La empresa asegura que "no sabe nada"
Un diario alemán saca a la luz distintos archivos de la ex República Democrática Alemana que confirman la producción de muebles destinados a la firma sueca en cárceles cubanas en las década de los años 80.
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Nuevas denuncias sobre el uso de presos cubanos en la confección de mobiliario incrementan las presiones sobre la firma sueca Ikea,
que ya investiga la utilización forzada de reclusos de la antigua
Alemania Oriental, algunos políticos, con el mismo propósito.
Según el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung (FAZ), archivos
de la ex República Democrática Alemana (RDA) a los que tuvo acceso
confirman la producción de muebles destinados a Ikea en cárceles cubanas en las década de los años 80.
Otras alegaciones sobre el uso de prisioneros de la RDA por
parte de la cadena de artículos para el hogar fueron también hechas por
un programa de la televisión sueca, de acuerdo con el periodista de la
BBC Theo Leggett.
Leggett manifiesta que algunas personas involucradas en la producción
del mobiliario reconocieron modelos en los que trabajaron y que todavía se encuentran a la venta.
En el caso de Cuba, documentos de Alemania Oriental revelan que centros de producción fueron "incorporados en los recintos penitenciarios del Ministerio del Interior", de acuerdo con FAZ.
Supuestamente, un contrato firmado en Berlín acordó la producción de varios tipos de objetos como 10.000 mesas para niños y 35.000 mesas de comedor en cárceles cubanas.
La misma fuente asevera que el acuerdo con el gobierno cubano
se suscribió en 1987 cuando los alemanes hicieron contacto con el
teniente Enrique Sánchez, de la firma EMIAT, que producía muebles de
jardín para la cúpula política de la isla. Sin embargo, a principios de
1988 surgieron problemas cuando una entrega de sofás se detuvo debido a la mala calidad.
Ikea "no sabe nada"
En respuesta a las denuncias, una portavoz de Ikea dijo que no sabía
nada acerca de la producción de artículos en Cuba. Las revelaciones
sobre la utilización forzada de presos políticos de la Alemania comunista ya habían provocado que la firma sueca iniciara una investigación. "Nos tomamos este asunto muy en serio", señaló la portavoz de Ikea, Jeanette Skjelmose.
"Hemos solicitado los documentos de los antiguos archivos de la Stasi
(la policía secreta de la Alemania Oriental) y hablado con personas que
estuvieron con nosotros en ese momento", añadió.
El propio diario alemán dijo que era posible que presos políticos fabricaran muebles para Ikea en Alemania Oriental sin que la empresa lo supiera.
Si llegara a ser cierto, Ikea dijo que lamentaba profundamente lo
ocurrido. Como señala Theo Leggett, de la BBC, las denuncias suponen un problema para la gerencia de la firma que se empeña en ofrecer una imagen de compañía innovadora y justa.
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