lunes, 21 de mayo de 2012

El fin del mito ganador alemán

Los equipos germanos no conquistan un título internacional desde hace 11 años

 



Schweinsteiger falla el penalti ante Cech. 


“El fútbol es un juego que inventaron los ingleses, juegan 11 contra 11 y siempre ganan los alemanes”. La frase, atribuida al exdelantero inglés Gary Lineker, hizo fortuna en los años noventa del siglo pasado cuando Alemania seguía siendo una máquina implacable en los grandes torneos. 

La derrota ante el Chelsea del Bayern el sábado en su ciudad, en su estadio, en su Copa de Europa [unsere Stadt, unser Stadion, unser Kopal], según rezaba el mosaico que recibió a los jugadores de Jupp Heynckes, supone el fin de ese mito ganador alemán. 

El Bayern solo ha vencido cuatro de sus nueve finales de la Copa de Europa. La última, en 2001 ante el Valencia en Milán, fue el postrero trofeo internacional conquistado por un conjunto germánico.

Múnich era , después del partido, una ciudad fantasma, un barco tras el naufragio.

 A las dos de la madrugada, la Plaza Marienplatz, en el centro de Múnich, ya estaba prácticamente desalojada, privada de la fiesta prevista, cubierto el pavimento de cascotes de cerveza. Los hinchas del Bayern se marcharon cabizbajos a sus casas, de manera pacífica, sin necesidad de intervenir el enorme despliegue policial preparado para evitar enfrentamientos con los seguidores del Chelsea. En el metro, los cánticos se habían sofocado.


Más que ningún otro, el capitán Schweinsteiger absorbió la cara del fracaso alemán

Más que ningún otro, el capitán Schweinsteiger absorbió la cara del fracaso. Todos sus miedos se manifestaron en los dos momentos decisivos de la final. Cuando se giró hacia su portero Neuer porque no quería ver el penalti que, en la prórroga, falló su compañero Robben; y cuando el propio Schweini, en el quinto penalti de la tanda, envió la pelota al poste. 

El mediocentro y alma del equipo, producto de la cantera bávara, quedó paralizado por el pánico a perder, algo que le ha sucedido muy a menudo en los últimos años: cayó con el Bayern en la final de Champions de hace dos años frente al Inter de Mourinho, perdió con la selección germana la final de la Eurocopa de Austria y Suiza 2008 ante España, y volvió a sucumbir frente al combinado español en las semifinales del pasado Mundial de Sudáfrica 2010.

En este sentido, su compañero Robben también ha acumulado un buen número de decepciones en los últimos años. Después de que Cech le detuviera el penalti al comienzo de la prórroga, el extremo holandés del Bayern ya no quiso disparar desde los 11 metros en la rueda definitiva. “Hay que comprenderlo”, lo justificó después Heynckes.

 La temporada de Robben ha estado marcada por las penas máximas. Falló una ante el Borussia Dortmund que le cerró la Liga al conjunto bávaro; marcó frente al Madrid en semifinales (a pesar de que Casillas tocó el balón con la yema de los dedos); y volvió a fallar ayer en el Allianz Arena. En la cuenta de derrotas, Robben suma de la final con Holanda en la Copa del Mundo de Sudáfrica y, hace dos años, la del Bernabéu ante el Inter.

El Bayern se quedó sin nada en una campaña en la que había aspirado a todo. Lo mismo le sucedió al Bayer Leverkusen hace ahora justo 10 años, cuando perdió la Champions a manos del Real Madrid de Zidane en Glasgow. En realidad, la Copa de Europa es más propiedad de los españoles (13 títulos), los italianos y los ingleses (12 cada uno). 

Los alemanes solo coleccionan seis (los cuatro del Bayern, uno del Hamburgo y otro del Borussia Dortmund). Y en cuanto a la selección, Alemania sigue siendo, por supuesto, una potencia. Suma tres Copas del Mundo (1954, 1974 y 1990) y tres Eurocopas (1972, 1980 y 1996), pero ya son 16 años desde su último trofeo. Los alemanes, al final, ya no son máquinas sino humanos que acaban como todo el mundo: perdiendo.

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