Desplazado a la banda, lejos de tener un castellano fluido y bajo examen continuo de Simeone, al medio del Atlético le falta mostrar su fútbol de salón y resolutivo
Salió del vestuario del Olímpico de Roma (tras vencer el Atlético al Lazio) con un gorro estilo rastafari
y acompañado de su ya sempiterna sonrisa generosa. Al pisar la zona
mixta, raudos, los jefes de prensa le dijeron que se lo quitara para
pasar ante las cámaras. “¡Una pregunta!”, le reclamaron varios
periodistas al ver que tenía prisa. “No spanish”, se limitó a
responder, de nuevo enseñando la ristra de dientes que hacía imposible
el enfado.
Fue un segundo de Arda Turan (Estambul, Turquía; 1987), un
instante que expresa su personalidad y su circunstancia. Fuera de lugar
en el Atlético hasta que sus pies expresen lo contrario. O hasta que lo
decida Diego Pablo Simeone, que le ha restado protagonismo en el equipo
(en comparación con su antecesor, Gregorio Manzano) porque entiende un
fútbol en el que se corre más que se pasa.
Hoy se presupone que saldrá
de inicio ante el Valencia en la ida de las semifinales de la Liga
Europa, que tendrá su penúltima ocasión de demostrar su caché (costó 12
millones), de negar las comparaciones con los otros jugadores del
Atlético que apuntaban mucho y se quedaron en bien poco.
Sus números explican que no tiene demasiada trascendencia, aunque haya sido capital en partidos menores
Considerado un superdotado del balón en Turquía (elegido mejor
jugador del país en 2008 y 2009), Arda se cansó de un fútbol poco
competitivo para su juego, que no del Galatasaray, el equipo de sus
amores, hasta el punto de que no era raro verle los fines de semana en
los partidos de sus juveniles.
Varios episodios le dieron además la
aureola de jugador especial: una novia que era una actriz reputadísima,
un accidente con un Aston Martin del que salió ileso, pasar una gripe
porcina y sufrir un desmayo en un partido que hizo presagiar lo peor.
Fue una arritmia cardiaca provocada por el exceso de esfuerzo. Algo que
saben en el Atlético.
Arda, en cualquier caso, no se cansa en demasía con Simeone. Mientras
que con Manzano fue titular en 16 de 19 encuentros (84%) y jugó ocho
completos (42%), con el argentino solo ha partido de inicio en 13 (68%) y
finalizado dos (10%).
Pero anda descolocado. Primero, porque un aficionado colgó en Twitter
una foto suya en una discoteca a las tantas de la madrugada cuando
estaba lesionado (al día siguiente, quizá castigado, viajó a Sevilla
para estar con el equipo); segundo, porque Simeone le ha recolocado
sobre el césped. Acostumbrado a ser mediapunta, Diego le ha rebasado y
ahora es interior izquierdo, por más que siempre tire hacia dentro para
filtrar el pase definitivo.
Los números de Arda, sin embargo, explican que no tiene demasiada
trascendencia, aunque haya sido capital en partidos menores, como ante
el Zaragoza, Levante, Celtic y Athletic. En comparación con Diego, por
ejemplo, marca menos (un gol por los tres del brasileño), dispara menos
(41 por 51), centra menos (63 por 148), pasa menos (1.222 por 1.405) y,
eso sí, recupera más (161 por 75) y da más pases de gol (cinco por uno).
“Arda es extraordinario, con un gran uno contra uno y mucho carácter”,
le elogió Simeone. “Le gusta mandar en el equipo”, resaltó el director
deportivo, José Luis Pérez Caminero, en referencia a que a los 24 años
ya fue el capitán del Galatasaray.
Pero no este Arda, que sigue atascado con el castellano (una
profesora particular va a su casa cuando lo permite el calendario, pero
aún necesita el traductor para casi todo), aunque se haya ganado el
cariño del vestuario, sobre todo el de Mario Suárez, Diego, Falcao,
Adrián y Juanfran. Queda por ver, sin embargo, si las expectativas, su
fútbol y su gallardía (“aunque tuviera una oferta del Madrid, elegiría
al Atlético”, dijo al aterrizar), tienen eco en el césped.
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