domingo, 8 de enero de 2012

Suerte para quien la va a necesitar


Falcao
 
Vaya por delante que Diego Pablo Simeone, penúltimo escudo humano de la propiedad y genética de ganador patológico, se merece todo el crédito y la paciencia que nunca se ha tenido con sus predecesores. Acaba de aterrizar y antes siquiera de colocarse el chándal, Reyes ya estaba empaquetado camino de Sevilla, en otra modélica actuación de la agencia de compra-venta de jugadores que antes respondía por Atlético de Madrid, club de socios. 
 
Debutó Simeone, Sísifo rojiblanco empeñado en emular la vitamina B-12 de Quique Sánchez Flores ('Este equipo me ha enfermado') y condenado a acabar como el sobrino de 'La Faraona' (al que la grada coreaba, como a Simeone hoy, por eso le echaron).  El final del 'Cholo' es un secreto a voces y un clásico: 'Si me queréis, irse'. 
 
Pero el personal estaba interesado en el comienzo de esta nueva era donde todo es un erial. Al grano: con Diego hay más garra, se pega más, se rasca fetén y se ha mejorado en actitud. Su frase de cabecera es 'el esfuerzo no se negocia'. El problema del asunto es que, una vez logrado que el esfuerzo no se negocie, falta saber si el juego es negociable o no. Ayer fue negociable. Estaba en rebajas.
 
El Atlético, con el cuarto presupuesto más grande de la Liga, se limitó a aplicar aquello de 'patada a seguir' y protagonizó, en algunas fases del partido, una pésima imitación de Samoa en la Copa del Mundo de Rugby. Sobredosis de testosterona, asegurada. 

¿El juego? Eso corresponde a los futbolistas. Y aquí es donde el Atlético queda en mantillas, porque el problema del Atlético jamás, en 25 años, ha sido de entrenador. Ha sido una gestión terrorífica, truculenta, de dos condenados por los tribunales que fichan jugadores de segunda fila y aplican la política de vender a los buenos para poder pagar a los malos. El problema de este Atlético reside en un déficit galopante de calidad en los jugadores que contrata, que no son los que el equipo necesita, sino los que convienen al negocio de Gil y Cerezo. 

El Atlético, propuesta de equipo pequeño, no elaboró dos pases seguidos, no realizó regates, ni tiró paredes, ni dejó un par de cambios de orientación. Esas pequeñas cosas por las que uno paga una entrada y que, desde hace tiempo, se mendiga en el Manzanares. Y Simeone puede inocular inyecciones testiculares a go-gó, pero jugar bien a fútbol es otra cosa. Hay quien está feliz y satisfecho con 'lo' de La Rosaleda, con jugar a no perder, está en su derecho. A quien esto escribe le pareció un diez en intensidad y un fútbol infame.

Resulta complicado imaginar el estupor que deben sentir cuando Joaquín Peiró y Enrique Collar, 'el ala infernal', al contemplar qué saben hacer Juanfran o Salvio con la pelota. O qué pensará Gárate, que hace tiempo retiró su abono, al ver cómo Adrián y Arda, los más válidos en un equipo mediocre, son suplentes, mientras Falcao parece Robinson Crusoe. Tristeza debe sentir una eminencia como Chus Landáburu (que ponía balones de 45 metros al pie de Hugo) al comprobar que Diego, a cada partido que pasa, está más cerca de ser una mentira que una verdad.

Y debe ser duro para Luis Aragonés prender el televisor para ver cómo, una y otra vez, defensa y centro del campo provocan ataques de tortícolis a los espectadores, como si el objetivo final fuera derribar un avión que sobrevolara el cielo estrellado de Málaga. 'El Cholo', que merece paciencia y al que le ha caído un marrón, se ha ganado un lugar en el santoral atlético y centra la ilusión de muchos aficionados. No queda otra que desearle toda la suerte del mundo porque, con esa manera de tratar a la pelota, la va a necesitar.

Posdata: En los últimos tres días, las redes sociales se han teñido de rojiblanco oficioso, que no oficialista, para convertir en Trending Topic #Gilveteya #GilculpableCerezomarioneta y #AtletisinGil. Quizá por eso, porque empiezan a detectar que no les quieren ahí, sus todavía dueños andan atareados. Enrique Cerezo presenta este lunes un libro en la Fundación Atlético de Madrid. El tema del libro es el siguiente: Éxito económico en reclutamiento de deportistas profesionales. No se entiende que al acto no acuda Gil Marín, el gestor del año, camino del siglo. 

Nadie mejor que él para hablar, largo y tendido, de lo tocante al éxito económico en el reclutamiento de deportistas profesionales. Bajo su gestión se reclutó a mitos como Pato Sosa, Pollo Olivera, Salvio, Richard Núñez, Miranda y demás 'artistas'. Y él, único gestor del fútbol mundial condenado por estafar a su propio equipo, fue el responsable de aquel éxito sin precedentes conocido como 'Caso Negritos', cuando reclutó a cuatro inmigrantes, enchufándoselos al Atlético por 2.700 millones de pesetas. Una ganga.

Rubén Uría / Eurosport

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