El Rayo, en superioridad numérica desde el minuto dos, tumba la resistencia del Racing (4-2), que llegó a vencer 0-2
Vallecas no entiende de facilidades ni sosiego. Acostumbrados a ganarse el jornal a contracorriente, con más penalidades que desahogo, a punto estuvieron los de Sandoval de emborronar su expediente el día que se les puso todo a favor. A los dos minutos de partido, Toño salió de su área con tanta insensatez como falta de medida, arrolló a Diego Costa y dejó a su equipo con 10. La misión parecía sencilla a partir de ese instante para el Rayo, pero pecaron de ufanos los locales y se vieron con dos goles en contra y abocados a la heroica.
Con el coraje como mejor argumento y el frenesí como hábitat natural, los franjirrojos convirtieron el sofocón en un guateque que acabó con goleada. Mientras en Vallecas se acercan al objetivo de la salvación y se ilusionan con retos mayores, el Racing regresa a Santander condenado a la agonía y magullado por el espejismo de una victoria que se le escapó como arena entre los dedos.
La escasez agudiza el ingenio y la inferioridad numérica concreta los planteamientos. Con uno menos, el Racing encontró la coartada perfecta para entregarse al pragmatismo y el plan le salió, inicialmente, mucho mejor de lo previsto. Juanjo Fernández prescindió de Adrián en la media punta y cambio su 4-2-3-1 inicial por un recurrente 4-4-1 y mientras el Rayo se relamía, vislumbrando una tarde apacible, el conjunto santanderino le birló la cartera.
Bastó una falta lateral lanzada por Cisma para desatar el revuelo en el área vallecana y destartalar al equipo de Sandoval. Stuani logró escabullirse del marcaje de los centrales para impulsar el balón hasta la boca del gol donde apareció Torrejón para embocar. El Racing vio el cielo abierto y al Rayo se le hizo de noche.
Sin remilgos, el conjunto santanderino se atrincheró para defender el inesperado botín y antes de que los locales tantearan la posibilidad del empate Vallecas se llevó otro disgusto. El balón rebotó contra la muralla cántabra y el contragolpe cogió a contrapié a la defensa franjirroja. De nuevo Stuani filtró el balón entre los centrales para la llegada de Colsa que definió con la sutileza de un acreditado goleador ante Joel.
En apenas media hora, el Racing había encumbrado aquella máxima optimista de Helenio Herrera que hablaba de las bondades de jugar con 10 haciendo gala de un instinto de supervivencia superlativo. Aturdido por los goles y ofuscado por no saber hincar el diente a su rival, el Rayo deambulaba por el pasto bacheado hasta que Sandoval decidió romperse la camisa y desmelenar a su equipo.
Prescindió del ancla de Movilla y del vuelo de Casado para que Tamudo y Piti se sumaran al abordaje. Junto a Armenteros, Michu y Diego Costa el conjunto vallecano comenzó a atacar en tropel hasta arrinconar al conjunto santanderino junto a la portería de Mario.
El premio lo encontró el de siempre. Indultado de su penitencia con las tarjetas por segunda semana consecutiva, Michu decidió consagrar su estado de gracia, en una temporada para el recuerdo. Justo antes del descanso cazó al vuelo un centro de Piti para animar el cotarro y anticipar la remontada y a la vuelta de los vestuarios tumbó la resistencia del Racing aprovechando un cándido despeje de Mario a disparo de Diego Costa.
Tan grande había sido el susto, que llegados a ese punto, los franjirrojos no se conformaron con el empate. Para entonces, a su rival le temblaban las piernas a medio camino entre el cansancio y la frustración y en apenas dos minutos se vino abajo su resistencia numantina. Dos retacos: Tamudo y Piti tomaron el testigo del grandullón Michu y desataron la goleada y el jolgorio. La sofoquina había merecido la pena.
Con el coraje como mejor argumento y el frenesí como hábitat natural, los franjirrojos convirtieron el sofocón en un guateque que acabó con goleada. Mientras en Vallecas se acercan al objetivo de la salvación y se ilusionan con retos mayores, el Racing regresa a Santander condenado a la agonía y magullado por el espejismo de una victoria que se le escapó como arena entre los dedos.
La escasez agudiza el ingenio y la inferioridad numérica concreta los planteamientos. Con uno menos, el Racing encontró la coartada perfecta para entregarse al pragmatismo y el plan le salió, inicialmente, mucho mejor de lo previsto. Juanjo Fernández prescindió de Adrián en la media punta y cambio su 4-2-3-1 inicial por un recurrente 4-4-1 y mientras el Rayo se relamía, vislumbrando una tarde apacible, el conjunto santanderino le birló la cartera.
Bastó una falta lateral lanzada por Cisma para desatar el revuelo en el área vallecana y destartalar al equipo de Sandoval. Stuani logró escabullirse del marcaje de los centrales para impulsar el balón hasta la boca del gol donde apareció Torrejón para embocar. El Racing vio el cielo abierto y al Rayo se le hizo de noche.
Sin remilgos, el conjunto santanderino se atrincheró para defender el inesperado botín y antes de que los locales tantearan la posibilidad del empate Vallecas se llevó otro disgusto. El balón rebotó contra la muralla cántabra y el contragolpe cogió a contrapié a la defensa franjirroja. De nuevo Stuani filtró el balón entre los centrales para la llegada de Colsa que definió con la sutileza de un acreditado goleador ante Joel.
En apenas media hora, el Racing había encumbrado aquella máxima optimista de Helenio Herrera que hablaba de las bondades de jugar con 10 haciendo gala de un instinto de supervivencia superlativo. Aturdido por los goles y ofuscado por no saber hincar el diente a su rival, el Rayo deambulaba por el pasto bacheado hasta que Sandoval decidió romperse la camisa y desmelenar a su equipo.
Prescindió del ancla de Movilla y del vuelo de Casado para que Tamudo y Piti se sumaran al abordaje. Junto a Armenteros, Michu y Diego Costa el conjunto vallecano comenzó a atacar en tropel hasta arrinconar al conjunto santanderino junto a la portería de Mario.
El premio lo encontró el de siempre. Indultado de su penitencia con las tarjetas por segunda semana consecutiva, Michu decidió consagrar su estado de gracia, en una temporada para el recuerdo. Justo antes del descanso cazó al vuelo un centro de Piti para animar el cotarro y anticipar la remontada y a la vuelta de los vestuarios tumbó la resistencia del Racing aprovechando un cándido despeje de Mario a disparo de Diego Costa.
Tan grande había sido el susto, que llegados a ese punto, los franjirrojos no se conformaron con el empate. Para entonces, a su rival le temblaban las piernas a medio camino entre el cansancio y la frustración y en apenas dos minutos se vino abajo su resistencia numantina. Dos retacos: Tamudo y Piti tomaron el testigo del grandullón Michu y desataron la goleada y el jolgorio. La sofoquina había merecido la pena.
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