La escena fue delirante. El Atlético ganaba ya en Vallecas y la pelota salió de banda a la altura del banquillo del Rayo. La jugada parecía cargada de intrascendencia.
Diego se acercó por la zona a toda pastilla y Mejías, el entrenador de porteros del Rayo, le entregó la pelota con normalidad e inocencia. A su entrenador, en cambio, no le gustó nada el gesto de su subordinado.
De forma sorprendente, Sandoval quiso poner un tapón a Diego.
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Diego se acercó por la zona a toda pastilla y Mejías, el entrenador de porteros del Rayo, le entregó la pelota con normalidad e inocencia. A su entrenador, en cambio, no le gustó nada el gesto de su subordinado.
Así que, como poseído, el entrenador local, José Ramón Sandoval,
se colocó aceleradamente delante del jugador brasileño y para impedir
que sacara le puso un tapón de baloncesto (técnicamente impecable, eso
sí). Y tras evitar que el balón se pusiera en juego abroncó a Mejías.
Un
lance insólito, surrealista, que el técnico resolvió con unas disculpas
y el árbitro con una simple amonestación: “por intentar retrasar la
puesta en juego del balón sin conseguirlo”.
Un feo gesto que recordó a
otro de hace 13 años, cuando Enrique Martín, entrenador
del Leganés, saltó al campo para cortar un contragolpe del Badajoz. Fue
expulsado, sancionado con diez partidos y multado con 3.000 euros. El
balón estaba en juego. Sandoval ha tenido más suerte.
Competición no ha
recogido siquiera el incidente en su informe.
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