La llama olímpica llegó al Reino Unido este viernes en un
vuelo especial procedente de Atenas, antes de iniciar un recorrido que
concluirá dentro de 70 días con el encendido del pebetero en la apertura
de los Juegos Olímpicos de Londres.
El fuego olímpico, que viajó en un farolillo fijado al asiento, llegó en
un avión de color amarillo oro de la compañía British Airways bautizado
'Firefly' (luciérnaga) que aterrizó a las 19H26 locales (18H26 GMT) en
la base aérea de la marina real de Culdrose, en Cornualles (suroeste de
Inglaterra), donde fue recibido por el viceprimer ministro Nick Clegg.
En el aparato viajaba también la delegación que el jueves participó en
la entrega oficial en la capital griega, incluyendo la princesa Ana,
hija de la reina Isabel II, que se encargó de bajar la preciosa llama
bajo los aplausos de las 500 personas invitadas.
"Sólo cuando llega la antorcha te das cuenta de que los Juegos ya están
aquí", declaró la princesa, experta amazona que participó en los Juegos
de Montreal de 1976 y forma parte del comité organizador de Londres 2012
(LOCOG).
La estrella del fútbol David Beckham, que tuvo un papel secundario en
Atenas, encendió la primera antorcha dorada en suelo británico.
El ex jugador del Real Madrid, que podría participar en el torneo
olímpico tras haber conquistado esta temporada la liga estadounidense
con Los Angeles Galaxy, se declaró "muy orgulloso" de haber participado
en "esta semana increíble para traer la llama a casa".
El fuego olímpico dormirá en la base esta noche, antes de ser trasladado
en helicóptero el sábado al amanecer a Land's End, el punto más
meridional de Inglaterra para iniciar un recorrido de 8.000 millas
(12.875 kilómetros) por todo el Reino Unido, con una incursión en
Irlanda a principios de junio.
El primer relevista será el triple campeón olímpico de vela Ben Ainslie,
de 35 años, que este viernes obtuvo su sexto título mundial en la clase
Finn y se confirmó como el gran favorito para un nuevo oro en Londres.
Le seguirán unos 8.000 relevistas de entre 12 y 100 años de edad, en su
mayoría anónimos, que durante los próximos 70 días llevarán el fuego
olímpico a pie, en silla de ruedas, en bicicleta, en moto, en barco o
incluso en globo.
Cada uno de estos voluntarios vestidos de blanco transportarán durante
un promedio de 300 metros la antorcha triangular y con 8.000
perforaciones que pasará por más de mil localidades, seis islas y
algunos lugares simbólicos como el monumento prehistórico de Stonehenge o
el lago Ness en Escocia.
La última semana callejeará por Londres, donde en la noche del 27 de
julio hará su entrada en el estadio olímpico en manos de un relevista
que debería mantenerse secreto hasta el último momento, como el nombre
del atleta que encenderá el pebetero que arderá hasta la clausura el 12
de agosto.
La llama fue encendida el 10 de mayo en las ruinas de Olimpia, donde se
celebraban los Juegos de la Antigüedad, en presencia del presidente del
Comité Olímpico Internacional (COI), el belga Jacques Rogge.
Tras un viaje de una semana por Grecia, donde en medio de la crisis
económica y política ocupó un discreto segundo plano, fue entregada
oficialmente a los organizadores de Londres en una ceremonia que se
celebró el jueves bajo la lluvia en el viejo estadio olímpico de Atenas,
donde tuvieron lugar en 1896 los primeros Juegos de la era moderna.
En esta ocasión, sin embargo, el fuego viajó directamente al Reino Unido
porque el Comité Olímpico Internacional (COI) decidió eliminar en esta
edición la gira mundial de la antorcha para evitar las protestas que se
registraron antes de los Juegos de Pekín hace cuatro años.
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