Conforme a su presupuesto, el Atlético de Madrid tendría que competir todos los años en la Champions, pero tal extremo resulta imposible debido a la incapacidad manifiesta de sus dirigentes. Decía anoche Cerezo en la Ser que la mayor parte de los aficionados colchoneros, irreductibles, saben que los que mandan en el club son gente honrada.
Lástima que Alfonso Azuara, ejemplo de periodista de raza, no estuviera en esa antena para recordarle de nuevo al actual presidente su condición de delincuente, como quedó demostrado en su día ante la Justicia. A Cerezo le hubiese dado igual, está acostumbrado a que le llamen chorizo y no sólo por asuntos relacionados con el balompié.
El mes que viene se cumplen 20 años del robo más doloroso que pueda sufrir un equipo de fútbol, un club histórico. 30 junio de 1992. Gómez Navarro y Cortés Elvira, entonces al frente del CSD, oficiaron de cómplices necesarios para que el delito pudiera cometerse. Hicieron la vista gorda para que Gil y Gil, con Cerezo, pudieran continuar al frente ya como propietarios y sin poner un solo duro. Bueno es recordarlo en fecha tan señalada, hoy que la afición vuelve a disfrutar de una victoria llamativa, aunque sea de segundo nivel.
Sabe Cerezo que el mayor triunfo del club está por llegar. Será cuando él y los Gil desaparezcan del lugar. Será como ganar una Champions. Más que eso. El Atlético entonces podrá ser otra vez algo más que una empresa de compraventa de futbolistas destinada al lucro particular y engañoso, debido en gran parte a la connivencia hallada en los medios de comunicación.
Aunque sea pagando cantidades importantes para sufragar directamente ciertas publicaciones, por ejemplo, la edición para Madrid de Mundo Deportivo, donde la más mínima crítica a los gerifaltes del Atlético acarreaba problemas al periodista de turno. Acuerdos comerciales ideados para fijar precio de silencios y voluntades, negocietes aparentemente lícitos, pero que atentan contra el derecho a la información veraz.
Si uno paga y sostiene una revista, impone su contenido, obvio. Las empresas periodísticas son las que se prestan a ese juego, anteponiendo lo pecuniario a la oscura realidad. Y todo esto habiendo robado el club con una treta simple y elemental que regateó con facilidad los permisivos controles de los gobernantes políticos.
Se había vendido que desaparecerían los clubes que no lograran los avales antes de la medianoche. Entre otros, por allí aparecieron el inolvidable Irigoyen, Ruiz Mateos, en batín, y Gil y Gil. Todo con mucho suspense, hasta el límite horario. Más habría valido que don Jesús se hubiese equivocado de cita o de hora, pero no. Llegó minutos antes de las doce.
Fue Cerezo quien rescató a Gil en aquella operación, ya que a éste le habían cerrado el grifo en los bancos, en alguna entidad por la presión ejercida por el periodista José María García. Apareció Cerezo y lo arregló con unos banqueros. Con trampa, ya que días después se rompió lo firmado y nada pasó. El gilismo apuntalaba entonces sus valores más inherentes y nadie se percató de ello hasta tiempo después. La Justicia murió en su lentitud.
Ya cuentan que Adrián se va al Barça, que se espera oferta por Falcao… Diego Ribas tiene que volver a Alemania porque nadie va a intentar que se quede, ya en su día renunciaron al mejor Rosicky por una minucia. De eso se trata, de comprar para vender y sacar tajada, por lo que sea y como sea. Y si hay que sentarse junto al príncipe Felipe, sin problema, a ver qué nos va a decir de lo que debo a Hacienda, con la que ha liado su cuñado. Alucinante.
