Ecclestone, patrón de la fórmula 1, dice que las autoridades no piden suspender la carrera
Los eufemismos que rodean a la F-1 pueden rozar límites
cantinflescos. Cuando un ingeniero le dice a su piloto que ahorre
combustible, le está obligando a frenar para que su compañero le
adelante. Pocos, sin embargo, se habían encontrado con el argumento que
ayer esgrimió Force India para justificar su ausencia en la segunda
sesión de ensayos libres del Gran Premio de Bahréin, dominada por Nico
Rosberg. Los motivos fueron “cuestiones logísticas”.
A saber cómo le debió sentar la nota al mecánico de la escudería que el jueves cogió un vuelo de regreso a Reino Unido: el coche en el que viajaba se metió accidentalmente en los enfrentamientos entre la policía y los opositores al régimen de Hamad al Jalifa, que lanzaron un cóctel molotov cerca del vehículo.
Las autoridades reforzaron ayer la seguridad en torno al circuito. Desde la noche anterior, también han aumentado los enfrentamientos entre la policía y los jóvenes chiíes que constituyen la vanguardia de la oposición a la monarquía. Los activistas han declarado tres días de la ira, con la intención de frustrar la competición.
“Cancelar la carrera solo daría alas a los extremistas”, declaró en el circuito el príncipe Salman bin Hamad al Jalifa, propietario de los derechos del Gran Premio y jefe de las fuerzas armadas, a las que los opositores acusar de la represión.
Según Amnistía Internacional, al menos 60 personas han muerto en los 14 meses de protestas en un país de apenas medio millón de habitantes. Pero nadie quiere correr con los gastos de cancelación. “No puedo cancelarlo. Los problemas que hay no tienen nada que ver con el campeonato.
En todo caso, es la autoridad deportiva de este país la que puede pedirle a la FIA que se suspenda”, sostuvo Bernie Ecclestone, patrón del Mundial. “No hay problema de seguridad; los participantes en la carrera no corren ningún riesgo”, asegura Jasem Husein en conversación telefónica. En opinión del exdiputado y miembro del grupo opositor moderado Wefaq (chií), la carrera “es ampliamente considerada como una buena oportunidad para que la gente pueda expresar sus reivindicaciones”.
De los distintos actores que conforman la caravana del Mundial, son pocos los que querían desplazarse hasta aquí. Williams, por ejemplo, despidió a uno de sus trabajadores por negarse a viajar por razones éticas.
A McLaren no se le ocurrirá oponerse a la celebración de un acontecimiento que organiza el país que posee la mitad de sus acciones, a través del holding Mumtalakat, mientras que el resto se lo pensará mucho antes de incumplir alguna de las cláusulas que figuran en sus contratos con la compañía que explota los derechos comerciales del certamen y que maneja Ecclestone.
Ahí cobra sentido el comunicado de Force India, que abandonó el circuito antes de que cayera el sol, por miedo a que alguno de sus miembros volviera a pasar apuros.
A saber cómo le debió sentar la nota al mecánico de la escudería que el jueves cogió un vuelo de regreso a Reino Unido: el coche en el que viajaba se metió accidentalmente en los enfrentamientos entre la policía y los opositores al régimen de Hamad al Jalifa, que lanzaron un cóctel molotov cerca del vehículo.
Las autoridades reforzaron ayer la seguridad en torno al circuito. Desde la noche anterior, también han aumentado los enfrentamientos entre la policía y los jóvenes chiíes que constituyen la vanguardia de la oposición a la monarquía. Los activistas han declarado tres días de la ira, con la intención de frustrar la competición.
“Cancelar la carrera solo daría alas a los extremistas”, declaró en el circuito el príncipe Salman bin Hamad al Jalifa, propietario de los derechos del Gran Premio y jefe de las fuerzas armadas, a las que los opositores acusar de la represión.
Según Amnistía Internacional, al menos 60 personas han muerto en los 14 meses de protestas en un país de apenas medio millón de habitantes. Pero nadie quiere correr con los gastos de cancelación. “No puedo cancelarlo. Los problemas que hay no tienen nada que ver con el campeonato.
En todo caso, es la autoridad deportiva de este país la que puede pedirle a la FIA que se suspenda”, sostuvo Bernie Ecclestone, patrón del Mundial. “No hay problema de seguridad; los participantes en la carrera no corren ningún riesgo”, asegura Jasem Husein en conversación telefónica. En opinión del exdiputado y miembro del grupo opositor moderado Wefaq (chií), la carrera “es ampliamente considerada como una buena oportunidad para que la gente pueda expresar sus reivindicaciones”.
De los distintos actores que conforman la caravana del Mundial, son pocos los que querían desplazarse hasta aquí. Williams, por ejemplo, despidió a uno de sus trabajadores por negarse a viajar por razones éticas.
A McLaren no se le ocurrirá oponerse a la celebración de un acontecimiento que organiza el país que posee la mitad de sus acciones, a través del holding Mumtalakat, mientras que el resto se lo pensará mucho antes de incumplir alguna de las cláusulas que figuran en sus contratos con la compañía que explota los derechos comerciales del certamen y que maneja Ecclestone.
Ahí cobra sentido el comunicado de Force India, que abandonó el circuito antes de que cayera el sol, por miedo a que alguno de sus miembros volviera a pasar apuros.
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