Es
historia en Ferrari que, en 2009, cuando ninguno de los monoplazas
italianos habían puntuado en las tres primeras carreras, Montezemolo
presentó en la reunión con los ingenieros un hábito de monje: con este
quería mostrar un símbolo de hermandad entre los miembros del equipo
ante el trabajo tan duro por delante, pero también quería inspirar un
espíritu de serenidad ante las dificultades. El mismo que se está
aplicando con Felipe Massa.
Lo contaba la misma página oficial de Ferrari. En la recepción habida
en Maranello para celebrar la victoria de Malasia, el presidente pidió
cuatro aplausos diferentes. El segundo fue para Felipe Massa. Si para
Alonso pidió el reconocimiento del éxito, para el brasileño fue una
forma de "renovarle toda la confianza del equipo en momentos difíciles".
"Recuerdo bien que, hace cuatro años, de hecho, después del Gran
Premio de Malasia, que ganó Raikkonen para nosotros, Felipe estaba más o
menos en la misma situación que ahora", explicaba estos días Stefano
Domenicali, "los periódicos exigían su sustitución inmediata, pero él
logró reaccionar de la mejor manera posible gracias al apoyo del equipo,
y luego ganó dos de las tres carreras siguientes. Recordamos cómo
terminó aquella temporada, campeón del mundo, aunque fuera por unos
segundos".
Pocos creerán a Felipe Massa capaz de lograr una reacción semejante
esta temporada. Pero tan destacado como el duro tiroteo que está
recibiendo de todos lados, lo es también el extraordinario apoyo que
está recibiendo de Ferrari en los momentos más duros. Porque si hay algo
que distingue a Ferrari es un férreo espíritu de equipo que se hace más
presente cuanto más difícil es el panorama.
Seguro que Luca Cordero de Montezemolo y Stefano Domenicali son
conscientes del problema que tienen con su piloto. Ni en la temporada
pasada, ni en estas dos carreras de 2012 ha conseguido bajar de la
quinta posición. El equipo italiano no puede permitirse otro año así.
Sin embargo, de puertas para afuera, los dirigentes de Ferrari se han
volcado y han cerrado filas con Massa una y otra vez de manera
admirable.
"Este es un momento particularmente difícil para él, porque no puede
sacar el máximo de un monoplaza que, objetivamente, muy difícil de
conducir. Tenemos la obligación de estar cerca de él, como debe ser en
un equipo tan unido", también declaraba Domenicali justo después de
Malasia, a pesar de las grandes diferencias con Alonso.
Pero es que el
brasileño, antes, había sido utilizado como "conejillo de indias" con
los neumáticos, por ejemplo. En Australia se sospecha que el equipo
había incorporado a su monoplaza ciertas soluciones a modo de prueba
que fueron un desastre. El chasis nuevo que el brasileño recibió en
Sepang quizás estuvo justificado por lo anterior. Felipe Massa no es
Alonso, desde luego, pero quizás también está jugando un papel en
Ferrari que el equipo no quiere olvidar, y lo devuelve cerrando filas en
torno al brasileño.
Con semejante apoyo público, el equipo italiano puede querer lanzar
el mensaje de que, si Massa fuera despedido durante esta temporada, no
será porque sus responsables no lo han intentado con su piloto. Además,
Ferrari también presume de marcar el tempo con sus decisiones, y no ser
mediatizado por los medios de comunicación. Tras el fracaso de Abu Dabi
2010 sus responsables no tomaron ninguna decisión con Chris Dyer, el
responsable de estrategia, hasta pasados varios meses.
"Este es el espíritu del equipo, y aquí estamos, listos para
ayudarle", volvía a recordar Domenicali cuando anunciaba que el
brasileño, en vez de viajar a Brasil con su familia estos, iba a pasar
dos días en Maranello para intentar comprender la causa de sus
problemas. Ciertamente, al menos de puertas para fuera, Felipe Massa no
puede estar más arropado. El mejor consuelo, ante el duro futuro que le
espera.
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