Los salafistas mantienen desde hace días una protesta ante el Ministerio de Defensa por la inhabilitación de su candidato para las elecciones presidenciales
Once personas han muerto en la mañana de este miércoles en El Cairo
cuando grupos de matones han cargado contra un grupo de manifestantes
islamistas que protestan desde hace seis días a las puertas del
Ministerio de Defensa tras la inhabilitación del principal candidato salafista a la presidencia de Egipto.
Reclaman también que los militares abandonen el poder, acontecimiento
previsto para finales de junio, una vez celebradas las elecciones, que
en primera vuelta se celebrarán el 23 y 24 de mayo.
Las protestas en la plaza de Tahrir son cada vez más esporádicas y menos pobladas, pero los brotes de indignación por la actuación de la junta militar que gobierna Egipto desde el derrocamiento, en febrero de 2011, del presidente Hosni Mubarak son una constante. Los manifestantes han acusado a las autoridades de emplear a matones vestidos de civil (baltaguiya) para reprimir la manifestación, una táctica que se empleó mucho durante los 18 días de revuelta que pusieron fin al régimen de Mubarak. Al menos un centenar de personas han resultado heridas en los enfrentamiento del miércoles.
No es el primer incidente de esta naturaleza en el distrito cairota de Abasiya, donde se ubica el Ministerio de Defensa. El pasado 29 de abril, uno de los manifestantes resultó también muerto a manos de la policía. Esta mañana, según testigos citados por la agencia Reuters, los salafistas —alrededor de unos 600— y los matones se han enzarzado en una batalla campal. El diario Al Ahram, citando a testigos, ha informado de que los agresores dispararon contra los manifestantes perdigones, piedras y cócteles mólotov.
Vecinos del barrio de Abasiya han asegurado que se han oído disparos de armas de fuego. Los disturbios continuaban al mediodía del miércoles, y cerca de las dos de la tarde (una hora menos en la España peninsular) la policía y soldados comenzaban a desplegarse para atajar los disturbios. Un par de horas después las fuerzas de seguridad decían que habían controlado la situación.
El detonante de esta manifestación fue la inhabilitación de Hazem Abu
Ismail, el candidato del partido salafista Al Nur, que se hizo con casi
un 25% de los escaños en los comicios legislativos
celebrados el pasado invierno (los Hermanos Musulmanes consiguieron un
43% de los escaños). Abu Ismail fue descalificado porque su madre
adquirió, según la comisión electoral, la nacionalidad de Estados
Unidos. La legislación egipcia prohíbe presentarse a cualquier candidato
si uno de sus padres se ha hecho nacional de otro país.
Los disturbios han tenido consecuencias políticas inmediatas. Abdel Moneim Abul Futúh —un ex dirigente de los Hermanos Musulmaes que abandonó la organización hace un año porque el movimiento se negaba entonces a presentar un candidato (ahora ha dado marcha atrás)— ha suspendido todos los actos de campaña. Minutos después, Mohamed Morsi, el aspirante de los Hermanos Musulmanes, anunciaba también la cancelación de todos los actos de su campaña. A juicio de la Hermandad, el ataque a los manifestantes es una clara señal de que la Junta Militar intenta eludir el traspaso de poder previsto para el 30 de junio.
Las protestas en la plaza de Tahrir son cada vez más esporádicas y menos pobladas, pero los brotes de indignación por la actuación de la junta militar que gobierna Egipto desde el derrocamiento, en febrero de 2011, del presidente Hosni Mubarak son una constante. Los manifestantes han acusado a las autoridades de emplear a matones vestidos de civil (baltaguiya) para reprimir la manifestación, una táctica que se empleó mucho durante los 18 días de revuelta que pusieron fin al régimen de Mubarak. Al menos un centenar de personas han resultado heridas en los enfrentamiento del miércoles.
No es el primer incidente de esta naturaleza en el distrito cairota de Abasiya, donde se ubica el Ministerio de Defensa. El pasado 29 de abril, uno de los manifestantes resultó también muerto a manos de la policía. Esta mañana, según testigos citados por la agencia Reuters, los salafistas —alrededor de unos 600— y los matones se han enzarzado en una batalla campal. El diario Al Ahram, citando a testigos, ha informado de que los agresores dispararon contra los manifestantes perdigones, piedras y cócteles mólotov.
Vecinos del barrio de Abasiya han asegurado que se han oído disparos de armas de fuego. Los disturbios continuaban al mediodía del miércoles, y cerca de las dos de la tarde (una hora menos en la España peninsular) la policía y soldados comenzaban a desplegarse para atajar los disturbios. Un par de horas después las fuerzas de seguridad decían que habían controlado la situación.
Lo salafistas lograron uno de cada cuatro escaños del Parlamento en las elecciones legislativas del invierno pasado
Los disturbios han tenido consecuencias políticas inmediatas. Abdel Moneim Abul Futúh —un ex dirigente de los Hermanos Musulmaes que abandonó la organización hace un año porque el movimiento se negaba entonces a presentar un candidato (ahora ha dado marcha atrás)— ha suspendido todos los actos de campaña. Minutos después, Mohamed Morsi, el aspirante de los Hermanos Musulmanes, anunciaba también la cancelación de todos los actos de su campaña. A juicio de la Hermandad, el ataque a los manifestantes es una clara señal de que la Junta Militar intenta eludir el traspaso de poder previsto para el 30 de junio.
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