lunes, 20 de febrero de 2012

Romário: “Me gustaría que dijeran: ‘Fue bueno en fútbol y en la política”

El campeón del mundo es hoy uno de los diputados federales más influyentes de Brasil

Aboga por los 45 millones de personas que padecen alguna discapacidad en su país

 

  
El exfutbolista y diputado socialista brasileño Romario de Souza Faria, fotografiado en su despacho de la Cámara de Diputados el pasado martes. 


En la antesala del gabinete del diputado, ciudadanos de diversa condición esperan ser recibidos por su señoría. Un representante de la Federación de Agricultura Familiar con una propuesta para reforestar la Amazonía, un periodista que tiene concertada una entrevista y una mujer que quiere "hablar de un asunto personal”.

En los pasillos interminables del edificio del Congreso brasileño, el diputado Romário de Souza Faria (Río de Janeiro, 1966), acompañado de su hija Ivy, estrecha la mano de las numerosas personas que acuden a saludarle. Parlamentarios, funcionarios, policías o simples ciudadanos se acercan para felicitarle o hacerse una foto con el campeón del mundo 1994, con la selección de Brasil, exjugador del Barcelona, hoy reconvertido en dipu­tado. “Uno de los diputados federales más activos e influyentes de la actual legislatura”, según la prestigiosa consultora Arko Advice.

"Intentaré que mi hijo juegue en el Barça"


Campeón del mundo de fútbol con la selección de Brasil, mejor jugador del planeta en 1994 e integrante de aquella maravillosa delantera del Dream Team del Barça que dirigía Johan Cruyff. Romário habla de aquellos tiempos con agradecimiento. “Aparte de la selección brasileña, en el fútbol el Barcelona significó todo para mí. Soy quien soy gracias al Barcelona. Me abrió las puertas para ser el mejor jugador del mundo y mejor jugador de Europa. Ganar el Balón de Oro, ser el máximo goleador de la Liga española, campeón de Liga…”

Romário recuerda a “Cruyff, Stoichkov, Pepe (Guardiola)… Realmente siempre me llevé bien con casi todos, aunque también tuve problemas con casi todos… Pero todos se resolvieron, porque mis problemas no son hablar por atrás, sino a veces no ir a entrenarme o no hacer lo que me ordenaban…”

Los piropos al Barça actual no se quedan en una frase: “Demuestra cada día que está en una latitud a la que no llegará ningún otro club del mundo”.

A pesar de tanto elogio, Romário no aguantó más de un año y medio en las filas azulgranas. “Tenía saudades (nostalgia) de Brasil. Después de la Copa del Mundo sentí el cariño de los brasileños y quería dar una alegría a mi pueblo”.

Y añade: “Si tuviera que volver a jugar profesionalmente, no dudaría un instante: en el Barcelona. Voy a intentar llevar a mi hijo a jugar en el Barça. Esta semana hablaré con el presidente y con Pep”.

Aquel delantero diminuto que hacía diabluras en el área pequeña, capaz de marcar los goles más inverosímiles, que jugó en el Barcelona y en el Valencia, muestra también una gran habilidad en su nueva condición de parlamentario. 

El salto a la política se produjo en 2010, antes de las elecciones del año pasado, explica en su oficina en Brasilia. “Desde que nació mi hija Ivy con síndrome de Down, hace siete años, entendí que las personas con alguna discapacidad necesitan a alguien que se preocupe por ellas en el Congreso. Cuarenta y cinco de los 190 millones de brasileños, casi el 25%, tienen algún tipo de discapacidad”.

Romário fue elegido diputado por el Partido Socialista Brasileño (PSB) con más de 150.000 votos, después de una campaña en la que enarboló la bandera de la defensa de las personas con alguna discapacidad y de los niños y jóvenes enganchados al crack. “Alejarlos de la droga a través del deporte”, repite una y otra vez. “Tuve mi oportunidad en el deporte y llegué adonde llegué”. 

La política es una pasión que viene de lejos, aunque tiene muy claro que en este terreno puede perder más de lo que puede ganar. “Tengo mi nombre, no necesito la política para ganar dinero. Mis aciertos son mi obligación. Cualquier error, por pequeño que sea, puede echar por tierra mi trayectoria”.

La línea divisoria entre derecha e izquierda es poco perceptible en la política brasileña, aunque Romário dice estar “más cerca de la izquierda”. “Mi ideología política se resume así: calidad de vida para todo el mundo, igualdad de derechos”.

Primer vicepresidente de la Comisión de Turismo y Deporte, titular de las comisiones de Educación sin Castigos Corporales y de las Copas del Mundo y de las Confederaciones, y suplente de la Comisión de Legislación Participativa, Romário ha dejado su sello en el primer año como diputado. Sus iniciativas, preguntas y denuncias le han enfrentado con algunos poderosos como el presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol, Ricardo Teixeira. “El Mundial de 2014 no será ningún éxito, en ninguna ciudad”, dice sin pestañear. “Funcionará, pero no funcionará bien. Los ricos saldrán maravillados del campeonato.

 Pero los pobres ni se enterarán”. Romário ha conseguido 32.000 entradas gratis, 500 de cada partido, para las personas con discapacidades. 

Quiere conseguir otro cupo para los ancianos. “Esta es mi lucha ahora”, añade, mientras reparte críticas a la FIFA, a la Federación y a la inoperancia de la Cámara de Diputados. De esta casa, su casa, lo que menos le gusta es la sala de plenos. “Estar sentado allí es perder el tiempo, porque los diputados no aparecen o no prestan atención”. Prefiere el trabajo en comisión.

Cada lunes, el diputado se levanta a las 9.30 y va a su despacho en Río de Janeiro. El martes vuela a Brasilia, donde tiene el despacho de parlamentario. En la capital está hasta el jueves por la tarde. Los días en Brasilia transcurren entre el gabinete, el trabajo en comisiones, reuniones del partido y plenos. El viernes lo dedica a recibir a la gente que quiere hablar con él. El fin de semana es sagrado, vuelve a lo que más le gusta: jugar a futvolei en la playa de la Barra de Tijuca con el mismo grupo de amigos de hace 20 años.

Romário nació en la favela de Jacarezinho, en Río. Cuando le fichó el Barcelona, compró un edificio de 12 pisos y sacó a toda su familia del barrio miserable en el que creció. “Todo se lo debo al deporte, me dio disciplina, educación, profesionalidad”, dice con orgullo. 

Claro que, a pesar de los éxitos, no faltan detractores de su figura. “Periodistas que nunca creyeron que haría lo que hago como diputado y que siempre están a la espera de que cometa algún error: Romário fue a la discoteca, está fumando un puro, está jugando en la playa… quieren presentar estas actividades como algo negativo, para denigrarme”.

Recuerda las críticas durante su vida de futbolista. “Siempre me gustó salir de noche. No he tenido vicios como fumar, bebida, drogas, juego. Mis vicios son deporte, mujeres y noche. Hoy mucho más moderado que antes, porque la política no me deja y ya tengo 46 años. Antes salía cinco veces a la semana, hoy una. Pero me sigue gustando”.

Le gustaría ser recordado como un diputado que luchó mucho por sus causas. “Que dijeran: ‘Fue bueno en el fútbol y bueno en la política’. Sería feliz si consiguiera cambiar un poco la cabeza del brasileño en relación a las políticas públicas, sobre todo en lo que se refiere a las personas con discapacidades, y no dejar entrar a los niños y jóvenes en el mundo de la droga”.


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