Según nos llega por twitter, Cerezo tuvo tiempo en Bucarest, después del partido, a más de 3.000 kilómetros, sin reparo ni rubor alguno, de culpar al movimiento 15-M de los lamentables incidentes acaecidos en Neptuno, donde no se cortó el tráfico pese a la probabilidad de que el Atlético ganara al Athletic y la afición decidiera celebrarlo en su fuente, que es suya, ni de la Botella ni de la Aguirre. Pues no. Situación bastante distinta a lo sucedido en Cibeles. Fue un ensayo para la manifestación del 15-M, aunque también queda claro que los políticos y sus adláteres intentan además que la gente celebre cuando ellos digan, a la carta.
Alguien debería investigar de dónde sale esa propaganda tendenciosa, si parte del propio Cerezo, si responde a alguna estrategia o si alguien le telefoneó para informarle acerca de unos hechos, con carga policial y heridos, sucesos que debieran ser aclarados convenientemente por las autoridades.
También hubo pelotas de goma. La muerte de Iñigo Cabacas en Bilbao está muy reciente y la policía viene excediéndose últimamente en Madrid y otros lugares del país.
Llegaba la gente del Atleti a Neptuno y la policía ya estaba despejando la plaza, algo inesperado que causó la reacción de grupos violentos que dejan mal a la mayoría. Nadie entiende por qué razones no se cortó el tráfico en la plaza, como ensayando para el 15-M. Aficionados rojiblancos aseguraron a periodistas que los teléfonos móviles dejaron de funcionar en la zona.
Había niños, padres de familia que se sintieron amedrentados por la policía, sin motivo alguno. Terrible que la policía haya desvirtuado una celebración futbolística y utilizado como cobayas a toda una afición con vistas a una operación venidera. ¿A qué vienen las falsas acusaciones de Cerezo?
Enhorabuena a todos los colchoneros por la final ganada en Bucarest. Que no me pase lo de la noche de Hamburgo, que le comenté al padre de un colega, rebosante de satisacción por un título europeo muchos años después, que la Europe League era un torneo de segunda división.
Luego me arrepentí, le cambió el semblante y yo no era quien para arrebatarle ni una pizca de ilusión a un veteranísimo aficionado, de esos que ya estaban en el Metropolitano, de toda la vida. Sin embargo, y objetivamente, basta recordar que el Atlético, en su último paso por la Champions, fue incapaz de ganar siquiera a los chipriotas. Luego llegó a la otra final y se impuso al Fulham.
La grandeza competitiva de un equipo se mide en la mejor de las competiciones; a los grandes, la antigua Copa UEFA les sabe a poco. Grandeza que también puede calibrarse en el campeonato de liga, donde ya es más que habitual ver al Atleti luchando por la sexta plaza. Pero el humo puede con todo, ese humo que cada verano se expande desde los medios para promover falsas ilusiones y favorecer negocios particulares, ilegítimos en origen.
Claro que tiene mérito la trayectoria del Atlético en el torneo conquistado ayer. Más considerando su pasado próximo. Ha ganado todos los partidos, sí, mereció el triunfo sobre el Athletic, al que desactivó con presión, entrega y mentalidad.
Pero en la Europe League no están los mejores equipos. A un partido, el Atlético puede ganar a cualquiera, pero también puede caer ante cualquier adversario que le supere en lo físico y le iguale en lo mental. Lo difícil es ser regular, mantener la consistencia y el ritmo en todos los partidos. Adrián, Diego, Arda y Falcao asustan si el equipo empuja desde atrás. Si no es así, la historia cambia, lo que sucede a menudo.
En Bucarest todo salió como hubiera firmado Simeone antes de empezar. Mucha presión en el inicio, un gol que no tardó en llegar y a aprovechar el contragolpe. No hay nada especial en las tácticas del argentino, pero sí en la motivación y el compromiso que transmite a sus futbolistas.
Ni Bielsa supo cómo reaccionar ante la solidez colectiva de los madrileños, además con mayor experiencia. Ferguson había esperado atrás, dando la iniciativa y el campo al Athletic, que impuso su ritmo y bailó a los ingleses, especialmente en Old Trafford. Pero Simeone buscó desde el principio al rival e impidió que funcionara en la parcela ofensiva. A base de presión, de no ceder un solo centímetro.
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