lunes, 28 de mayo de 2012

Tony Blair declara sobre sus relaciones con Rupert Murdoch

El ex primer ministro británico comparece ante la comisión Leveson, que investiga las escuchas ilegales del tabloide News of The World, para explicar su relación con el magnate mediático

 

Foto del mensaje


El ex primer ministro británico Tony Blair comparece esta mañana ante la llamada comisión Leveson, que desde noviembre investiga el comportamiento ético de la prensa británica a raíz de las escuchas ilegales del desaparecido tabloide News of The World. 

 Su comparecencia se centrará en las estrechas relaciones que tuvo con el magnate Rupert Murdoch y hasta qué punto estas han podido condicionar sus funciones como primer ministro.

La comisión está en la tercera fase de sus investigaciones, centrada en las relaciones entre la prensa y los políticos, tras haber empezado en noviembre indagando en las relaciones entre la prensa y el público –prestando especial atención entonces a las escuchas y potenciales comportamientos ilegales– y haber abordado después las relaciones entre la prensa y la policía.

Estos dos primeros capítulos están siendo investigados también por la policía y el viernes pasado se produjo la detención numero 30 en relación al escándalo del News of The World. Scotland Yard arrestó a una mujer de 37 años, que se cree es una antigua periodista del tabloide, en el marco de las investigaciones por supuestos sobornos a policías y otros empleados públicos.

La semana pasada, uno de los principales aliados de Blair en el Nuevo Laborismo, el varias veces ex ministro y también ex comisario europeo, Peter Mandelson, negó en su comparecencia ante la comisión Leveson que hubiera habido un pacto entre Murdoch y Blair, aunque admitió que se podría discutir sobre si esas relaciones llegaron a ser “más estrechas de lo que hubiera sido recomendable”.

Antes, en abril, el ex director de Comunicación de Downing Street en tiempos de Blair, Alistair Campbell, negó también la existencia de un pacto antes de las elecciones de 1997, en las que el influyente y tradicionalmente pro conservador The Sun pidió el voto para los laboristas. Campbell negó también que Murdoch influyera en la decisión de Blair de apoyar la invasión de Irak en 2003.

Por una vez, sin embargo, la comparecencia de Blair puede quedar eclipsada por la de un político de rango muy inferior, pero en activo. Al menos, de momento. Este jueves que viene comparecerá también ante la comisión Leveson el actual ministro de Cultura, el conservador Jeremy Hunt. Hunt está en el ojo del huracán por sus cada vez más evidentes vínculos con el grupo Murdoch.

Su posición se ha convertido en más delicadas después de que la semana pasada se difundiera en la comisión un memorando enviado por Hunt al primer ministro David Cameron en el que el ministro defiende la conveniencia de dar luz verde a la pretensión de Rupert Murdoch de hacerse con el 100% de la plataforma de televisión BSkyB, de la que posee el 39%. La operación acabó frustrándose al estallar el escándalo de las escuchas ilegales.

Sus opiniones no tendrían más importancia si no fuera porque Cameron le transfirió a Hunt la decisión sobre esa operación después de que el ministro hasta entonces al cargo, el liberal-demócrata Vince Cable, fuera grabado por periodistas que se hacían pasar por estudiantes haciendo declaraciones contra Murdoch. Esa falta de imparcialidad llevó al Gobierno a impedir que Cable fuera el árbitro de la operación, por entender que no era imparcial.

El problema para Hunt, y en realidad sobre todo para Cameron, es que ese memorando era anterior a la decisión de que fuera él quien llevara el caso. Es decir, que Cameron sabía que Hunt no era totalmente imparcial porque tenía de entrada una posición favorable a Murdoch. Ya antes de conocerse ese detalle habían trascendido documentos que demostraban una relación sospechosamente estrecha entre un lobista de Murdoch y un asesor del ministro, que obligó a ese asesor a dejar su cargo.

El primer ministro se ratificó el viernes en su decisión de encargar el asunto a Hunt con el argumento de que es “irrelevante” comparar las declaraciones de Cable y las opiniones de Hunt porque “la clave no es lo que [Hunt] había dicho en el pasado sino cómo estaba haciendo su trabajo”. 

Sin embargo, el memorando acrecienta las sospechas de que el primer ministro, que mantenía estrechísimas relaciones con Murdoch y sobre todo con su mano derecha en Londres, Rebekah Brooks, no hizo más que intentar hacerle la vida más fácil al magnate australiano y favorecer sus intereses en el mercado británico.

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