Son odiados por los fotógrafos y la pesadilla de los organizadores de eventos, pero se han convertido en un género fotográfico.
Obtener la foto de un famoso sin que esté rodeada de logos es un lujo. Solo paparazzies y fotógrafos de estudio se libran de pasar por el aro: los posados de "photocall" (esos fondos que se encuentran a la entrada de los eventos con las marcas de los patrocinadores sobreimpresas) han proliferado de tal modo que se trata de uno de los pocos momentos en los que se puede retratar a las celebrities sin que te pasen una factura por apuntarles con la cámara.
Pero entre todas las pegas que tienen esa clase de retratos promocionales la más importante es que suelen ser bastante aburridos. Sobre todo porque despiertan poco, o nada, la creatividad de los fotógrafos. A pesar de todo son un subgénero de éxito en medios y blogs.
Lo de citar a la prensa para un posado programado de fotos tiene su origen en Estados Unidos en los años 30, cuando los responsables de comunicación de la Casa Blanca intentaron controlar que no se hicieran fotos del presidente Roosevelt sentado en su silla de ruedas.
Mucho ha llovido desde entonces, pero hoy los photocalls siguen teniendo el mismo mecanismo de funcionamiento: un personaje famoso sirve de señuelo para que el fotógrafo acepte realizar una foto con un estrecho margen de libertad. Vamos, que el conocido lema de Kodak de "usted pulse el botón, nosotros hacemos el resto" podría aplicarse a los actuales photocall perfectamente.
Si bien en ocasiones estas sesiones se realizan para lograr que ante una importante convocatoria todos los fotógrafos tengan oportunidad de captar a los protagonistas, la mayor parte de veces lo único que se busca en mantener a raya a los traviesos chicos de la prensa. Algo especialmente relevante cuando los retratados son famosos cuya imagen se cotiza a precio de oro. A pesar de ello, muchos fotógrafos reaccionan con toda la creatividad que les es posible en esas condiciones.
Un buen ejemplo es la foto que recientemente realizó con un disparador a distancia un fotógrafo del New York Times. En ella vemos a Barack Obama y James Cameron desde un punto de vista poco habitual del despacho oval: la chimenea. Artimañas similares es frecuente que se utilicen también en los photocalls de celebrities para lograr que una foto se salga del guión establecido.
Pero los únicos que se convierten en víctimas de esas sesiones controladas no son sólo los fotógrafos. Si un famoso aparece en demasiados photocalls da la sensación de ser un maniquí al servicio de las marcas con cuya imagen se decora el fondo preparado para la ocasión. Sobre todo porque muchos, ante semejante ritual, posan con cierta desgana y con posturas muy ensayadas, sin el más mínimo atisbo de espontaneidad.
Pero no todos muestran desinterés ante esa clase de sesiones. Hemos hecho la prueba de buscar en Getty, una de las mayores agencias de fotografía del mundo, el término “posando” y nos hemos encontrado con que la reina de los posados es… Paris Hilton.
Basta con hacer una serie de búsquedas aleatorias entre las más de 10.000 fotos en las que la vemos en toda clase de photocalls para ver que Hilton tiene un enorme repertorio de posturas.
Y hay más víctimas aún del photocall: los organizadores. Cualquiera que haya sido encargado de organizar uno sabe el horror que supone. Hemos contactado con alguien que conoce bien sus entresijos para que nos explique cómo organizar uno. Gosia Pajkowska, responsable de relaciones públicas de Vente Privée en España, piensa que hay dos posturas frente a ellos por parte del organizador: la no-logo, son los que hacen desaparecer la marca del patrocinador, y la pro-logo.
Según Pajkowska lo de atiborrar el fondo sobre el que aparecerá la celebrity de turno con imágenes de marcas no es buena idea: “El photocall es una herramienta de comunicación, un espacio privilegiado de un evento que a veces quedará reducido a una imagen. Por ello hay que pensar en el tamaño de los logos, la armonía de los colores buscando la estética (...) La presencia de logos en mosaico a mi se me queda anticuada.
Persigues que tu logo salga reflejado, pero hay que equilibrarlo con la parte más aspiracional de la marca y buscar la estética de una forma sutil”.
Aunque esta experta en publicidad reconoce que en los eventos patrocinados por varias empresas encontrar una solución salomónica es complicado: “no siempre es fácil resolverlo cuando hay un evento ‘multibrand’. Creo que es el mayor reto porque habitualmente termina pareciendo una sopa de logos”.
Eso en lo que respecta a la estética. Pero hay algo más importante aún para Gosia a la hora de lograr que un posado promocional funcione, cuidar a los trabajadores del photocall: "Hay una necesidad imperiosa de crear un manual del photocall.
Conozco a muchos fotógrafos que se quejan de cómo están organizados y pienso que su opinión es la más importante. A menudo se pierden de vista quien es el trabajador protagonista: el fotógrafo, que necesita hacer rápido y bien su labor para poder seguir cubriendo los siguientes eventos. Su agenda no es igual que la de un periodista, tiene mucho menos tiempo".
Para ayudarles da estos consejos: "Hay que evitar accesos difíciles como columnas y escaleras; cuidar la iluminación; el tamaño, que debe ser acorde con la importancia de la convocatoria; y la decoración". A eso añade también la importancia de que los que acudan a realizar fotos sepan a que atenerse explicando "desde la duración del photocall a contar en que va a consistir el evento".
Y es que como lo de cuidar el fondo para un retrato es un arte tan antiguo como la propia fotografía, añadimos un consejo más: echarle un vistazo a los extraordinarios decorados con los que William Lake Price hacía posar a sus modelos a mediados del siglo XIX. Puro arte.
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