miércoles, 22 de febrero de 2012

Miles de personas acuden al hotel W Barcelona en busca de un empleo

Se trata de hombres y mujeres dispuestas a cambiar de profesión para superar la crisis  


Entrevistas de trabajo en el hotel W de Barcelona


Un ingeniero, una enfermera, un musicólogo... Son algunos de los perfiles de los candidatos del gran casting del hotel W Barcelona para cubrir más de cien plazas de su plantilla. Les hacen falta azafatas, camareros, recepcionistas..., un poco de todo. Muchos pueden acabar siendo fijos. El turismo es uno de los pocos sectores donde todavía hay cabida para el optimismo.

Todo esto no ha hecho más que empezar, queda un mes para cerrar el proceso y en pocos días los aspirantes ya son más de 5.500. ¿Quién no ha servido copas alguna vez? ¿Quién no probaría suerte después de meses en el desempleo? ¿Quién no volvería a aquellas ocupaciones que antes compaginaba con los estudios justo ahora que el horizonte está lleno de nubarrones? 

Cinco mil quinientas personas están dispuestas a todo, a emprender una nueva vida, a dejar una planificada carrera laboral atrás para volver a empezar. "¿Tú sabes lo difícil que es conseguir una maldita entrevista de trabajo? No te hablo de conseguir un trabajo, sólo de una entrevista", dice un musicólogo de 31 años, pianista, crítico..., otrora camarero de noche.

La verdad, explican los responsables de recursos humanos del gran hotel de la Barceloneta, es que, "cuando llamamos a la gente para citarla, muchísima se emociona, nos da la gracias, sólo por llamarla... Nosotros no buscamos tanto grandes currículos como ganas de aprender, determinadas personalidades y aficiones. Nos gusta que nuestros empleados tengan conversación".

Marta Abad, de 27 años, es enfermera, "era enfermera", aquella era su vocación, interina durante seis años. "Me dijeron que aquí también buscan azafatas. Y yo, ocasionalmente, mientras estudiaba, hice cosillas como azafata y modelo... 

Lo único que quiero es trabajar, un poco de estabilidad, no se me caen los anillos".

Marta también se postuló como barrendera, "pero no es tan fácil... Y en una empresa de seguridad me dijeron que llamaba demasiado la atención para ser vigilante jurado". Una de sus aficiones son las artes marciales. "Si lo del hotel no sale adelante, ya iré por los gimnasios a ver si encuentro algo como monitora. Nunca me lo había planteado, pero...".

Pero ahora la gente está dispuesta a hacer tabla rasa. Florin Constantin, de 34 años, es ingeniero mecánico, especialista en robots industriales. Lo que ocurre es que en las cadenas de montaje de automóviles tampoco tiran cohetes de alegría. "Ahora mismo en lo mío no hay nada –explica Constantin–, pero si consiguiera un empleo podría ahorrar para un máster y quizás...". 

Tiempo atrás, siendo un veinteañero, Constantin quiso ver mundo, y se enroló en un crucero para viajar de puerto en puerto. "Empecé limpiando habitaciones y luego pasé a camarero. Aprendí idiomas y, a lo tonto, me hice con un currículo apañado. No pensé que fuera mi futuro, pero si gracias a aquello se me abre ahora otro camino en la vida, pues perfecto".

No, la vida ya no es lo que fue. Los Borisovsky llevan lustros en Barcelona. El padre de Alexander se dedica a la construcción, "y ahora en casa todos tenemos que arrimar el hombro. Así que aquí estoy". Alexander tiene 22 años, muchas ganas de aprender a cocinar, muy poca experiencia, mucho empuje... Pasa a la siguiente ronda.

Los candidatos


Florin Constantin, 34 años, Ingeniero mecánico

"El problema es que no hay trabajo. Estoy buscando desde el pasado mes de septiembre. De vez en cuando voy a alguna entrevista. La mayoría, tres o cuatro, son para empleos de camarero, y alguna otra guardaba relación con la ingeniería. Pero mi mujer es española. De manera que estoy abierto a todo".

Marta Abad, 27 años, Enfermera

Marta confiesa que se conforma "con algo de estabilidad". "Estaba a punto de irme de casa de mis padres, pero hace medio año me quedé sin empleo y todo se truncó. Todos los días miro las páginas web que ofertan trabajos. Pero la verdad es que es muy difícil conseguir una entrevista, de lo que sea".

Alexander Borisovsky, 22 años, Formación prof. de Comercio Exterior

"Estuve un año trabajando en una oficina, en lo mío..., y me di cuenta de que no me gustaba nada. Y me dije 'lo mío es la cocina'. Algún día me gustaría tener mi restaurante. Por eso estoy aquí. Hasta hace tres meses trabajaba poniendo copas. Porque en casa ahora las cosas están más complicadas".

Sònia Díaz, 24 años, Lic. en Dirección Hotelera y estudiante de Economía

Trabajaba como recepcionista en el restaurante de un conocido hotel de Barcelona, "pero tocaba hacerme contrato fijo o despedirme... y me despidieron hace una semana. Vengo a conseguir lo que sea. Ahora lo importante es entrar, en cualquier puesto, luego demostrar lo que vales e ir subiendo".





No hay comentarios:

Publicar un comentario