- La franja del Sahel se ha convertido en un territorio sin ley
- El golpe de Estado en Mali ha incrementado la inestabilidad en la región
Un cóctel letal de pobreza, sequía, rebeliones armadas, presencia cada vez mayor de grupos terroristas y de narcotraficantes, junto a la existencia de Estados débiles y corruptos ha convertido a la franja del Sahel en un territorio sin ley. Y lo que es peor, en un foco de inestabilidad cada vez más peligroso para el África subsahariana y el norte de África, y por extensión, también para Europa.
El reciente golpe de Estado protagonizado por un grupo de militares de grado medio en Mali, antigua colonia francesa, lo ha puesto claramente de manifiesto. Los sublevados justificaron el golpe que derrocó al presidente Amadou Toumani Touré en la falta de medios con los que el ejército maliense contaba para hacer frente a la rebelión independentista tuareg en el norte del país.
Pero la confusión provocada por la asonada en Bamako solo sirvió para poner las cosas más fáciles a los rebeldes, que avanzaron posiciones rápidamente y han conquistado las principales ciudades del norte como Gao, Kidal o la antaño turística Tombuctú y han proclamado la independencia del territorio, que denominan Azawad.
La reactivación de la rebelión tuareg
La rebelión tuareg, un conflicto de baja intensidad durante años y que llevaba congelado desde 2009, se reactivó a partir de enero como consecuencia del efecto retardado de la primavera árabe en Libia: Tras la caída del régimen de Gadafi,
a la que contribuyó la OTAN con su intervención, muchos combatientes
tuaregs alistados durante años en el ejército libio tuvieron que
regresar, pero lo hicieron cargados de armamento, aprovechando el
descontrol que siguió a la muerte del dictador, y que varias ONGs
denunciaron entre la indiferencia general. Y ha sido cuestión de pocas
semanas que se unan a la rebelión.
Los tuareg, agrupados en el llamado MLNA (Movimiento para la Liberación Nacional del Azawad), han sido tradicionalmente laicos, pero han construido una alianza de circunstancias con los terroristas de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y
el grupo islamista Ansar al Dine, desde hace tiempo presentes en la
zona, y que al parecer controlan partes importantes de las ciudades
conquistadas.
Según algunas fuentes, a ellos se les han sumado decenas de combatienes nigerianos de Boko Haram,
el grupo islamista autor de varios atentados importantes contra
crisstienaos en Nigeria contra los cristianos. Esos grupos tienen en
común su intención de aplicar la sharia, la ley islámica, en las zonas
que ya controlan y, en útima instancia construir un Estado islámista.
Miles de personas se han visto obligadas a huir de sus casas por culpa de los combates, y se hacinan en campos de refugiados improvisados en los países vecinos (Mauritania y Níger, fundamentalmente). Y todo ello en medio de una crisis alimentaria de grandes proporciones
que se vive en la zona desde hace meses. Según ONGs y varios organismos
internacionales, la crisis amenaza ya a 15 millones de personas y un
millón de niños van a sufrir desnutrición severa si no se actúa.
El proceso de transición de Mali
Ante la presión y el rechazo internacional, los golpistas malienses han dado un paso atrás, han aceptado devolver el poder a los civiles e iniciar un proceso de transición.
Tras la renuncia formal de Amadou Touré, ha tomado posesión un nuevo
presidente interino, Diunkunda Traoré, que en principio tiene que
organizar unas elecciones en el plazo de 40 días y ha invitado a los
tuaregs a sentarse a dialogar, advirtiendo de que lanzará una guerra
total contra ellos si no es así.
Pero la división de facto del país deja
en el aire la celebración de esos comicios y su amenaza parece un
brindis al sol, dado el estado deplorable en el que se encuentra el
ejército maliense.
Las informaciones, todavía escasas y confusas,
que llegan del norte de Mali indican que los islamistas ya están
tratando de imponer la sharia en la zona que controlan. Para más inri, 7 diplomáticos argelinos han sido secuestrados en la ciudad de Gao, secuestro que se ha atribuido el Movimiento por la Unidad y la Yihad en África Occidental, un grupo disidente de Al Qaeda que tiene retenidos también a los cooperantes españoles Enric Gonyalons y Ainhoa Fernández y a la italiana Rosella Urra.
Gonyalons que trabajaba para la ONG Mundubat, y Fernández, miembro de
la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Extremadura, ambos de 29
años, fueron secuestrados en los campamentos saharauis de Tinduf (en
Argelia) en octubre del año pasado. Las pocas informaciones que se
tienen de ellos es que siguen con vida y que, se supone, están
retenidos, precisamente, en el norte de Mali.
Otros secuestros en la región
Su
secuestro se produjo poco después del de las dos cooperantes de Médicos
sin Fronteras Blanca Thiebaut de 30 años, y Montserrat Serra, de 40,
capturadas en los campos de refugiados de Daabad, en la frontera entre
Kenia y Somalia, supuestamente por miembros de Al Shabaab, un grupo
islamista considerado el brazo de Al Qaeda en la región. Por lo que se
sabe, las dos fueron trasladadas a territorio somalí por sus captores, y
se ha especulado con que hayan sido “vendidas” a piratas somalíes.
Recientemente ha sido secuestrado también un médico español en Nigeria, Jose Manuel Machimbarrena, de 58 años.
El médico, que que llevaba viviendo en el país desde finales de los 70 y
que trabaja en el Níger Foundation Hospital de la ciudad de Enugu, fue
secuestrado por hombres armados cuando regresaba a su casa. En este
caso, el ministerio de exteriores considera que se trata de un secuestro
de carácter puramente económico, y en el que no existe una motivación
política.
Hay que recordar que AQMI mantiene secuestrados en el Sahel a seis ciudadanos franceses,
y fue el grupo responsable del secuestro de tres cooperantes catalanes
en 2009 que finalmente fueron liberados. Desde hace dos años han
asesinado a rehenes franceses y británicos cuando han sufrido ataques o
no han logrado cobrar por el rescate.
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