terrenos de juego hasta un mes antes de su inicio.
Bielsa le convocó y le hizo jugar el primer partido, ante Nigeria (1-0); la primera parte frente a Inglaterra (0-1) y le sentó a su lado en el fatídico empate con los suecos (1-1). “Bielsa leyó bien la situación. No estaba para jugar”, reconoció posteriormente Simeone, probablemente ya más con la visión de la toma de decisiones de un técnico que con la ira del jugador que se queda fuera de un partido importante.
Sin embargo, al poco de producirse esa derrota tan dolorosa, según cuenta Roman Lucht por boca de Germán Burgos en la biografía de Bielsa, este se derrumbó: “Burgos cuenta que les reunió a todos en el hotel de concentración y que quiso armar una charla y empezó a llorar. Burgos se levantó para consolarle porque no creía que un hombre como Marcelo pudiera venirse abajo de esa manera”. Lucht , conocedor de los dos técnicos, se atreve a augurar el planteamiento de la final: “Bielsa planteará el partido desde la pelota y Simeone desde los espacios”.
“¡Dejá de hinchar!”
No hay muchos registros, que no sean recientes, en los que Marcelo Bielsa hable de Diego Pablo Simeone. Quizás el más celebrado es el de la anécdota del padre del Cholo que relataba el actual técnico del Athletic a una televisión argentina.
Recordaba Bielsa que el padre de Diego le comentaba a un amigo, en la platea del estadio de River, que él gobernaba a su hijo en el terreno de juego mediante silbidos. “Yo le silbo y él me atiende”, decía mientras su amigo no daba crédito a lo que escuchaba. “En esto Diego llega al lateral y su padre le silba”, relata Bielsa, “pero El Cholo no se inmuta.
El amigo del padre le mira como de soslayo, reclamando una rectificación, pero el padre no se inmuta. Diego vuelve al lateral y cuando está alzando el balón para sacar del lateral su padre vuelve a silbar. Y El Cholo dice: “¡Dejá de hinchar!’ [fastidiar, en terminología argentina]. ¡Le escuchó!”.
De aquel silbido han pasado muchos años. Cuando se le reclamó a Bielsa su opinión sobre Simeone, antes del partido de Liga en el que se enfrentaron en el Manzanares, comenzó diciendo que “eso demuestra que el tiempo pasa” antes de declarar su “gratitud, admiración, respeto y valoración a aquel grupo de futbolistas” que tuvo en la selección argentina, entre los que se encontraban Simeone y su ayudante actual en el banquillo del Atlético, Germán Mono Burgos.
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